El Obispo Martorell advirtió que no se puede construir la sociedad sin Dios
Eldorado, 29 de septiembre de 2008
El Obispo de Puerto Iguazú, Marcelo Raúl Martorell, con ocasión del 98 aniversario de la fundación de la ciudad de Eldorado, ubicada en el norte misionero, dijo que “no se puede construir la sociedad sin fe y sin Dios”.
En presencia de autoridades municipales, representantes de las diversas instituciones civiles, militares y público en general de la ciudad de Eldorado, denominada la Capital del Trabajo, Monseñor Martorell ofició solemne misa en la parroquia San Miguel en la que se refirió a las obligaciones y deberes que pesan sobre todos los llamados a conducir personas, en los distintos ámbitos: políticos, sociales o religiosos. En este orden subrayó que “los que hacemos la historia, debemos saber leer la presencia de Dios, puesto que Dios nos puso en la tierra para engrandecerla y transformarla sirviendo desde el amor mutuo y el bien común, cosas sobre las que nos pedirá cuenta Dios al final de nuestras vidas. Cada uno desde su puesto debe ser perpicaz para ver qué quiere Dios y qué hay que hacer en este momento de la historia”.
En su homilía el Obispo destacó la importancia de construir la sociedad con la paz, la solidaridad y las virtudes evitando todo lo que no es de Dios señalando que “todo lo que desintegra tanto a las personas individualmente como a la comunidad, no es de Dios”. Señaló asimismo que “todos los que tengamos alguna responsabilidad al frente de una comunidad, empresa o ciudad debemos empeñarnos en la búsqueda del bien común de los hombres y colaborar todos juntos en paz y en armonía buscando inteligentemente el bien general de todos los ciudadanos”.
“Busquemos la sabiduría en el amor y la verdad, porque solamente así podremos dejar una huella en la historia, digna de ser leída y capaz de ser amada. Solamente así construiremos la paz, la solidaridad y seremos verdadera familia humana, una familia de hermanos incluidos, de ciudadanos con grandeza”, señaló el Obispo Martorell al tiempo que pidió que se ore para que “Dios no calle por la soberbia humana, porque cuando Dios guarda silencio en una sociedad, ésta empieza a morir y se gestan las peores violencias y los grandes desastres sociales, financieros y políticos”.
Finalizó su homilía pidiendo a Dios que “envíe a sus ángeles con sus mensajes y que los hombres seamos capaces de abrir el corazón para escuchar y servir a Dios y a los demás”, al tiempo que encomendó a las ciudades y a la patria a la Virgen María, Madre de Jesús que es la verdad, el amor y el príncipe de la paz.
Un envío de la Pastoral Social de la Diócesis de Puerto Iguazú
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En presencia de autoridades municipales, representantes de las diversas instituciones civiles, militares y público en general de la ciudad de Eldorado, denominada la Capital del Trabajo, Monseñor Martorell ofició solemne misa en la parroquia San Miguel en la que se refirió a las obligaciones y deberes que pesan sobre todos los llamados a conducir personas, en los distintos ámbitos: políticos, sociales o religiosos. En este orden subrayó que “los que hacemos la historia, debemos saber leer la presencia de Dios, puesto que Dios nos puso en la tierra para engrandecerla y transformarla sirviendo desde el amor mutuo y el bien común, cosas sobre las que nos pedirá cuenta Dios al final de nuestras vidas. Cada uno desde su puesto debe ser perpicaz para ver qué quiere Dios y qué hay que hacer en este momento de la historia”.
En su homilía el Obispo destacó la importancia de construir la sociedad con la paz, la solidaridad y las virtudes evitando todo lo que no es de Dios señalando que “todo lo que desintegra tanto a las personas individualmente como a la comunidad, no es de Dios”. Señaló asimismo que “todos los que tengamos alguna responsabilidad al frente de una comunidad, empresa o ciudad debemos empeñarnos en la búsqueda del bien común de los hombres y colaborar todos juntos en paz y en armonía buscando inteligentemente el bien general de todos los ciudadanos”.
“Busquemos la sabiduría en el amor y la verdad, porque solamente así podremos dejar una huella en la historia, digna de ser leída y capaz de ser amada. Solamente así construiremos la paz, la solidaridad y seremos verdadera familia humana, una familia de hermanos incluidos, de ciudadanos con grandeza”, señaló el Obispo Martorell al tiempo que pidió que se ore para que “Dios no calle por la soberbia humana, porque cuando Dios guarda silencio en una sociedad, ésta empieza a morir y se gestan las peores violencias y los grandes desastres sociales, financieros y políticos”.
Finalizó su homilía pidiendo a Dios que “envíe a sus ángeles con sus mensajes y que los hombres seamos capaces de abrir el corazón para escuchar y servir a Dios y a los demás”, al tiempo que encomendó a las ciudades y a la patria a la Virgen María, Madre de Jesús que es la verdad, el amor y el príncipe de la paz.
Un envío de la Pastoral Social de la Diócesis de Puerto Iguazú
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