“El anhelo más profundo del hombre, es vivir dignamente en conformidad a su naturaleza" - (Gaudium et Spes, 12)
Por la Dra. Liliana Angela Matozzo
I. Derecho a un medio ambiente sano.
La idea de la necesidad de mantener la armonía entre el hombre y la naturaleza, se remonta a las épocas más primitivas de la historia de la humanidad, y se manifiesta asimismo en todas las religiones.
Sin embargo, la toma de conciencia del derecho al medio ambiente sano, con carácter general por parte de todas las sociedades y de todos los gobiernos, se ha producido a lo largo de las tres últimas décadas, especialmente a partir del Congreso de Estocolmo de 1972.
El derecho al medio ambiente sano es aquel, entre los derechos humanos de la tercera generación, que tiene por finalidad garantizar el mantenimiento de aquellas condiciones de la naturaleza, que permitan preservar la generación y la conservación de la vida humana.
El objeto sobre el que recae la protección del derecho, es el medio ambiente, entendido como (Párrafo 6º del Preámbulo de la Declaración de Río sobre el medio Ambiente y el Desarrollo): “la naturaleza integral e interdependiente de la Tierra, nuestro hogar.”
El medio ambiente tiene dos dimensiones fundamentales:
-El medio ambiente natural o abierto integrado por la biosfera, el aire, el agua, y el suelo, en cuanto que constituyentes del factor vida, y los ecosistemas, producto de la interacción entre los seres vivos y el medio.
-El medio ambiente cerrado, es decir, aquel que ha sido construido por el hombre para realizar su vida, satisfaciendo así su sistema de necesidades.
Dentro del medio ambiente natural, como objeto genérico del derecho al medio ambiente sano, se pueden incluir como objeto específico del mismo:
-La conservación de la diversidad biológica, la utilización sostenible de sus componentes y la participación justa y equitativa de los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos. (Artículo 1 del Convenio de las Naciones Unidas sobre la diversidad biológica, firmado en Río de Janeiro el 5 de Junio de 1992.)
-La gestión, conservación y desarrollo sostenible de los bosques y el cuidado de sus funciones y usos múltiples y complementarios. (letra b) del Preámbulo de la Declaración de Principios no vinculantes jurídicamente, pero con autoridad, para un acuerdo mundial sobre gestión, conservación y desarrollo sostenible de todos los tipos de bosques, firmada en Río de Janeiro en Junio de 1992.
El fundamento último del derecho al medio ambiente sano, no es otro que la dignidad de la persona humana.
El fundamento inmediato del derecho al medio ambiente sano, consiste en la necesidad de salvaguardar el medio ambiente, en condiciones de asegurar la evolución biológica natural de la especie humana, y como instrumento asegurador de la realización de los demás derechos humanos.
El derecho al medio ambiente sano, está relacionado con el derecho a la vida en todas sus acepciones.
II.- Terrorismo ecológico
“Los sistemas biológicos primarios del mundo: las zonas de pesca oceánica, las praderas, los bosques y las tierras de cultivo, están alcanzando su límite a medida que la población aumenta.”
Los franceses usan la adivinanza para enseñar a los niños en la escuela primaria, la naturaleza del crecimiento exponencial. Dice la adivinanza: hay un estanque de nenúfar que tiene una sola hoja. Cada día se duplica el número de hojas, o sea, dos hojas el segundo día, cuatro el tercero, ocho el cuarto, y así sucesivamente. “Si el estanque está lleno el día treinta, “pregunta la maestra, “¿en qué momento está lleno hasta la mitad?. Respuesta: “El día veintinueve”.
Según los franceses, y la Agencia de Desarrollo Internacional de los Estados Unidos (AID), el estanque global de nenúfares en que vivimos 4 mil millones de personas (hoy 6 mil millones), puede estar ya lleno por lo menos hasta la mitad. Así, en la próxima generación, la población mundial podría duplicarse, llenando así totalmente el “estanque”. Si ocurre esta duplicación, agregan, la gran mayoría de los países enfrentará tensiones y presiones ecológicas, económicas y políticas que bien pueden resultar inmanejables.
