sábado, 23 de mayo de 2009

DESDE EL EVANGELIO: JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES




Es necesario que el ciberespacio sea iluminado por una cultura que diga referencia al mundo de la verdad, la belleza y el bien, como expresión de la riqueza y dignidad profunda del hombre.


Por Mons. José María Arancedo

Cada año en la Fiesta de la Ascensión del Señor la Iglesia celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Con tal motivo el Santo Padre nos ofrece un Mensaje en el que valora el sentido y la importancia de esta realidad que ocupa un lugar tan destacado en la vida de la sociedad. Este año lo ha titulado: “Nuevas tecnologías, nuevas relaciones. Promover una cultura de respeto, de diálogo y amistad”.

Estas nuevas tecnologías, afirma: “son un verdadero don para la humanidad y por ello debemos hacer que sus ventajas se pongan al servicio de todos los seres humanos y de todas las comunidades, sobre todo de los más necesitados y vulnerables”. No debemos quedarnos en contemplar sólo un adelanto tecnológico, sino descubrir en él una expresión de la misma naturaleza humana que busca comunicarse. En efecto, cuando deseamos comunicarnos estamos respondiendo, nos dice, “a una llamada que está grabada en nuestra naturaleza de seres creados a imagen y semejanza de Dios, el Dios de la comunicación y la comunión”. Qué linda expresión, la comunicación es camino de comunión.

Desde esta perspectiva el uso de las nuevas tecnologías de comunicación, que nos introducen en la llamada generación digital, nos comprometen a promover una “cultura de respeto, diálogo y amistad”. Como toda obra humana, el mundo de la comunicación digital, pertenece al ámbito de la ética que da sentido y responsabilidad a su ejercicio. Por ello, “quienes se ocupan de la producción y difusión de los nuevos medios, han de comprometerse a respetar la dignidad y el valor de la persona humana”. Con la fuerza de una denuncia agrega: “quienes las usan deben evitar compartir palabras e imágenes degradantes para el ser humano, y excluir por tanto lo que alimenta el odio y la intolerancia, envilece la belleza y la intimidad de la sexualidad humana, o lo que explota a los débiles e indefensos”.

Para ello, es necesario que el ciberespacio sea iluminado por una cultura que diga referencia al mundo de la verdad, la belleza y el bien, como expresión de la riqueza y dignidad profunda del hombre. Por ello advierte el Papa que no hay que dejarse engañar por quienes sólo buscan, a través de estas nuevas tecnologías, consumidores “en un mercado de posibilidades indiferenciadas, donde la elección misma se presenta como el bien, la novedad se confunde con la belleza y la experiencia subjetiva suplanta a la verdad”. Aquí adquiere un valor fundamental la formación ética de quién emite y la capacidad crítica del que recibe estos mensajes y es capaz de discernir. La educación, como ámbito del desarrollo moral y espiritual del hombre, es clave para afrontar este nuevo estadio de la humanidad del que somos protagonistas pero también responsables de su futuro. Hay un mundo que nace de nuestras manos.

Aprovecho esta celebración para hacerles llegar a todos los que trabajan en este espacio de los medios de comunicación mis palabras de cercanía y afecto, como de estímulo para construir desde los medios una cultura de respeto, de diálogo y amistad. Reciban junto a mis oraciones, mi bendición en el Señor.

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