Homilía 24.05.09
Por Mons. Miguel Esteban Hesayne, Obispo
Un nuevo 25 de mayo… escarapelas y banderas, canto del Himno patrio y desfiles, recuerdos de nuestros próceres en emotivos discursos. Por cierto, no hay que olvidar las gestas históricas que dieron principio a nuestra Patria. Pero,¿ nos quedamos ahí?
Nuestro pasado que recordamos glorioso, no nos tiene que ocultar la realidad con sus luces y sus sombras de entonces ni distraernos de nuestro presente. En madurez cívica y en madurez de nuestra Fe Cristiana hemos de tomar conciencia de la responsabilidad personal de construir la Nación Argentina, según las posibilidades y condición de cada uno. Para los argentinos cristianos, la fiesta cívica tiene también su dimensión religiosa. No solo de plegaria sino también de compromiso político. Es hora que asumamos nuestro personal compromiso cristiano de colaborar -codo a codo con hombres y mujeres de buena voluntad- en reconstruir el tejido social de la sociedad argentina. Ni pesimistas ni optimistas. Realistas. Estamos viviendo un caos social-político: confusión-desorden-incoherencia-desconcierto-falta de transparencia.
Cada católica/o ha de pensar como el obrero medioeval que estaba picando una piedra en la construcción de una Catedral y al preguntársele qué hacía, respondió con sencillez: “una Catedral”. Cumplía con lo que le correspondía, pensando en el proyecto global. Con sabiduría de pensar la grandeza de la Patria y obrar lo que en responsabilidad le corresponda, el miembro de la Iglesia, ha de ponerse la “Patria al hombro” en feliz expresión del Cardenal Bergoglio.
Entonces la Iglesia ¿ha de “meterse en política”? Claro que sí y no será una “entrometida”. Si no tuviera en cuenta la “política” traicionaría a Jesús y a la Patria. [1]
La dimensión política es fundamental para la convivencia humana porque el ser humano es político. Animal político lo definió Aristóteles. Así lo entendió Jesús; por eso, puso en el centro de sus preocupaciones al Hombre, cuando sentenció la ley es para el hombre y no el hombre para la ley. Entregó su vida por la justicia de Dios que busca la convivencia en Paz; la concordia ciudadana como resultado del diálogo entre los que piensan distinto para lograr relaciones en igualdad de posibilidades equitativas.
Jesús con su mismo proceder orientó la mirada de sus discípulos. Orientaciones que han quedado transcriptas en la parte de la Biblia que llamamos Nuevo Testamento.
La Iglesia a través de todos sus miembros ha de buscar la convivencia humana pacífica, justa y equitativa, asumiendo criterios y actitudes de Jesús que sirvan para resolver los conflictos sociales-políticos que perturban la vida ciudadana. Esto es “hacer política.” La Iglesia mirando a Jesús ha de imitar, también, la estrategia de “su” política. Jesús no excluyó a ninguna persona. Dialogó hasta con los poderosos aunque se sintieran molestos y lo rechazaran. Se colocó, en forma notable y escandalosa para ciertos “poderosos”, de parte de los más débiles de su época: los pobres, los sufrientes, los marginados, los oprimidos, lo deshonrados, los niños, las mujeres…
San Pablo el gran apóstol, siguiendo apasionadamente a Jesús, denuncia la decadencia moral de la sociedad romana de su época y moviliza la Iglesia de la Roma Imperial para que los cristianos vivan valores del Reino en forma testimonial y motivadora de una nueva convivencia ciudadana. Rom.1, 1-32 / 8, 19ss. Les exige cambios socio-políticos desde las bases mostrando, como comunidad cristiana, un modo de vivir distinto al resto pagano porque están animados por el Espíritu Santo.
El caos social-político argentino es una interpelación a la conciencia ciudadana de cada miembro de la Iglesia. Es un llamado a saldar la “deuda interna” de la Iglesia Católica: la indiferencia cívica de la mayoría de sus miembros y la ausencia de valores evangélicos en la actividad política. Interpelación que motiva a los Pastores a implementar una catequesis social-política desde la iniciación sacramental y a jóvenes y adultos a integrar comunidades donde se procese el acontecer político con la Biblia. Surgirá así, una ciudadanía exigente de gobernantes probos, honestos y coherentes.
[1] La Iglesia es un cuerpo organizado. En Política un servicio prestan los Pastores y otro el laicado. Cfr. Vaticano II.-Puebla-Aparecida
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