martes, 17 de abril de 2018

OBESIDAD Y SEDENTARISMO, EL SUICIDIO PERFECTO



María Neira, directora de Salud Pública y Medioambiente de la OMS, no para. Desde su cargo en la Organización Mundial de la Salud viaja por todo el mundo defendiendo una cobertura sanitaria universal y de calidad. 


Recién llegada a su oficina de Ginebra, repasa los principales problemas sanitarios y las vías para hacerles frente. Para ella “no hay nada más noble que trabajar por la salud”.

María Neira
-En 2018 la Organización Mundial de la Salud (OMS) cumple 70 años. ¿Cuáles son los grandes problemas a los que se enfrenta?

Uno de ellos es el auge de las enfermedades crónicas no transmisibles, relacionadas con nuestro estilo de vida, como la diabetes, la hipertensión o trastornos vinculados con la exposición a sustancias cancerígenas. Se trata de uno de nuestros mayores retos, sobre todo en los países más pobres. Tenemos que vigilar que el desarrollo de nuestra sociedad no afecte a nuestra salud. Controlar la contaminación del aire y del agua o la cantidad de productos químicos que nos rodean cada día es otra forma de protegernos. El entorno en el que vivimos no debe atentar contra nosotros sino al contrario, debería aportarnos una mayor protección.

-¿En veinte años nos seguiremos preocupando por esos mismos problemas?

Quiero creer que no. Va a haber una grandísima transformación tecnológica y de información y la gente pensará más en su salud. Además, el sector privado tiene que entender que sus beneficios deben venir también de iniciativas como un sistema de transporte que no contamine y de ciudades hechas cada vez más a la medida del ser humano y no a la del coche. Los problemas sanitarios estarán relacionados con la longevidad y las enfermedades crónicas, porque vivimos mucho.

-La semana pasada se celebró el Día Mundial de la Salud con el lema ‘cobertura de salud universal para todos y en todas partes’. ¿Qué medidas se deberían tomar para alcanzar esa cobertura?

Todavía hoy la mitad de la población mundial no tiene cobertura sanitaria universal ni acceso a los servicios más básicos. Muchas personas gastan el poco dinero que tienen para protegerse y cubrir esos gastos. El acceso al servicio de salud tendría que ser para todos y en todos los casos en los que se necesite. En aquellos países en los que ya se han alcanzado logros, debemos asegurarnos de que no se pierden e ir a más. Y en los que no se ha llegado a esos niveles, hay que ofrecer servicios básicos a la población para ampliarlos de forma paulatina.

-¿Existe desigualdad de género en el acceso a la salud?


Las mujeres no tienen prioridad en el acceso a los servicios de salud e incluso piensan que no lo necesitan o no lo merecen, priorizando siempre a los hombres de la familia y después a los niños. Una medida radical y fundamental sería asegurar la igualdad de género. Otra consistiría en convencer a los gobiernos de la importancia de invertir recursos en asegurar la planificación sanitaria para toda la población.

-Usted es la directora de Salud Pública y Medioambiente de la OMS. ¿Cómo afectan el medioambiente y sus problemas a la salud?

Hay casi 13 millones de muertes que tienen que ver con factores de riesgo ambiental. Si pensamos en positivo, hablamos de prevenir 13 millones de muertes cada año si tomáramos las decisiones ambientales oportunas. Medidas que no solo beneficiarían nuestra salud, sino que también mejorarían el medioambiente e, incluso, la economía de un país.

-Claro, pero los países empobrecidos tienen otras prioridades…


Ya, pero estamos hablando de salud. Proteger el medioambiente no es un lujo. Los países han crecido económicamente gracias a que no hemos destruido el medioambiente y, de paso, no nos hemos llevado por delante nuestros pulmones y nuestra circulación sanguínea. Se trata de tomar medidas lógicas y de largo recorrido porque no podemos vivir en un ambiente contaminado. No es bueno ni para nuestra salud, ni para nuestra economía ni para nuestro planeta.

-Hablemos de la actividad física. ¿Estamos muriendo de sedentarismo?

Estamos muriendo de éxito. La obesidad y el sedentarismo tienen que ver con el progreso económico. Somos kamikazes que alteramos nuestra salud con la obesidad y el sedentarismo.

-Entonces el papel del urbanismo es fundamental aquí...


No se puede solo culpabilizar a la persona sedentaria, hay que ver el ambiente en el que se mueve. La planificación urbanística es una de nuestras mejores herramientas para proteger la salud de las personas. Ese binomio entre urbanistas y profesionales de la salud –junto con los gobernantes– podría aportar las mejores soluciones.

-Fue también presidenta de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria. ¿Cómo puede ser que el mundo sufra hambre y obesidad al mismo tiempo?

Es una pregunta para la que no se encuentra respuesta aunque uno se la haga mil veces al día. La producción de alimentos podría satisfacer el hambre de toda la población mundial. En los países ricos nos alimentamos de manera excesiva y, por ello, se padece cada vez más obesidad. Sin embargo, todavía hay 800 millones de personas que pasan hambre en el mundo o que no satisfacen de forma adecuada sus necesidades nutricionales. A nadie le beneficia que haya hambre en el mundo. Es una prueba más de la absurda planificación y la falta de racionalidad que aplicamos al mundo en el que vivimos.

-¿Mejorarán en el futuro las cifras de la esperanza de vida?

La esperanza de vida no podrá crecer como lo estaba haciendo hasta ahora y, en algunos casos, incluso habrá un pequeño retroceso. Si no resolvemos los factores de riesgo ambientales a los que nos estamos exponiendo (el sedentarismo, el tabaquismo y la obesidad), corremos el riesgo de que la esperanza de vida se reduzca.

-¿La resistencia a los antibióticos también ha sido una mala gestión por nuestra parte?

Muchos problemas tienen que ver con factores generados por nosotros mismos. La resistencia antimicrobiana hará que nuestro sistema sanitario se enfrente a nuevos retos y que nuestra esperanza de vida se estanque. Podríamos evitarla si hicéramos un uso racional de los antibióticos, que son tan necesarios, por ejemplo, en veterinaria.

-Otro gran problema es la corrupción sanitaria. ¿Cómo se puede prevenir el fraude en la asistencia sanitaria?

Primero, con legislación: creándola o ejecutándola. El sistema legislativo permite controlar ese tipo de producción, la cuestión está en aplicarlo. Y por otro lado, los ciudadanos debemos ser mucho más intolerantes con la corrupción.

-Después de hablar de tantos desafíos pendientes, ¿cómo ve el futuro de la salud en el mundo?

Soy patológicamente optimista al respecto. Y tengo toda la intención de seguir siéndolo ya que, de lo contrario, dejaría de trabajar mañana mismo. Son causas que uno no puede de ninguna manera abandonar; no hay nada más noble que trabajar por la salud.


Intramed


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