domingo, 25 de junio de 2017

¿QUE ES EL MALTRATO PSICOLÓGICO Y COMO DETECTARLO?



Oímos hablar continuamente de malos tratos y abusos en el seno de la pareja. Por desgracia, es un problema que, según las estadísticas, va en aumento, y que llenan continuamente las crónicas negras de los medios de comunicación. Y esa es la razón por la que la comunidad científica está empezando a estudiarlo tan en serio.

Por Inma Alvarez

Pero no todos los malos tratos cursan con abusos de tipo físico, golpes o violencia explícita. Hay un maltrato mucho más insidioso, más difícil de demostrar, y que normalmente está en la base de los demás: el maltrato psicológico.

El maltrato psicológico es una conducta perversa y destructiva que ejerce un miembro de la pareja sobre el otro, de mayor vulnerabilidad.

La primera característica de este tipo de maltrato es que la relación ente los miembros de la pareja es asimétrica, en las que uno se sitúa por encima del otro dominándolo, y éste otro progresivamente pierde su sentido de libertad.

Por tanto, la primera característica es que en esa relación no hay igualdad ni respeto a la integridad del otro: una de las dos partes intenta controlar al otro, coartar su libertad, someterle. El otro, por miedo o por debilidad, va entrando en una relación cada vez más asfixiante y destructiva. Muchas veces, al final de este camino, se llega al abuso físico.

Es verdad que el maltrato psicológico en sí no entiende de género: las personalidades posesivas y manipuladoras pueden darse tanto entre hombres como entre mujeres. Sin embargo, las estadísticas apuntan a que las víctimas del maltrato suelen ser mayormente mujeres, pues generalmente es ella la parte más frágil de la relación.

¿Está ligado el maltrato a determinadas culturas o épocas? Pues no parece ser simplemente un problema cultural: de hecho, el maltrato físico y emocional dentro del matrimonio no está ligado a una cultura o clase social específica, matrimonios jóvenes o ya maduros y no es exclusiva de las mujeres.

Lo más preocupante es que, actualmente, en una época en la que los derechos y la dignidad de las mujeres son un bien social aceptado y promovido explícitamente, los malos tratos no han disminuido. Al contrario, entre parejas jóvenes y adolescentes, en una generación que ha crecido educada en la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, se producen con cada vez más frecuencia abusos físicos y psicológicos, violencia sexual, humillaciones en las redes sociales y chantajes de todo tipo.

¿Cuándo se detecta el maltrato? Antes de verse sumido en una espiral de maltrato psicológico, una persona puede detectar “cosas extrañas” ya desde el noviazgo. Y debería ser ese el momento de poner freno, o incluso, de cortar la relación.

El maltrato psicológico se gesta en la primera fase de la relación, en la que se instaura gradualmente, a través de un proceso de seducción. En esta primera fase, se desestabiliza a la víctima, que pierde progresivamente confianza en sí misma, perdiendo espontaneidad y libertad de acción.

Se trata de un proceso insidioso y gradual en el que la realidad es cada vez más confusa debido a la manipulación ejercida. De este modo la víctima va perdiendo el sentido crítico y la capacidad de defenderse, manteniendo una actitud de dependencia hacia el maltratador que ejerce un dominio destructivo.

Señales para detectar el maltrato psicológico en la pareja

El maltrato siempre comienza con una relación desigual que acaba imponiendo una dependencia emocional de un miembro de la pareja hacia el otro. Esta es la primera “luz roja” que hay que detectar, antes de que llegue el maltrato efectivo.

El maltratador tiene comportamientos de control sobre la pareja. Controla el dinero que gasta, indica como quiere que se vista la pareja, pretende que no se dedique tiempo a las amistades o incluso a los familiares sin su consentimiento. Por esto mismo, tiende a controlar los movimientos, horarios, uso de redes sociales.

Por otra parte tiende a dar importancia solo a sus problemas, minimizando los de su pareja, se toma los meritos de todos los logros de la familia, haciendo sentir a la pareja que sin su apoyo nada sería posible. Son personas que con el tiempo hablan solo usando imperativos y buscan controlar la opinión del otro, incluso cuando hay temas de opinion en publico o en la vida social llevando a una constante falta de autoestima y de sentido de la propia libertad incluso en las relaciones sexuales.

La buena noticia es que una sana inteligencia emocional ayuda a detectar estas situaciones para no dar por normal lo que no lo es. La inteligencia emocional es un recurso que hay potenciar para no perder una sana objetividad en el tipo de relación que se esta viviendo.

Es muy útil distinguir esa delgada línea que hay entre el amor de verdad y una “ilusión de amor perverso”. El amor verdadero no admite perversiones. El amor sincero es donación y no posesión. Cuando falta esto en la pareja predomina el egoismo y no la generosidad del amor.

Cuando iniciamos una relación de pareja, nunca nos pasa por la cabeza que podríamos llegar a ser víctimas de maltrato. Es triste, pero el deseo de “mantener el control” sobre algunas situaciones hace que muchas parejas caigan en el profundo abismo de la violencia doméstica y, por lo general, cuando se permite la violencia, salir de ella es cada vez más complejo.

La relación de pareja debe estar caracterizada por una búsqueda común de bienestar y felicidad en la realización del proyecto común de la educación de los hijos y del crecimiento personal. Las dificultades y crisis forman parte de la vida y del crecimiento de las personas, y por consiguiente, de la vida de pareja.

Pero hay que distinguir con suma claridad entre un momento o periodo de crisis y una situación constante anómala de relación perversa. Cuando se olvidan los elementos positivos que están intrínsecamente en la relación de pareja, se pierden los parametros que permiter detectar las relaciones tóxicas.

Artículo realizado en colaboración con Javier Fiz Pérez, Psicologo, Profesor de Psicología en la Universidad Europea de Roma, delegado para el Desarrollo Científico Internacional y responsable del Área de Desarrollo Científico del Instituto Europeo de Psicología Positiva (IEPP).
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