domingo, 5 de marzo de 2000

PACIS NUNTIUS (24 DE OCTUBRE DE 1964)


PACIS NUNTIUS

CARTA APOSTÓLICA

SAN BENITO ABAD ES PATROCINADO

PRINCIPAL DE TODA EUROPA

PABLO VI

Memoria perpetua

Mensajero de la paz, constructor de la unión, maestro de la civilización y, sobre todo, heraldo de la religión de Cristo y fundador de la vida monástica en Occidente: estos son los títulos correctos de la exaltación de San Benito Abad. En el colapso del imperio romano, ahora agotado, mientras que algunas regiones de Europa parecían caer en la oscuridad y otras aún carecían de civilización y valores espirituales, era él con el compromiso constante y asiduo de dar a luz al amanecer de nuestro continente. Una nueva era. 

Principalmente, él y sus hijos llevaron el progreso cristiano a las poblaciones dispersas del Mediterráneo a Escandinavia, de Irlanda a las llanuras de Polonia con la cruz, el libro y el arado (Cf AAS 39 (1947), p. 453). 

Con la cruz, es decir, con la ley de Cristo, dio coherencia y desarrollo a los sistemas de la vida pública y privada. Para este fin, debe recordarse que él enseñó a la humanidad la primacía de la adoración divina por medio del "opus Dei", es decir, la oración litúrgica y ritual. Así fue que cimentó esa unidad espiritual en Europa en virtud de la cual los pueblos divididos advirtieron lingüística, étnica y culturalmente que eran el único pueblo de Dios; unidad que, gracias al esfuerzo constante de esos monjes que siguieron a un maestro tan eminente, se convirtió en el rasgo distintivo de la Edad Media. 

Esta unidad que, como dice San Agustín, es "ejemplar y tipo de belleza absoluta" (Cf. Ep . 18, 2: PL33, 85), desafortunadamente divididos en una maraña de acontecimientos históricos, todos los hombres de buena voluntad de nuestro tiempo intentan recomponerse. Con el libro, es decir, con la cultura, el propio San Benito, de quien tantos monasterios obtuvieron denominaciones y vigor, salvados con solicitud providencial, cuando el patrimonio humanista se estaba dispersando, la tradición clásica de los antiguos, transmitiéndola intacta a la posteridad y restaurando el culto al conocimiento. 

Finalmente, fue con el arado, es decir, con el cultivo de los campos y con otras iniciativas similares, que logró transformar las tierras desiertas y salvajes en campos muy fértiles y en hermosos jardines; y combinando la oración con el trabajo material, según su famoso lema "ora et labora", ennobleció y elevó la fatiga humana. Con razón, Pío XII nombró a San Benito "padre de la Europa" (cf. AAS loc. Mem.).

En cuanto a los pueblos de este continente, inspiró ese cuidado amoroso del orden y la justicia como la base de la verdadera socialidad. Nuestro predecesor mismo deseaba que Dios, por los méritos de este gran santo, siguiera los esfuerzos de aquellos que buscan unirse a estas naciones europeas. Incluso Juan XXIII, en su solicitud paterna, deseaba firmemente que esto sucediera.

Por lo tanto, es natural que nosotros también, en este movimiento, tendiendo hacia la unidad europea, demos nuestro pleno consentimiento. Por esta razón, hemos aceptado con gusto las solicitudes de muchos cardenales, arzobispos, obispos, superiores generales de órdenes religiosas, rectores de universidades y otros representantes distinguidos de los laicos de varias naciones europeas para declarar a San Benito Patrono de Europa. 

Y para esta solemne proclamación, la fecha de hoy, cuando volvimos a dedicarnos a Dios, en honor de la Santísima Virgen y San Benito, el templo de Montecassino que fue destruido en 1944 durante el terrible conflicto mundial, fue reconstruido por el tenacidad de la piedad cristiana. Lo que hacemos de buena gana, repitiendo el gesto de algunos de nuestros predecesores, quienes personalmente quisieron proceder durante siglos a la dedicación de este centro de espiritualidad monástica, hecho famoso por el sepulcro de San Benito. Por lo tanto, seamos como este santo tan distinguido para cumplir nuestros votos y, como él una vez, con la luz de la civilización cristiana, logró disipar la oscuridad e irradiar el don de la paz, ahora preside toda la vida europea y con su intercesión que el desarrolla y aumenta más y más.

Por lo tanto, a propuesta de la Sagrada Congregación de Ritos, después de una cuidadosa consideración, en virtud de Nuestro poder apostólico, con el presente Breve y a perpetuidad, constituimos y proclamamos a San Benito Abad, el principal Patrón celestial de toda Europa, otorgando todo honor y privilegio litúrgico debido por derecho a los protectores primarios. No obstante cualquier disposición en contrario. Esto lo revelamos y establecemos, decidiendo que esta Carta sigue siendo válida y efectiva, que obtiene sus efectos completos e integrales y es respetada por quienes la consideran o la preocupan en el futuro; asimismo, cualquier juicio o definición se ajusta a ella; y a partir de ahora cualquier acto contrario a cualquiera y cualquier autoridad que se haya colocado, conscientemente o por ignorancia, no es válida.

Dado en Roma, en San Pedro, el 24 de octubre de 1964, según nuestro pontificado.

PABLO VI


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