“Esperar que los sistemas biológicos y recursos energéticos del mundo, resistan cuando las presiones demográficas se tripliquen o cuadrupliquen, es, sencillamente, esperar demasiado.”
La adivinanza del Día Veintinueve, es una de las tantas evidencias, de que es política de seguridad demográfica para el Primer Mundo, “amoldar las necesidades y las cifras humanas, a los recursos de la Tierra”.
“Cuando la población del mundo sobrepasó el jalón de los 4 mil millones en 1976, alcanzó un nivel más allá del cual, todo crecimiento asumía un carácter nuevo y perturbador.”
De lo expuesto, resulta que, a raíz del crecimiento demográfico, la pesca, el cultivo y el pastoreo excesivos, y de que existe peligro de deforestación y contaminación, se pierden las tierras fértiles, los océanos están llenos de desperdicios, las especies (animales y vegetales) están en peligro de extinción, aparecen enfermedades inducidas por el ambiente, el clima cambia, se producen desastres naturales; en síntesis: tenemos un sistema biológico recargado, en donde se hace imprescindible desalojar al hombre. El crecimiento demográfico no implica necesariamente su institución como factor de deterioro ambiental.
El deterioro ambiental obedece a la irracionalidad de los estilos de desarrollo imperantes, que se expresan en el predominio de pautas de consumo inapropiadas.
Ninguna sociedad tiene el derecho de establecer modelos de consumo y producción, que socaven la habilidad de otras sociedades de desarrollarse.
Sería necesario colocar los hábitos excesivos de consumo de los países ricos en primer lugar, asignándoles la responsabilidad primaria, y evitar atribuir al simple hecho de ser pobre un efecto de contaminación ambiental, cuando además muchos países en desarrollo se ven obligados a constituirse en "basureros tóxicos, nucleares, etc." de los países del primer mundo.
Existe la llamada "opinión científica generalizada", de que la sobrepoblación y la degradación de nuestra ecología están amenazando la supervivencia del planeta Tierra.
De hecho, no existe tal consenso. Ninguna persona sensata negará que tenemos problemas ambientales como la contaminación, pero éstos están muy lejos de conducir a la catástrofe ecológica.
Todos creemos, equivocadamente, que estamos viviendo unos encima de los otros. Los seres humanos nos aglomeramos ahora al igual que en el pasado, no por falta de espacio en el planeta, sino porque necesitamos trabajar juntos, comprar y vender, para dar y recibir servicios los unos de los otros.
La mayor parte de la Tierra está aún vacía, como lo comprobamos cuando volamos sobre ella.
Se estima que el área ocupada por los seres humanos no representa más del l% de toda la superficie terrestre.
El crecimiento demográfico, definitivamente, no constituye el principal factor de deterioro ambiental. Por lo tanto, no es necesario buscar la congruencia entre las políticas de población y la preservación del medio ambiente, para adoptar estrategias de desarrollo ambientalmente sustentables. También, es necesario reforzar, la inclusión de elementos de sensibilización y conocimiento sobre las cuestiones de población y de medio ambiente, en los programas de educación y comunicación.
Es importante que los Gobiernos, implementen acertadas y eficaces políticas de vialidad y transporte, favoreciendo el cómodo traslado de las personas y las cosas mientras que se evita el uso descontrolado y congestivo de vehículos.
Cabe destacar, que algunos grupos con intereses muy especiales, ven en la crisis ambiental una oportunidad para presionar con la adopción de un Plan de Acción que tienda a controlar el crecimiento demográfico: :“La opción esencial, está en determinar si se elige la limitación consciente y voluntaria de los nacimientos y el consumo individual, para evitar las presiones excesivas sobre los sistemas naturales de la Tierra, o si se continúan presionando los límites biológicos de la Tierra, hasta que sea obligatorio reglamentarlo.”
Dentro de este marco de terrorismo ecológico, refrendado además en la Cumbre de la Tierra, de 1992, en Río, organizada por las Naciones Unidas, de la que surgió la Agenda XXI, y todas las Conferencias Internacionales que ese mismo organismo internacional, celebró hasta la fecha, ha quedado patente que: el hombre es la única especie que realmente está en extinción.
