La Dieta Mediterránea es mucho más que un modelo de alimentación equilibrada, que promueve hábitos de vida saludables y mejora la calidad de vida de las personas. Se trata de una valiosa herencia cultural, una forma de vivir propia de los pueblos que rodean este mar.
El Comité Intergubernamental de la UNESCO para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial ha acordado inscribir la Dieta Mediterránea en la Lista representativa del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. Esta candidatura transnacional, ha sido elaborada y presentada conjuntamente por España, Grecia, Italia y Marruecos, y coordinada técnicamente por la Fundación Dieta Mediterránea.
En España este proyecto, liderado por los Ministerios de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, y Cultura, ha contado con el apoyo de todas las Comunidades Autónomas, muchos ayuntamientos y del conjunto de la sociedad civil, a través de miles de adhesiones personales y centenares de asociaciones de todo tipo.
Y es que, tal y como señala la Fundación, la Dieta Mediterránea “es una práctica social, basada en el conjunto de habilidades, conocimientos y tradiciones que van desde el paisaje a la mesa que compartimos todos los mediterráneos y que ha sido transmitida de generación en generación desde tiempos inmemoriales. Es un estilo de vida singular, forma de vida y de mediterráneo por ser propio de los pueblos que habitan en las tierras que rodean este mar y que influye en actividades como la cosecha, recolección, pesca, conservación, transformación, preparación, cocina, y especialmente en la alimentación”.
“Esta forma de vivir”, añade, “determinada por el clima y el espacio mediterráneos, se manifiesta a través de fiestas y celebraciones que propician gestos de reconocimiento mutuo, hospitalidad, buena vecindad, amistad, transmisión intergeneracional y el dialogo intercultural. Este sentimiento de comunidad, de identidad común, permite a los pueblos mediterráneos reconocer a este elemento como una parte esencial de su patrimonio cultural inmaterial compartido”.
Mucho más que una pauta nutricional
La antigua palabra griega diaita, de la que deriva dieta, significa estilo de vida equilibrada, y esto es exactamente lo que es la Dieta Mediterránea, mucho más que una pauta nutricional. Se trata, de un estilo de vida, no solo un patrón alimentario que combina ingredientes de la agricultura local, las recetas y formas de cocinar propias de cada lugar, las comidas compartidas, celebraciones y tradiciones, que unido a la práctica de ejercicio físico moderado pero diario favorecido por un clima benigno completan ese estilo de vida que la ciencia moderna nos invita a adoptar en beneficio de nuestra salud, haciendo de ella un excelente modelo de vida saludable, recuerda la Fundación.
De este modo, la Dieta Mediterránea es una valiosa herencia cultural, que a partir de la simplicidad y la variedad ha dado lugar a una combinación equilibrada y completa de los alimentos, basada en productos frescos, locales y de temporada en la medida de lo posible. Abraza a todos los pueblos de la cuenca mediterránea y que está constituido de paisajes, cultivos, y técnicas de cultivo, de mercados, de elaboraciones, de espacios y gestos culinarios, de sabores y perfumes, de colores, de tertulias y celebraciones, de leyendas y devociones, de alegrías y tristezas, de innovación tanto como de tradiciones.
Ha sido transmitida de generación en generación desde hace muchos siglos, y está íntimamente vinculada al estilo de vida de los pueblos mediterráneos a lo largo de su historia. Ha ido evolucionando, acogiendo e incorporando sabiamente, nuevos alimentos y técnicas fruto de la posición geográfica estratégica y de la capacidad de mestizaje e intercambio de los pueblos mediterráneos. Por ello, ha sido, y continua siendo, un patrimonio cultural evolutivo, dinámico y vital.
Los alimentos no son, en el Mediterráneo, meramente nutrientes. No hay duda que en el Mediterráneo, cuando hablamos de ingredientes de su dieta, a la trilogía trigo, vid y olivo, a las legumbres, a las verduras, a las frutas, al pescado, a los quesos, a los frutos secos, hay que añadir un condimento esencial, quizás un ingrediente básico: la sociabilidad.
