Cada vez más parecería que ser judío en el siglo XXI en Europa –y progresivamente en todo el resto del planeta- repetirá lo que significaba ser judío entre los siglos XI y XVII en Europa, cuando estaban en plena vigencia las cruzadas, la inquisición y las expulsiones. Para entenderlo basta convertir algunos términos de antaño a los códigos de la modernidad.
Por León Trahtemberg, Lima, Perú
Ya no se trata de que los judíos usen algún distintivo, sino más bien intimidarlos para que no lo usen. Ya no se trata de convertirlos al cristianismo para salvarse, sino al antisionismo. Ya no se trata de prohibir su acceso a las universidades, sino de convertirlos en una minoría oprimida por catedráticos que adoptaron el credo y financiamiento islámico. Ya no se trata de tergiversar el sentido de sus celebraciones religiosas más tradicionales como Pesaj, aduciendo que era la oportunidad para cometer crímenes rituales contra los niños cristianos para extraerles la sangre que se usaría para preparar el pan ázimo (matza). Ahora se trata de tergiversar el sentido de las conmemoraciones nacionales como Yom Haatzmaut (independencia de Israel) y el Holocausto (genocidio judío a manos nazis). Al primero se le asocia el término árabe Nakba (cataclismo palestino) y al segundo se alude para referirse al holocausto palestino (a manos de Israel).
Los escritos de la época en Europa eran expresamente antisemitas, en cambio ahora son anti-israelíes, aunque usando los mismos estereotipos del judío inteligente pero perverso, explotador, inmoral y con pretensiones de dominio del mundo que eran usuales en aquellas épocas. Hablar mal de los judíos era lo corriente en todas las clases sociales al igual que se hace hoy en relación a judíos e israelíes.
Aprovechar del talento de los judíos de modo discreto (los médicos y judíos financistas de las cortes) pero sin dejar de atacarlos en público, significa hoy en día en Europa que sus líderes aprovechen la ciencia y tecnología israelíes, inclusive la militar y el know-how del Mosad, pero en secreto, sin dejar de atacarlos en público, porque es lo políticamente correcto sobre todo en países donde hay una fuerte presencia musulmana… Podría seguir, pero es suficiente.
¿Qué opción tenían los judíos de la edad media? Convertirse, emigrar o quedarse en su país como objeto de agresión o víctima de algún pogrom colectivo o asesinato individual. Algo no tan lejos a lo que les ha tocado vivir a los judíos que vivían en los países árabes desde la independencia de Israel, y que están viviendo hoy los judíos de Europa (podríamos incluir a los venezolanos). La pregunta a los dirigentes judíos mundiales y en especial de cada comunidad es ¿están preparados para este reto? ¿Está educada su juventud para sostenerse con la frente en alto frente a esta avalancha antijudía con el disfraz antisionista?
Cuando vemos dirigentes que agachan la cabeza, se resignan a su suerte, esperan pasivamente que por la mano de Dios o la vocación democrática y tolerante de algunos gentiles respetuosos de las identidades personales pase el temporal (hasta el nuevo round), tenemos que preocuparnos. Cuando vemos jóvenes y adultos ignorantes en temas judíos e israelíes tomar distancias del sionismo, de Israel, someterse a la propaganda palestina amplificada por la mayoría de las agencias noticiosas europeas que colaboran con ella, debemos preocuparnos. Cuando vemos judíos escondiendo su identidad, identificándose con el agresor, atacando a Israel en los momentos en que sus enemigos animan su destrucción, tenemos que preocuparnos. Cuando vemos a intelectuales y líderes empresariales o gremiales brillar por su ausencia en el tratamiento del tema israelí, para no mancharse en un tema complejo e impopular, tenemos que preocuparnos.
¿Cómo a partir de un liderazgo de estas características se va a cultivar una nueva generación de judíos orgullosos de su identidad, activos en su comunidad, presentes en la vida pública sin ocultar su apellido y su origen? ¿Saber recitar los rezos o donar dinero para las causas judías los exime de dar la batalla por Israel, que es la batalla por los derechos judíos?
Afortunadamente hay muchos judíos dignos en los más diversos roles y posturas ideológicas y religiosas que dan la cara y se compran el pleito, cumpliendo el sagrado precepto de velar por la continuidad del pueblo judío, hasta la llegada del Mesías o de la democracia mundial. La pregunta es si en el futuro cercano aún contaremos con la masa crítica de judíos capaces de sostener al pueblo frente a estos retos, o si paulatinamente ésta seguirá diluyéndose como la capa de ozono que en varios lugares del mundo ya no puede impedir la mortal radiación.
Por ahora, Israel pone una fuerte porción de esa masa crítica, que protege aún a los judíos críticos de Israel. Pero si las comunidades judías no hacen su tarea, el calentamiento antisemita global derretirá también a las heladas comunidades anquilosadas y pasivas.
En ese sentido, las intifadas y los ataques de Hizballah y Hamas a Israel deben ser leídos no solo en el terreno de las explosiones antisionistas y antisemitas, sino también en el de la educación y las políticas comunitarias judías.
“La sabiduría sirve de freno en la juventud, de consuelo a los viejos, de riqueza a los pobres y de adorno a los ricos” – Diógenes
Un envío de Claudio E. Gershanik
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