sábado, 7 de febrero de 2009
EXPULSAN AL CURA QUE RESPALDÓ AL OBISPO WILLIAMSON
La comunidad lefebvrista separó al padre Abrahamowicz, que había negado la Shoá
Por Elisabetta Piqué
Corresponsal en Italia de La Nación
Mientras el Vaticano sigue a la espera de que el obispo negacionista Richard Williamson se retracte de sus "absolutamente inaceptables" posiciones negacionistas, tal como exigió el Papa, dando un paso significativo los lefebvristas italianos expulsaron ayer de sus filas a don Floriano Abrahamowicz, que lo había apoyado y había expresado posiciones similares.
Responsable en el nordeste italiano de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X de Padua, Abrahamowicz respaldó públicamente la semana pasada a Williamson, al afirmar que las cámaras de gas de los campos de concentración habían sido construidas "al menos para desinfectar".
Anteanoche, volvió a crear gran revuelo al definir el Concilio Vaticano II algo "peor que una herejía" y hasta "una cloaca máxima". Los lefebvristas italianos reaccionaron con mano dura y lo expulsaron "por graves motivos de disciplina". "Aunque dolorosa, la decisión de expulsión se hizo necesaria para evitar que fuera ulteriormente distorsionada la imagen de la Fraternidad San Pío X y, en consecuencia, dañada su obra al servicio de la Iglesia", indicó un comunicado.
Divisiones internas
La expulsión de don Floriano demostró que hay una suerte de división entre los lefebvristas. Un sector dialoguista apunta a reincorporarse a la Iglesia gracias a las concesiones de Benedicto XVI, que en vista de una reconciliación con los ultratradicionalistas de Marcel Lefebvre, primero rehabilitó la vieja misa tridentina, en latín, y hace dos semanas rehabilitó a cuatro obispos que habían sido excomulgados por Juan Pablo II en 1988, entre los cuales estaba el negacionista Williamson.
En la vereda de enfrente hay un sector de "halcones", más combativo que nunca, que sigue sin querer saber nada ni con el papa de Roma, ni con un reconocimiento "pleno" del Concilio Vaticano II (1962-65), tal como exigió el Papa.
En la línea de las "palomas", el superior francés de la Fraternidad San Pío X, el abate Régis de Cacqueray-Valménier, rechazó ayer toda "amalgama" entre las posiciones de la congregación y las declaraciones de Williamson. "La Fraternidad Sacerdotal San Pío X condena firmemente toda forma de odio hacia los judíos como toda forma de odio hacia otras razas, porque se oponen a la justicia y a la caridad", dijo en un comunicado.
Mientras Williamson sigue encerrado en el seminario de La Reja, en la Argentina, hay analistas que creen que entre la Santa Sede y los lefebvristas hay una carrera contrarreloj. "El ultimátum vaticano tiene que producir respuestas claras y positivas en breve, si no se quiere que el asunto recaiga como un bumerán sobre el Papay aumente el efecto desastre de estas semanas", indicó Marco Politi, de La Repubblica.
Lo cierto es que ya comienza a haber quienes hacen autocrítica en el Vaticano. "No logramos tener el control de la comunicación", confesó el padre Federico Lombardi, director de la Sala de Prensa de la Santa Sede. En una entrevista con el diario católico francés La Croix ,Lombardi admitió que si el Vaticano hubiera emitido una nota explicativa inmediatamente después del clamor mediático por el levantamiento de la excomunión del obispo negacionista se hubieran evitado "semanas de pasión".
El vocero también dijo que "las personas que manejaron el caso no se dieron cuenta de la gravedad" de las afirmaciones de Williamson. Confirmó que el Papa ignoraba los antecedentes del monseñor británico, pero "que si había una persona que tenía que estar al corriente, ése era el cardenal [Darío] Castrillón Hoyos".
El purpurado colombiano, que preside la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, encargada de facilitar la plena comunión con los seguidores del cismático Lefebvre, es considerado uno de los responsables del escándalo, pero no el único. Según pudo saber LA NACION, en el Vaticano también apuntan el dedo hacia el cardenal Giovanni Battista Re, prefecto de la Congregación de los Obispos, quien firmó el decreto que levantó la excomunión. Este, sin embargo, hace unos días habló públicamente de Castrillón Hoyos como un cardenal pasticcione (que creó una gran confusión), pues lo responsabiliza de la gigantesca crisis que se desató en el Vaticano.
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