III.- El primer medio ambiente humano natural: el útero materno
La Declaración de Principios o Declaración de Río sobre el Medio ambiente y el Desarrollo. El Principio Nº 1 afirma que los seres humanos:
“Tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza.”
Los esfuerzos legislativos por sancionar leyes de salud reproductiva a todos los niveles, que induzcan a la población a emplear métodos anticonceptivos, a esterilizarse, o a abortar, sin límites de edad, reflejan el escaso valor que los centros de poder económico y político, está dando a la vida humana.
El hombre sólo es concebido como un engranaje más del aparato productivo y consumidor, no como una persona, y sólo "vale" en la medida que esté sano, produzca y consuma, para el “gran recaudador”.
Además del espectro expuesto con referencia a la ecología externa al hombre, puede observarse que, también se agrede, con la sanción de leyes como las comentadas en el párrafo anterior, a la ecología íntima humana: el primer medio ambiente humano natural, que es, sin duda, el útero materno.
Todas las prácticas expuestas, afectan en mayor o menor medida, y muchas veces, en forma irremediable, la capacidad procreativa natural de los seres humanos.
Por otro lado, al concebirse embriones in vitro, crioconservarse en tubos de nitrógeno líquido, gestarse en úteros subrogados, queda muy poco argumento para afirmar, que se respeta el derecho de todo niño, de ser concebido y gestado en condiciones dignas, esto es, dentro de su hábitat natural: el útero materno.
Es, lamentablemente, dentro del mismo útero materno, en donde los niños corren más peligro. Es el lugar en dónde más discutida está su protección. En su primer hábitat.
La intimidad ecológica del acto procreativo, se ha visto invadida frente a la intervención de un equipo de laboratorio para concebir un niño.
¿Una probeta con enzimas, puede equipararse al hábitat femenino natural, destinado a la concepción de un niño?
La vida humana, es, sin duda, un valor supremo, pero con lo expuesto, ha quedado claro que se están haciendo enormes esfuerzos por desvincularla de su participación natural en el medio ambiente, en su medio ecológico. Desde el mismo momento de su concepción, más tarde durante su gestación, y después del nacimiento, en su hábitat.
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Por la Dra. Liliana Angela Matozzo
I. Derecho a un medio ambiente sano.
La idea de la necesidad de mantener la armonía entre el hombre y la naturaleza, se remonta a las épocas más primitivas de la historia de la humanidad, y se manifiesta asimismo en todas las religiones.
Sin embargo, la toma de conciencia del derecho al medio ambiente sano, con carácter general por parte de todas las sociedades y de todos los gobiernos, se ha producido a lo largo de las tres últimas décadas, especialmente a partir del Congreso de Estocolmo de 1972.
El derecho al medio ambiente sano es aquel, entre los derechos humanos de la tercera generación, que tiene por finalidad garantizar el mantenimiento de aquellas condiciones de la naturaleza, que permitan preservar la generación y la conservación de la vida humana.
El objeto sobre el que recae la protección del derecho, es el medio ambiente, entendido como (Párrafo 6º del Preámbulo de la Declaración de Río sobre el medio Ambiente y el Desarrollo): “la naturaleza integral e interdependiente de la Tierra, nuestro hogar.”
El medio ambiente tiene dos dimensiones fundamentales:
-El medio ambiente natural o abierto integrado por la biosfera, el aire, el agua, y el suelo, en cuanto que constituyentes del factor vida, y los ecosistemas, producto de la interacción entre los seres vivos y el medio.
-El medio ambiente cerrado, es decir, aquel que ha sido construido por el hombre para realizar su vida, satisfaciendo así su sistema de necesidades.
Dentro del medio ambiente natural, como objeto genérico del derecho al medio ambiente sano, se pueden incluir como objeto específico del mismo:
-La conservación de la diversidad biológica, la utilización sostenible de sus componentes y la participación justa y equitativa de los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos. (Artículo 1 del Convenio de las Naciones Unidas sobre la diversidad biológica, firmado en Río de Janeiro el 5 de Junio de 1992.)
