La posible dimisión del pontífice, ingresado en el hospital Gemelli desde el pasado lunes por problemas respiratorios, se debate dentro y fuera de la Iglesia Católica. Cinco papas han abdicado, el último fue Gregorio XII en 1415.
Por primera vez en sus 26 años de pontificado, Juan Pablo II no asistirá hoy a las plegarias del Miércoles de Ceniza, que inauguran el período de reflexión y penitencia de la Cuaresma.
La precaria salud de Wojtila, debida a su edad, 84 años, la enfermedad de Parkinson y la posibilidad de que haya perdido su voz, hacen pensar que no podrá realizar plenamente sus actividades.
Ninguna ley obliga al papa a retirarse por enfermedad, pero como recuerda Sodano, el mismo pontífice puede presentar su renuncia, posibilidad que contempla el derecho canónigo en el canon 332, que introdujo Juan Pablo II.
En el 2000, el presidente de la Conferencia Episcopal alemana, Karl Lehman, afirmó que el papa “tendría que tener el valor de decir que no puede realizar sus deberes”, desencadenando una tormenta en el interior del Vaticano.
Ayer, el diario católico francés La Croix denunció que “entre la transparencia y la opacidad, el Vaticano ha optado por “verdades a medias” en las informaciones sobre el estado de salud de Juan Pablo II” y Le Monde señaló “el pecado de idolatría que rodea a un papa, al que se considera incapaz de gobernar”.
“¿Por qué no dejarle su estatus de ícono simbólico y dejarle terminar sus días en paz?” instaurando “estructuras colegiales para gobernar la Iglesia”, se preguntó el cronista de Le Monde, Henri Tincq.
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