La realidad histórica en estos tiempos está sometida a un proceso ideológico totalitario. La ciudadanía está llamada a tomar decisiones racionales.
Por Nélida Rebollo de Montes
Un gobernante lúcido debe reconocer que la estrategia de desgaste y hostilidad, sin límites contra los que considera enemigos o piensan diferente ofrece a la ciudadanía y a la oposición la perspectiva de sumar adhesiones. Además el poder con táctica de venganza orientada hacia un objetivo político sólo le devuelve a ese poder reprobación y antipatía.
Son muchas las equivocaciones y cada vez más graves los errores de actuar y opinar con ligereza por falta de cultura histórica y por la ceguera en la continuidad de la provocación a quienes reclaman medidas justas.
La presidenta de nuestro país Cristina Fernández de Kirchner y la Ministra de Defensa Nilda Garré quitaron la guardia de Granaderos a Caballo en Yapeyú, instalada como homenaje permanente a su creador e hijo dilecto, Don José de San Martín, para trasladarla a Buenos Aires y recordar allí el 172º aniversario del natalicio del Padre de la Patria.
¿El motivo fue negarle al vicepresidente en ejercicio, Julio Cobos, presidir, por decisión del pueblo y gobierno de Yapeyú el homenaje al Libertador de tres Naciones? La protesta clamorosa por el agravio inferido invadió todos los ámbitos de nuestro país como así también las imágenes televisivas de banderas argentinas enarboladas en el pueblo natal de San Martín, que además, decidió vestir de granaderos a niños oriundos de la localidad quienes representaron, en una tierna edad, el cuerpo de granaderos creado por San Martín en el homenaje que se le hiciera en Yapeyú.
Los episodios hostiles y mordaces que se suceden desde las altas esferas con provocaciones en los discursos y acciones intimidatorias contra los ciudadanos o las instituciones que reclaman justicia ante el desconocimiento de la situación económica en que viven. A esto no escapa la errónea política agropecuaria que lleva a cabo el gobierno sin querer entender la verdadera realidad del sector rural que tiene que hacer frente permanentemente a problemas distintos que se vienen sucediendo, tras la pretensión de aplicar la resolución 121.
La creencia generalizada es que este gobierno no quiere que el país crezca y odia el campo. La entrevista concedida a la Comisión de Enlace transcurrió con la presencia de los invitados en un prolongado monólogo sin soluciones. Después de la entrevista la desconfianza y la bronca continuaron. La decepción es tal por haberse cambiado un sistema transparente por actitudes revanchistas.
La Comisión de Enlace opina que las retensiones siguen siendo altas a pesar de que la gente de los pueblos del interior han agotado sus recursos y revisten en un nivel de extrema pobreza habiendo comenzado ya la pérdida de empleos en las ciudades con los consiguientes problemas personales a los que hay que seguir asistiendo, aún en desventajas de lo que significa no poder recaudar y seguir siendo víctimas del acoso tributario; pero la trama intimidatoria sigue con ciertas amenazas a los ruralistas, tal el proyecto de la presidenta de estatizar el comercio de granos. La reacción ha sido inmediata al advertir que si eso tiene viso de verdad se agravará el conflicto. Por el momento la cadena agroindustrial rechazó en forma decisiva y rotunda el proyecto que estudia el gobierno para estatizar todo el comercio de granos.
Aproximadamente veinticinco entidades de productores agropecuarios, industriales, exportadores y corredores de granos han publicado el sábado 28 del corriente mes de febrero de 2009 una solicitada en la que advierten que una medida de estas características “pondrá a la sociedad argentina al borde de otro conflicto innecesario y de consecuencias impredecibles”. De concretarse la medida pondría en manos del Estado un negocio de 25.000 millones de dólares. Como ya hubo una apropiación millonaria del gobierno en las AFJP (Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones) que constituye lisa y llanamente una estafa, la gente piensa en un nuevo intento de hurto, ahora con el campo.
El rechazo a la obediencia ciega significa no permitir la intención de envilecer al pueblo y menos aceptar que se les anule toda capacidad de juicio moral y de independencia de espíritu. Si esto sucediera la sociedad y su gente se vuelven despreciables.
Con frecuencia olvidamos que el hombre se hace hombre en relación con sus semejantes, recogiendo enseñanzas y experiencias saludables. Asimilar la maldad, la indiferencia, la venganza y tantas otras crueldades no deja margen para ser cada día mejor en consonancia con la civilización que permite a las naciones mantener el orgullo de su condición moral e intelectual para que la cultura les haga recuperar la energía interna y el respeto así mismo. Estas cualidades tienen un valor incalculable.
Vivimos, en cambio, la triste realidad del desprecio a los valores éticos, burlados por los que no se reconocen en ellos, ni qué decir de los “valores políticos” reemplazados por la ambición desmedida. ¿Y los valores económicos?: son tenidos en cuenta con el único propósito de servirse así mismo a costa de la miseria de los demás. Se está degradando la concepción de la existencia del ser humano en el que deben persistir los valores éticos que constituyen la dirección más elevada de la personalidad, así la vida adquiere una forma humana regida por una ética personal.
Ojalá podamos superar el virus del odio, la privación extrema, la constante vulgaridad, la codicia, el enriquecimiento ilícito, la injusticia, la indiferencia cómplice; la docilidad del rebaño; el desenfreno sexual del violador, el pedófilo y de todo los desvíos del instinto animal que no se detienen ni ante la profanación de la infancia.
Tenemos que tener en cuenta el contenido permanente de las instituciones democráticas; confraternizar con las personas dedicadas a los asuntos públicos; aproximarnos al conocimiento global de las manifestaciones democráticas de este siglo para convivir con ellos.
Nos está haciendo falta un cambio que detenga los excesos de corrupción, inseguridad y bestialidad con que se asesina, se humilla y se despoja de sus bienes a las víctimas con increíble frialdad. Como dijera en otro comentario está en juego el destino de cada uno que amenaza convertirse en objeto de tragedia y de infelicidad por obra del desorden inmoral.
No es un secreto que se han desbordado los límites en el comportamiento y en el sentido que cada uno debe darle a su vida. Basta ya de dejar que impongan una visión perversa en las reacciones y en los hechos. No nos dejemos amedrentar con el vértigo ideológico de los que quieren imponer su dominio sobre nuestra libertad responsable de pensar. Hay que luchar por la soberanía moral que es sostén de la democracia cada vez más amenazada por el totalitarismo que niega el derecho de la ciudadanía a ser patrióticamente libre.
San Agustín decía que los actos injustos son meros latrocinios. De ahí el deber de enseñar a luchar contra la injusticia y contra la continuidad de la locura autoritaria si queremos que haya salvación para cada uno. Es alentador que algunos políticos, intelectuales, periodistas y ciudadanos en general comiencen a manifestarse con una lúcida autocrítica moral y política contra los que no desean la libertad sino la instauración de un despotismo de sectarios.
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