-La gestión, conservación y desarrollo sostenible de los bosques y el cuidado de sus funciones y usos múltiples y complementarios. (letra b) del Preámbulo de la Declaración de Principios no vinculantes jurídicamente, pero con autoridad, para un acuerdo mundial sobre gestión, conservación y desarrollo sostenible de todos los tipos de bosques, firmada en Río de Janeiro en Junio de 1992.
El fundamento último del derecho al medio ambiente sano, no es otro que la dignidad de la persona humana.
El fundamento inmediato del derecho al medio ambiente sano, consiste en la necesidad de salvaguardar el medio ambiente, en condiciones de asegurar la evolución biológica natural de la especie humana, y como instrumento asegurador de la realización de los demás derechos humanos.
El derecho al medio ambiente sano, está relacionado con el derecho a la vida en todas sus acepciones.
II.- Terrorismo ecológico
“Los sistemas biológicos primarios del mundo: las zonas de pesca oceánica, las praderas, los bosques y las tierras de cultivo, están alcanzando su límite a medida que la población aumenta.”
Los franceses usan la adivinanza para enseñar a los niños en la escuela primaria, la naturaleza del crecimiento exponencial. Dice la adivinanza: hay un estanque de nenúfar que tiene una sola hoja. Cada día se duplica el número de hojas, o sea, dos hojas el segundo día, cuatro el tercero, ocho el cuarto, y así sucesivamente. “Si el estanque está lleno el día treinta, “pregunta la maestra, “¿en qué momento está lleno hasta la mitad?. Respuesta: “El día veintinueve”.
Según los franceses, y la Agencia de Desarrollo Internacional de los Estados Unidos (AID), el estanque global de nenúfares en que vivimos 4 mil millones de personas (hoy 6 mil millones), puede estar ya lleno por lo menos hasta la mitad. Así, en la próxima generación, la población mundial podría duplicarse, llenando así totalmente el “estanque”. Si ocurre esta duplicación, agregan, la gran mayoría de los países enfrentará tensiones y presiones ecológicas, económicas y políticas que bien pueden resultar inmanejables.
“Esperar que los sistemas biológicos y recursos energéticos del mundo, resistan cuando las presiones demográficas se tripliquen o cuadrupliquen, es, sencillamente, esperar demasiado.”
La adivinanza del Día Veintinueve, es una de las tantas evidencias, de que es política de seguridad demográfica para el Primer Mundo, “amoldar las necesidades y las cifras humanas, a los recursos de la Tierra”.
“Cuando la población del mundo sobrepasó el jalón de los 4 mil millones en 1976, alcanzó un nivel más allá del cual, todo crecimiento asumía un carácter nuevo y perturbador.”
De lo expuesto, resulta que, a raíz del crecimiento demográfico, la pesca, el cultivo y el pastoreo excesivos, y de que existe peligro de deforestación y contaminación, se pierden las tierras fértiles, los océanos están llenos de desperdicios, las especies (animales y vegetales) están en peligro de extinción, aparecen enfermedades inducidas por el ambiente, el clima cambia, se producen desastres naturales; en síntesis: tenemos un sistema biológico recargado, en donde se hace imprescindible desalojar al hombre. El crecimiento demográfico no implica necesariamente su institución como factor de deterioro ambiental.
El deterioro ambiental obedece a la irracionalidad de los estilos de desarrollo imperantes, que se expresan en el predominio de pautas de consumo inapropiadas.
Ninguna sociedad tiene el derecho de establecer modelos de consumo y producción, que socaven la habilidad de otras sociedades de desarrollarse.
Sería necesario colocar los hábitos excesivos de consumo de los países ricos en primer lugar, asignándoles la responsabilidad primaria, y evitar atribuir al simple hecho de ser pobre un efecto de contaminación ambiental, cuando además muchos países en desarrollo se ven obligados a constituirse en "basureros tóxicos, nucleares, etc." de los países del primer mundo.
Existe la llamada "opinión científica generalizada", de que la sobrepoblación y la degradación de nuestra ecología están amenazando la supervivencia del planeta Tierra.
De hecho, no existe tal consenso. Ninguna persona sensata negará que tenemos problemas ambientales como la contaminación, pero éstos están muy lejos de conducir a la catástrofe ecológica.
