miércoles, 31 de agosto de 2016

ESPAÑA: LOBBY GAY INTENTA CENSURAR WEB QUE AYUDA A PERSONAS CON INCLINACIONES HOMOSEXUALES

La coach Elena Lorenzo responde a las acusaciones del lobby gay y al intento de censurar su web

Una organización llamada Arcópoli, que forma parte del lobby LGBTI que trabaja en el ámbito de la Comunidad de Madrid, denunció el pasado viernes ante la Consejería de Políticas Sociales y Familia de la comunidad autónoma la web de Elena Lorenzo, coach (es decir, entrenadora-acompañante en objetivos personales) que ofrece ayuda a las personas que experimentan una atracción no deseada por el mismo sexo.

La organización Arcópoli pide que las autoridades de la Comunidad de Madrid, gobernada por Cristina Cifuentes (PP), apliquen ya la reciente "Ley contra la LGTBIfobia", en vigor desde el 11 de agosto con el apoyo de todos los partidos, para censurar esta web.

Religión en Libertad ha hablado con la coach Elena Lorenzo sobre la denuncia que ha interpuesto la organización Arcópoli contra ella, y al intento de censurar su web: Lo sé.

- Elena, ¿dicen los medios que eres psicóloga experimentada en estos temas?

- En ningún momento me presento como psicóloga. Soy coach profesional certificada por la escuela española Lider-Haz-Go (acreditada por ICF, International Coach Federation). Me dedico a diferentes actividades del coaching. Dentro de dichas actividades, apoyo a personas con distinta orientación sexual que desean desarrollar su personalidad con la libertad propia de cada individuo.

- ¿Eso supone cambiar la orientación sexual?

- Por supuesto que no. Cambiar o no cambiar es una decisión libre y, con la debida explicación, la persona va optando por aquello que mejor concuerda con el ideal de personalidad que persigue. Algunos logran más avances que otros, como sucede en cualquier proceso personal.
Tengo clientes que persisten en su orientación sexual y trabajo con ellos en otros aspectos del coaching (desarrollo profesional, relación de pareja…). Otros, cuando indagan en su propia vida, comienzan a detectar causas que los llevaron a una determinada orientación. Al no estar de acuerdo con ello, deciden optar libremente por otra orientación. Yo no puedo dejar de apoyarlos.
En ningún momento empleo técnicas que susciten rechazo o repugnancia a su orientación sexual, ¡pues te aseguro que eso no funciona!

- ¿Entonces importa más la orientación sexual en tu trabajo como coach?

- No, lo importante es la persona. Trabajo con quien pide ayuda, ya sea con el que se considera gay y quiere seguir siéndolo, o con quien experimenta deseos homosexuales y no lo quiere para él o para ella. Cualquiera de los dos está en su perfecto derecho.
Lo curioso de todo esto es que esta ley (Ley de protección integral contra la LGTBIfobia) apoya sólo a aquellos que sí aceptan su propia orientación. Pero si alguien desea cambiarla, la ley prohíbe prestarles apoyo. Me pregunto si este aspecto de la ley la hace igualitaria, por no decir otra cosa.

- Entonces, ¿qué opinas de esta ley?

- No soy experta en derecho, pero personas que la han analizado se encuentran con que contradice otras leyes del ordenamiento jurídico español de mayor rango, de alcance nacional. Incluso a la Constitución Española, que reconoce el derecho inviolable a la libertad religiosa. Esto en Madrid ha sido vulnerado. Pero no me alargo más con esto.

- La asociación Arcópoli – según aparece en algunos medios de comunicación – te acusa de ofrecer en tu página web una cura para la homosexualidad. ¿Qué les dirías?

- Que no entienden lo que leen. Ofrezco – y lo escribo claramente – si la persona lo desea, que puede intentar dejar atrás la homosexualidad. NUNCA he hablado de cura, sino que ofrezco ayuda para lograrlo. Hablo de “dejar atrás”.
Es igual que decir que, si una persona que descubre su orientación homosexual y “sale del armario”, está dejando atrás la heterosexualidad en la que vivía.

- También mencionan que presentas “testimonios falsos” e “irresponsables”.

- Son testimonios reales, aunque no se lo crean. Evidentemente siempre se publican con la autorización expresa de quien lo escribe y, obviamente, modificando los datos para no ser identificados. Las fotos son de libre uso en Internet, no de los autores. Siempre me comprometo a la confidencialidad. Es lo primero que hago: firmar un acuerdo de confidencialidad con cada cliente. Decir que son “irresponsables” es como decir que hay ciudadanos de primera o de segunda categoría. En la primera estarían aquellos que concuerdan con sus ideas. En la segunda categoría estarían relegados aquellos que han decidido optar por otra orientación sexual distinta de la homosexualidad. Yo no comparto esa postura; para mí todos son personas.

- Pero eso muy fuerte, Elena.

- Sí, pero así lo establece esta ley que he mencionado más arriba. Verás, una persona que desea cambiar de sexo recibe tratamiento médico y apoyo psicológico. Pero si es alguien que desea cambiar su orientación sexual, se le niega el apoyo no sólo por las estructuras del Estado, sino que se impide que profesionales a nivel particular, como yo, puedan ofrecerles un apoyo. Y se impide con multas muy altas. ¿Es justo tratar así a estas personas?

- En esta misma línea, te han llamado farsante y estafadora.

- Bueno, si esto me lo dijera alguien con un mínimo de decencia, respondería. Pero si quien lo ha transmitido es un grupo con una ética muy limitada de la comunicación, no me rebajo a responder a ese tipo de periodismo.
Me reservo el derecho de acudir a la autoridad para denunciar civil y penalmente a quienes actuando de ese modo denigran la profesión de periodista. Y ellos hablan de farsa y de estafa. ¡Lo que hay que oír!
Además, he recibido mucho apoyo desde distintas partes del mundo. Hay muchas personas que apoyan este tipo de coaching. No hablo sólo de Europa, sino de América del Norte y del Sur, incluso África.

- ¿Hay algún aspecto que quieras añadir?

- Son muchos, pero sólo mencionar que si fuera un hombre no me acosarían en la calle como lo están haciendo, así como en los medios. Pero la vulnerabilidad de la mujer se manifiesta en estos pequeños detalles.



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