domingo, 19 de abril de 2009

“TESTIGOS DE LA PASCUA”


En todas las épocas de la historia de la Iglesia, antes que los métodos y estrategias de evangelización, aquello que ha motivado el anuncio han sido los tantísimos hombres y mujeres que van buscando la Santidad, y con su testimonio de vida han hecho presente a Jesucristo Resucitado.

Carta del Obispo de Posadas – 2º domingo de Pascua – 19.04.09

Por Mons. Juan Rubén Martínez

Durante varias semanas estaremos celebrando el tiempo pascual. Es un tiempo para animarnos en la esperanza, porque Cristo resucitó y la vida triunfa sobre la muerte. Esta es la experiencia gozosa de los Apóstoles que nos presenta el Evangelio de este domingo (Jn. 20,19-31). Ellos estaban reunidos en un lugar de Jerusalén y llenos de temor. No era para menos, lo habían matado a quien ellos seguían y no sabían que podría pasarles. El texto bíblico nos dice: “Jesús poniéndose en medio de ellos, les dijo ¡La paz esté con ustedes!... Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes” (Jn. 20,19-20). Esta experiencia de fe era fundamental para que los Apóstoles reciban el mandato de evangelizar.

Quizá nos venga bien repasar estos textos pascuales, para ubicarnos sobre cual es el aporte que nuestro tiempo necesita de los cristianos. Este encuentro pascual fue fundamental para que los Apóstoles sobrelleven las dificultades de su tiempo. Nosotros también necesitamos de esta experiencia de fe Pascual y de una espiritualidad más profunda, para ser testigos en medio de tantos problemas y desafíos en este inicio del siglo XXI.

En todas las épocas de la historia de la Iglesia, antes que los métodos y estrategias de evangelización, aquello que ha motivado el anuncio han sido los tantísimos hombres y mujeres que van buscando la Santidad, y con su testimonio de vida han hecho presente a Jesucristo Resucitado. Es cierto que en una sociedad marcada sobre todo por una visión del hombre materialista y consumista, y que busca imponerse desde los grandes mega medios, y desde organismos internacionales que someten con presiones políticas y económicas, incluso a naciones, gobiernos y parlamentos…, es difícil para los cristianos discernir y no mimetizarse “con lo que ordena el mundo “supuestamente” moderno y avanzado”.

En América Latina, en Aparecida y en nuestra Diócesis con “las Orientaciones pastorales” de nuestro Sínodo, hemos visto y decidido que el camino para responder a nuestro tiempo es el del seguimiento a Cristo, el Señor, desde la experiencia de la Pascua, en el camino del discipulado y la misión. En Aparecida se señalaba la necesidad de esta presencia cristiana en “los nuevos aerópagos y centros de decisión”: “Queremos felicitar e incentivar a tantos discípulos y misioneros de Jesucristo que, con su presencia ética coherente, siguen sembrando los valores evangélicos en los ambientes donde tradicionalmente se hace cultura y en los nuevos aerópagos: el mundo de las comunicaciones, la construcción de la paz, el desarrollo y la liberación de los pueblos, sobre todo de las minorías, la promoción de la mujer y de los niños, la ecología y la protección de la naturaleza. Y “el vastísimo aerópago de las culturas, de la experimentación científica, de las relaciones internacionales”. Evangelizar la cultura, lejos de abandonar la opción preferencial por los pobres y el compromiso con la realidad, nace del amor apasionado a Cristo, que acompaña al Pueblo de Dios en la misión de inculcar el Evangelio en la historia, ardiente e infatigable en su caridad samaritana” (491).

Aunque no fue suficientemente reflejado en los medios de comunicación, debemos agradecer a Dios la intensidad con que se vivió la Semana Santa y la Pascua en todas las comunidades y localidades de nuestra Diócesis. Desde el Domingo de Ramos, la Misa Crismal en Oberá, las celebraciones del triduo Pascual, los vía crucis y las visitas a las Iglesias… fueron una experiencia viva de la fe católica de nuestro pueblo misionero. Es importante señalar y comunicar estas expresiones sanas, profundas de nuestra gente, ya que muchas veces se tiende a mostrar solo algunas situaciones conflictivas o problemáticas generalizando y distorsionando la realidad al quedar en el silencio la gran mayoría de acciones y realidades maravillosas vividas por nuestra gente, laicos, sacerdotes y consagrados, que desde la cotidianidad son los que hacen fecundo nuestro tiempo.

Tenemos que agradecer a Dios y a tantos hermanos y hermanas el testimonio pascual que dan, aún en el dolor y sufrimiento, con sus vidas son testigos de la esperanza.

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!


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