Todos creemos, equivocadamente, que estamos viviendo unos encima de los otros. Los seres humanos nos aglomeramos ahora al igual que en el pasado, no por falta de espacio en el planeta, sino porque necesitamos trabajar juntos, comprar y vender, para dar y recibir servicios los unos de los otros.
La mayor parte de la Tierra está aún vacía, como lo comprobamos cuando volamos sobre ella.
Se estima que el área ocupada por los seres humanos no representa más del l% de toda la superficie terrestre.
El crecimiento demográfico, definitivamente, no constituye el principal factor de deterioro ambiental. Por lo tanto, no es necesario buscar la congruencia entre las políticas de población y la preservación del medio ambiente, para adoptar estrategias de desarrollo ambientalmente sustentables. También, es necesario reforzar, la inclusión de elementos de sensibilización y conocimiento sobre las cuestiones de población y de medio ambiente, en los programas de educación y comunicación.
Es importante que los Gobiernos, implementen acertadas y eficaces políticas de vialidad y transporte, favoreciendo el cómodo traslado de las personas y las cosas mientras que se evita el uso descontrolado y congestivo de vehículos.
Cabe destacar, que algunos grupos con intereses muy especiales, ven en la crisis ambiental una oportunidad para presionar con la adopción de un Plan de Acción que tienda a controlar el crecimiento demográfico: :“La opción esencial, está en determinar si se elige la limitación consciente y voluntaria de los nacimientos y el consumo individual, para evitar las presiones excesivas sobre los sistemas naturales de la Tierra, o si se continúan presionando los límites biológicos de la Tierra, hasta que sea obligatorio reglamentarlo.”
Dentro de este marco de terrorismo ecológico, refrendado además en la Cumbre de la Tierra, de 1992, en Río, organizada por las Naciones Unidas, de la que surgió la Agenda XXI, y todas las Conferencias Internacionales que ese mismo organismo internacional, celebró hasta la fecha, ha quedado patente que: el hombre es la única especie que realmente está en extinción.
III.- El primer medio ambiente humano natural: el útero materno
La Declaración de Principios o Declaración de Río sobre el Medio ambiente y el Desarrollo. El Principio Nº 1 afirma que los seres humanos:
“Tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza.”
Los esfuerzos legislativos por sancionar leyes de salud reproductiva a todos los niveles, que induzcan a la población a emplear métodos anticonceptivos, a esterilizarse, o a abortar, sin límites de edad, reflejan el escaso valor que los centros de poder económico y político, está dando a la vida humana.
El hombre sólo es concebido como un engranaje más del aparato productivo y consumidor, no como una persona, y sólo "vale" en la medida que esté sano, produzca y consuma, para el “gran recaudador”.
Además del espectro expuesto con referencia a la ecología externa al hombre, puede observarse que, también se agrede, con la sanción de leyes como las comentadas en el párrafo anterior, a la ecología íntima humana: el primer medio ambiente humano natural, que es, sin duda, el útero materno.
Todas las prácticas expuestas, afectan en mayor o menor medida, y muchas veces, en forma irremediable, la capacidad procreativa natural de los seres humanos.
Por otro lado, al concebirse embriones in vitro, crioconservarse en tubos de nitrógeno líquido, gestarse en úteros subrogados, queda muy poco argumento para afirmar, que se respeta el derecho de todo niño, de ser concebido y gestado en condiciones dignas, esto es, dentro de su hábitat natural: el útero materno.
Es, lamentablemente, dentro del mismo útero materno, en donde los niños corren más peligro. Es el lugar en dónde más discutida está su protección. En su primer hábitat.
La intimidad ecológica del acto procreativo, se ha visto invadida frente a la intervención de un equipo de laboratorio para concebir un niño.
¿Una probeta con enzimas, puede equipararse al hábitat femenino natural, destinado a la concepción de un niño?
La vida humana, es, sin duda, un valor supremo, pero con lo expuesto, ha quedado claro que se están haciendo enormes esfuerzos por desvincularla de su participación natural en el medio ambiente, en su medio ecológico. Desde el mismo momento de su concepción, más tarde durante su gestación, y después del nacimiento, en su hábitat.
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