Cada vez más alejados de ella
La Dieta Mediterránea se caracteriza por la abundancia de alimentos vegetales, como pan, pasta, arroz, verduras, hortalizas, legumbres, frutas y frutos secos; el empleo de aceite de oliva como fuente principal de grasa; un consumo moderado de pescado, marisco, aves de corral, productos lácteos (yogur, quesos) y huevos; el consumo de pequeñas cantidades de carnes rojas y aportes diarios de vino consumido generalmente durante las comidas. Su importancia en la salud del individuo no se limita al hecho de que sea una dieta equilibrada, variada y con un aporte de macronutrientes adecuado. A los beneficios de su bajo contenido en ácidos grasos saturados y alto en monoinsaturados, así como en carbohidratos complejos y fibra, hay que añadir los derivados de su riqueza en sustancias antioxidantes.
Sin embargo, a pesar de ser nuestro país uno de los pueblos neurálgicos en el nacimiento de esta dieta, lo cierto es que ocupa "el segundo lugar" en cuanto a los países que más se han alejado del modelo de vida asociado a la Dieta Mediterránea, situándose "en una posición intermedia entre Grecia e Italia", según destacó el profesor Lluis Serra Majem, presidente de la Fundación Dieta Mediterránea durante la celebración el pasado mes del octubre del II Salón Dieta Mediterránea y Salud.
"Sólo un 45 por ciento de la población española sigue la Dieta Mediterránea", cifra que desciende aun más cuando hablamos de niños y adolescentes, según este experto, para quien, sorprendentemente y debido a la globalización, Estados Unidos, Australia y el norte de Europa están comenzando a incorporar Dieta Mediterránea en sus hábitos alimenticios.
En este contexto, el profesor Javier Aranceta, presidente de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), destacó que "debemos evitar que se siga perdiendo el modelo de Dieta Mediterránea". A su juicio, en la actualidad, este modelo está en detrimento debido a un estilo de vida marcado por "los cambios sociales de los últimos 25 años, como las largas horas de trabajo o estudio, o por la proliferación de actividades de ocio pasivo y porque cada vez se consumen menos alimentos tradicionales".
Necesidad de recuperación
La decisión de considerar a la Dieta Mediterránea como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la Unesco ha sido tomada con entusiasmo entre los nutricionistas españoles, según ha manifestado Pilar Gómez Enterría, coordinadora del Comité Gestor del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), quien se queja de que la Dieta Mediterránea está, en la actualidad, "un poco manipulada y desvirtuada".
"Este reconocimiento es importante si sirve para concienciar a los responsables de la salud nacional e internacional y para promocionar unos hábitos de vida más saludables de los que se están imponiendo en la actualidad", ha afirmado Gómez. Según la nutricionista, "en los países industrializados hay una tendencia a alejarse cada vez mas de las premisas de la Dieta Mediterránea y aunque sea muy conocida a nivel internacional por su capacidad para reducir el riesgo cardiovascular y el de cáncer, cada vez nos desviamos un poco más de sus premisas".
"Es más fácil hacer una comida rápida, sobre todo entre los jóvenes. Todos conocemos la teoría, pero luego aplicarlo es mas complicado, especialmente si no hay facilidades en el entorno", asegura. En este sentido, Gómez Enterría destaca que "es muy importante que los alimentos preparados que nos facilitan la vida por rapidez, tengan una composición adecuada. Para ello se debe suprimir la sobrecarga de grasa saturada y se debe promocionar el consumo de verduras de temporada, frutas y pescado que, aunque en general es más caro que la carne, es más beneficioso".
Asimismo, para promocionar esta dieta en España la nutricionista considera que "se tendría que empezar por que el etiquetado de los alimentos sea lo mas correcto posible". Además, "se debe potenciar que en la industria alimentaria hagan alimentos preparados que faciliten la tarea de las familias a la hora de cocinar, ya que muchos de los hábitos de vida han cambiado con la incorporación de la mujer al trabajo y la menor disponibilidad de tiempo para manejar alimentos frescos".
También, según Gómez Enterría, los procesos de elaboración deben mantener una proporción adecuada de nutrientes y en los colegios y familias se debe educar a los niños en una adecuada alimentación. "Las familias se tienen que acostumbrar a que los niños, aunque no les guste, tomen fruta, verdura y pescado, y también a evitar el consumo de bebidas refrescantes azucaradas y productos de bollería industrial y los 'snacks' salados", concluyó.
