domingo, 22 de marzo de 2009
COMPARTIENDO EL EVANGELIO: “PARA QUE TODOS LOS QUE CREEN EN EL, TENGAN VIDA ETERNA”
Digamos una cosa que es tan clara: el sucio, ensucia; para un ladrón, todos son ladrones, para un hipócrita, todos son hipócritas, porque de esta forma, si son muchos, justifican su mala acción.
Reflexión de Mons. Rubén Oscar Frassia
Domingo 22 de marzo de 2009
4º domingo de Cuaresma
Evangelio según San Juan 3, 14-21 (Ciclo B)
“Para que todos los que creen en El, tengan vida eterna”
Estamos ante lo propio de Dios.
El amor que Dios nos tiene.
Dios tiene pasión por los hombres.
Dios tiene pasión por nosotros.
Nos ama entrañablemente.
Y tan entrañablemente nos ama que nos envía a su propio Hijo para que, creyendo en El, tengamos vida.
Para que creyendo en El tengamos vida eterna.
Dios no vino al mundo para juzgarlo y condenarlo.
¡Dios vino para salvarlo y no para condenarlo!
¡Dios vino para darnos su gracia, su amor, su amistad y su vida; y la luz!
Pero, ¿qué quieren que les diga?
¡Si hay personas que no lo quieren recibir!
¡Si hay personas que lo quieren rechazar!
¡Si hay personas que se esconden!
¡Si hay personas que no le confían y no tiene fe en El!
¡Si no tienen fe, Dios no obra!
¡Si hay personas que se obstinan en el mal, pensando que Dios no ve o pensando que uno tiene derecho a hacer cualquier cosa como si uno fuera patrón! ¡Y no se dan cuenta que uno es administrador y que Dios nos presta la vida, pero que tenemos que dar cuenta de ella a Dios y también a nuestros hermanos!
¡No es que Dios no tenga misericordia!
¡Es uno mismo que se separa de su misericordia!
¡Es uno mismo que cierra su corazón!
¡Es uno mismo que se obstina en permanecer en la ceguera, o en la oscuridad, o en la esclavitud, o en la mentira, teniendo miedo a aquellos que viven en la luz, pues la luz irradia y ellos pueden quedar descubiertos!
Digamos una cosa que es tan clara: el sucio, ensucia; para un ladrón, todos son ladrones, para un hipócrita, todos son hipócritas, porque de esta forma, si son muchos, justifican su mala acción.
Vamos a pedir, en esta Cuaresma, que aceptemos la propuesta de Dios;
Que vivamos en la luz;
Que salgamos de nuestra ceguera;
Que encontremos sentido y dirección a nuestra vida para dársela a los demás.
Acordémonos que Dios nos participa, y como decía San Cipriano “no puede amar a Dios como Padre quien no ama a la Iglesia como Madre”.
Dios nos participa de su divinidad.
Dios nos hace nuevos.
Dios transforma iluminándonos, dándonos sentido.
En esta Cuaresma tenemos que darnos cuenta de la participación y vivir más convencidos.
Pero no nos apuremos, ¡más convencidos de lo humano y más convencidos de lo cristiano!
¡Yo no puedo ser cristiano si soy una mala persona!
¡Yo no puedo ser una buena persona si no me abro a lo cristiano!
Esto es así y pidamos al Señor esta gracia para que en esta Cuaresma saquemos este velo y podamos vivir una vida nueva.
Les dejo mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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