viernes, 11 de mayo de 2018

¿SUBVENCIÓN DEL ESTADO A LA IGLESIA? QUIZÁS MEJOR NO…

- “¿Ustedes los curas cobran dinero del Estado, no?” – a veces me preguntan.
- No. No. Yo vivo de la colecta, como todos los curas argentinos y de las monedas o botones que uds. dejan en la canasta…”.

Hace unas semanas, el jefe de Gabinete nacional, el Sr. Marcos Peña, en plena campaña sobre la legalización del aborto, se hizo preguntar públicamente cuál era la cantidad de dinero que el Estado Argentino desembolsaba anualmente para pagar los “sueldos de los obispos”.

No entraremos a analizar este tema distractivo. Ya Mons. Baseotto lo ha resumido con claridad meridiana; sólo sinteticemos, para quienes no hayan leído su texto: “sueldo” no, “indemnización” sí, pues, al igual que lo que sucede en Italia y en otros países, la Iglesia aquí es compensada por la cantidad de bienes de las que fue despojada hace doscientos años, en tiempos del laicista y liberal Rivadavia.

Basta con esto.

La táctica chicanesca del gobierno fue tan evidente que no fue sólo un obispo “de derecha” –como Mons. Baseotto– quien salió al cruce, sino un clérigo de extracción populista. Nos referimos al Padre “Pepe” Di Paola, amigo personal del pontífice reinante.

El mensaje del gobierno era más o menos así:

“Señores obispos: cállense la boca con el tema del aborto que estamos intentando despenalizar en nuestro país. Acá va este ‘muerto’ que les tiramos aunque la gente no entienda nada… Y ojo que mañana pueden venir otros…: el dinero que el Estado argentino invierte en la educación privada (donde entran la mayoría de los colegios católicos del país), el dinero para la acción social de Cáritas, etc., etc.”.

De nada valdría salir a decir que la educación privada en Argentina, en manos de la Iglesia Católica, le cuesta al Estado Argentino entre un 30 y un 40% más barato que si esos colegios estuviesen en manos estatales…

De nada valdría decir que la salud, la inserción social, etc., también resulta menos onerosa en manos de la Iglesia que en manos del Estado.

Hace un par de días, dos obispos que no pueden ser tildados de “progresistas”, salieron a decir que, para que la Iglesia fuese más creíble, quizás sería bueno volver a los orígenes, que la Iglesia sea mantenida por los fieles: es el caso del Cardenal Cañizares y el de Mons. Aguer, Arzobispo de La Plata.

Ambos han resumido una verdad incómoda: el dinero quita libertad a quien lo recibe y, cuando es el Estado quien lo da, es difícil no sentirse un tanto “atado” a sus prebendas. No quiere decir esto que, por ende, los obispos callasen muchas veces verdades que deberían gritar a cuatro vientos. No. Pero sí que condiciona. Poco o mucho pero condiciona…

Quizás “una Iglesia pobre” (para los pobres y para los ricos) que incluso en algunos de sus altos miembros reniega de la Reyecía de Cristo en el orden temporal y de un estado confesionalmente católico, debería ser coherente y rechazar todo dinero del Estado para, finalmente, ser mantenida exclusivamente por sus fieles, como se nos manda en el Evangelio (Hech 4,34).

Porque la pobreza otorga libertad de acción mientras que el dinero, de omisión.

Quizás, quizás, quizás…

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi





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