Decálogo de la Dieta Mediterránea
La Fundación Dieta Mediterránea elaboró un decálogo en el que se recogen los “principios” que se deben seguir para “cumplir” la dieta. Son los siguientes.
1- Utilizar el aceite de oliva como principal grasa de adición. Es el aceite más utilizado en la cocina mediterránea. Es un alimento rico en vitamina E, beta-carotenos y ácidos grasos monoinsaturados que le confieren propiedades cardioprotectoras. Este alimento representa un tesoro dentro de la dieta mediterránea, y ha perdurado a través de siglos entre las costumbres gastronómicas regionales, otorgando a los platos un sabor y aroma únicos.
2- Consumir alimentos de origen vegetal en abundancia: frutas, verduras, legumbres y frutos secos. Las verduras, hortalizas y frutas son la principal fuente de vitaminas, minerales y fibra de nuestra dieta y nos aportan al mismo tiempo, una gran cantidad de agua. Es fundamental consumir 5 raciones de fruta y verdura a diario. Gracias a su contenido elevado en antioxidantes y fibra pueden contribuir a prevenir, entre otras, algunas enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.
3- El pan y los alimentos procedentes de cereales (pasta, arroz y especialmente sus productos integrales) deberían formar parte de la alimentación diaria. El consumo diario de pasta, arroz y cereales es indispensable por su composición rica en carbohidratos. Nos aportan una parte importante de energía necesaria para nuestras actividades diarias. Hay que tener en cuenta que sus productos integrales nos aportan más fibra, minerales y vitaminas.
4- Los alimentos poco procesados, frescos y de temporada son los más adecuados. Es importante aprovechar los productos de temporada ya que, sobre todo en el caso de las frutas y verduras, nos permite consumirlas en su mejor momento, tanto a nivel de aportación de nutrientes como por su aroma y sabor.
5- Consumir diariamente productos lácteos, principalmente yogurt y quesos. Nutricionalmente hay que destacar que los productos lácteos son excelentes fuentes de proteínas de alto valor biológico, minerales (calcio, fósforo, etc.) y vitaminas. El consumo de leches fermentadas (yogurt, etc.) se asocia a una serie de beneficios para la salud porque estos productos contienen microorganismos vivos capaces de mejorar el equilibrio de la microflora intestinal.
6- La carne roja se tendría que consumir con moderación y si puede ser como parte de guisos y otras recetas. Y las carnes procesadas en cantidades pequeñas y como ingredientes de bocadillos y platos. Las carnes contienen proteínas, hierro y grasa animal en cantidades variables. El consumo excesivo de grasas animales no es bueno para la salud. Por lo tanto, se recomienda el consumo en cantidades pequeñas, preferentemente carnes magras, y formando parte de platos a base de verduras y cereales.
7- Consumir pescado en abundancia y huevos con moderación. Se recomienda el consumo de pescado azul como mínimo una o dos veces a la semana ya que sus grasas – aunque de origen animal- tienen propiedades muy parecidas a las grasas de origen vegetal a las que se les atribuyen propiedades protectoras frente enfermedades cardiovasculares. Los huevos contienen proteínas de muy buena calidad, grasas y muchas vitaminas y minerales que los convierten en un alimento muy rico. El consumo de tres o cuatro huevos a la semana es una buena alternativa a la carne y el pescado.
8- La fruta fresca tendría que ser el postre habitual. Los dulces y pasteles deberían consumirse ocasionalmente. Las frutas son alimentos muy nutritivos que aportan color y sabor a nuestra alimentación diaria y son también una buena alternativa a media mañana y como merienda.
9- El agua es la bebida por excelencia en el Mediterráneo. El vino debe tomarse con moderación y durante las comidas. El agua es fundamental en nuestra dieta. El vino es un alimento tradicional en la dieta mediterránea que puede tener efectos beneficiosos para la salud consumiéndolo con moderación y en el contexto de una dieta equilibrada.
10- Realizar actividad física todos los días, ya que es tan importante como comer adecuadamente. Mantenerse físicamente activo y realizar cada día un ejercicio físico adaptado a nuestras capacidades es muy importante para conservar una buena salud.
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