sábado, 19 de marzo de 2011

LA UNIDAD DEL MATRIMONIO


La Iglesia nos invita a no quedarnos callados cuando veamos que la familia es atacada. Seguramente a nuestro alrededor se presentan diversas situaciones en donde habrá que dar buenos consejos.

Por el Pbro. José Martínez Colín

1) Para saber

Hay un relato de un escritor llamado Antonio Trueba, de principios del siglo XX, que muestra de modo cómico la relación que hay en el matrimonio: Se cuenta que se presentó ante el párroco una vecina, la cual llevaba en su mano un gran palo, y aseguraba que con él le había pegado su marido. Pero que era la última vez, pues venía a que la “descasara”.

El párroco un tanto sorprendido le preguntó: “¿Qué dice? ¿Descasarte? Pero, ¿tu marido está de acuerdo?”. La mujer le dijo: “Claro que sí. Es más, en un momento viene para pedirle lo mismo”. En efecto, poco después aparecía un señor que mostraba que había sido golpeado. El sacerdote le preguntó: “¿Y esos golpes?”. El hombre solo miró a su esposa. El cura comprendió y le preguntó: “¿Así que quieres también descasarte?”. El hombre le dijo: “Sí, creemos que es lo mejor”. El cura entonces les dijo: “Bueno, yo solo sé una forma para descasarlos, así que arrodíllense que los voy a descasar. Pero que conste que ustedes lo pidieron”.

La pareja de casados se arrodilló frente al cura. Entonces el párroco tomó el gran palo que había traído la señora y comenzó a descargar fuertes golpes sobre las espaldas del matrimonio. Ellos empezaron a gritar: “¡Basta!, ¡basta de golpes! Deje de pegarnos”. El cura dejó de golpearlos y les preguntó: “¿Pero no me habían pedido que los descasara?”. “Sí ―dijeron ellos―, ¡pero no de esta forma tan violenta!”. El cura concluyó: “Es que no hay otra forma de descasar a los cristianos. ¿Acaso no saben que el matrimonio no puede deshacerse sino con la muerte de uno de los contrayentes? ¿No recuerdan la promesa que se hicieron el día de su casamiento cuando se prometieron estar unidos: «Hasta que la muerte nos separe»? Así que si tratan de descasarse, ha de ser de esa forma, moliéndolos a garrotazo limpio, hasta que uno muera. Mejor reconcíliense y vuelvan a intentar vivir en paz”. La lección dio resultado, pues el matrimonio, recordando los golpes, la pensaba dos veces antes que querer descasarse.

2) Para pensar

La familia corre graves peligros. Por ejemplo, se atenta contra su unidad al propagarse los divorcios. Un reto que tenemos para el tercer milenio es defenderla y mostrar a la sociedad su valor. El Papa Juan Pablo II les hablaba así a las familias: “Creed en su vocación, en esa hermosa vocación al matrimonio y a la paternidad que Dios les ha dado. Creed que Dios está con ustedes… No piensen que hay algo que puedan hacer en sus vidas que sea más importante que ser un padre o una madre verdaderamente cristianos. El futuro de la Iglesia, el futuro de la humanidad depende en gran parte de los padres y de la vida familiar que construyan en sus hogares” (Alocución, 1-X-1979).

3) Para vivir

La Iglesia nos invita a no quedarnos callados cuando veamos que la familia es atacada. Seguramente a nuestro alrededor se presentan diversas situaciones en donde habrá que dar buenos consejos. No temamos hablar: “Cuando la institución del matrimonio esté abandonada al egoísmo o reducida a un acuerdo temporal y condicional que se puede rescindir fácilmente, nosotros reaccionaremos afirmando la indisolubilidad del vínculo matrimonial” (Juan Pablo II en Estados Unidos, 7-X-1979).

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