jueves, 30 de junio de 2011

LIBRO PROFÉTICO REVELA LAS RAÍCES DE LA CRISIS APOCALÍPTICA EN LA IGLESIA

Reseña del libro “In the murky waters of Vatican II” (En las aguas turbias del Vaticano II) de Atila S. Guimarães, de 396 pp.

Por Frank Rega


Nota del revisor: Después de releer esta reseña que escribí hace muchos años (2002), recuerdo que en el momento en que leí el libro me pareció bastante espectacular y drástico que Guimaraes considerara realmente que “el Concilio” debía ser declarado nulo. No estaba seguro de poder estar de acuerdo con él.

Ahora, diez años después, creo que no sólo hay que declarar nulo “el Concilio”, sino que la propia catolicidad romana de la Iglesia oficial conciliar del Vaticano II está en entredicho, por su tendencia modernista y progresista. Esto no es para reflexionar sobre los católicos individuales que son leales a la Tradición inalterable e inmutable de la Iglesia Apostólica, o que intentan sinceramente practicar lo que puede ser la única "versión" del catolicismo que han conocido. F.R.

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La tesis de este libro es que el Vaticano II lanzó lo que pretendía ser una "revolución copernicana" en la Iglesia. En lugar de que los laicos y las iglesias locales giraran alrededor del "sol" del Papa y la jerarquía, el "pueblo de Dios" se convertiría en el nuevo centro, con los sacerdotes, los obispos y el Papa sirviendo y respondiendo al pueblo de Dios y a las iglesias locales. En lugar de una Iglesia que es la sociedad perfecta (societas perfecta), y sin mancha, se convertiría en una Iglesia en evolución, y necesitada de constantes reformas a causa de sus imperfecciones, presuponiendo una Iglesia pecadora que debe pedir perdón por su culpa. Esta Iglesia descentralizada se vuelve vacilante en su doctrina y en su disciplina.

La principal forma en que el Vaticano II inició esta revolución fue mediante la ambigüedad, el compromiso y la oscuridad de los documentos conciliares. Esto abrió la puerta a una interpretación y aplicación progresista, más que conservadora, de los documentos. Esta ambigüedad conciliar es el tema de “En las aguas turbias del Vaticano II”, el primero de una colección de 11 volúmenes escritos en portugués por el intelectual católico brasileño Atila Sinke Guimaraes. El título dado a toda la serie de libros es “¿Eli, Eli, Lamma Sabacthani?” En toda la colección se citan unos 900 autores.

El autor intenta determinar el pensamiento subyacente de “el Concilio”. Para ello, estudia a los principales teólogos responsables de “el Concilio” y de su aplicación, con el fin de determinar sus métodos y objetivos. Define el llamado “espíritu del Concilio” como “tolerancia hacia el mundo y las falsas religiones y oposición a la militancia católica”.

Tras una valiosa y larga serie de documentos introductorios, el libro comienza con el análisis de un ejemplo particular de ambigüedad del documento Lumen gentium: "Esta Iglesia, establecida y organizada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica". Subsiste: término ambiguo por excelencia. La Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia católica, más que es la Iglesia católica; o subsiste más que existe exclusivamente en la Iglesia católica. Tal como está escrito afirma implícitamente que hay dos realidades distintas -la Iglesia de Cristo y la Iglesia católica- y que esta última, más restringida, recibe su vida de la primera, más universal y más noble. A esta idea de dos iglesias distintas se opone la enseñanza tradicional Católica del Magisterio, y el sentido católico de los fieles, que siempre se han alimentado, como los niños con la leche materna, de la idea de que la Iglesia católica es la única Iglesia de Cristo.

Juan XXIII lanzó una revolución copernicana. 
En la foto, con protestantes en el Concilio Vaticano II

En el tercer capítulo, el autor cita una serie de textos de renombrados teólogos que reconocen la ambigüedad existente en los documentos conciliares. Cita al padre René Laurentin, peritus conciliar, a propósito de ciertas formulaciones de los documentos: "se pueden mirar desde ambos lados, como esos trucos fotográficos por los que se ven dos personas diferentes en la misma foto, según el ángulo desde el que se mire. Por esta razón, el Vaticano II ya ha dado y seguirá dando lugar a muchas controversias". Citando una observación del padre Brian Harrison, "la Iglesia conciliar hizo un llamamiento incierto sobre cuestiones prácticas, logrando el resultado que predijo el apóstol Pablo: "Porque si la trompeta da un sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?" (1 Cor. 14:8).

El libro demuestra claramente que el Vaticano II fue una convergencia de dos corrientes de pensamiento en la Iglesia, la tradicional frente a la progresista (liberal, neomodernista). Los progresistas, bien organizados, dominaron y controlaron el Concilio y la formulación de sus documentos, por encima de los tradicionalistas, menos preparados. Como las versiones finales de los documentos del Concilio tenían que ser votadas, los progresistas recurrieron a la ambigüedad como estrategia para facilitar la obtención de los votos conservadores, y para "evitar que los conservadores despertaran de su letargo". Pero también sirvió para allanar el camino a la interpretación progresista de los documentos en el futuro, permitiendo el desarrollo de posiciones más radicales.

El sexto capítulo del libro detalla el choque entre estas dos corrientes, y la batalla sobre si “el Concilio” fue dogmático o pastoral. Distingue siete fases cronológicas de este enfrentamiento, desde el período preparatorio previo al Concilio hasta el postconcilio. Aunque todas las fases son críticas, su resumen de la tercera fase transmite los tipos de interacciones que prevalecieron:

● Alegando actitudes pastorales, los progresistas introducen en los esquemas ideas de adaptación al mundo y a las diferentes religiones.

● Los conservadores protestaron contra algunas de ellas.

● Pablo VI, directa o indirectamente, utilizó su autoridad para silenciar a los conservadores y dar la victoria a los progresistas.

● Ante las contradicciones con la doctrina tradicional, los conservadores las aceptaron sólo por la fuerza de la autoridad pontificia y bajo el alegato de que son actitudes pastorales.

● Esta táctica se utilizó hasta el final del Concilio.

El crítico séptimo capítulo examina la cuestión de si hay una doctrina oculta en los textos ambiguos. Utilizando los escritos de las principales figuras de “el Concilio”, muestra que en el uso de la ambigüedad subyace el principio de que una teología incierta y vacilante debe ser normal para una Iglesia que evoluciona. El abandono de las fórmulas dogmáticas del pasado sería legítimo "...la falta de unidad en la enseñanza de la Iglesia se consideraría normal, y un corolario sería negar a la autoridad -especialmente la del Papa- la competencia de enseñar siempre lo mismo en todas partes".

Así, los progresistas estaban a favor del concepto de enseñanzas dogmáticas que podían evolucionar y cambiar. Esto implica una Iglesia que siempre se está reformando a sí misma: su enseñanza y su liturgia. Esta Iglesia evolutiva y peregrina está llena de defectos e imperfecciones, es culpable y debe confesar su pecaminosidad. Se trata de una nueva concepción de la Iglesia y de la Fe, que desorienta al católico de a pie. "¿Cómo se puede imaginar que ella, una en su Fe, infalible en su Magisterio extraordinario, así como, en ciertas condiciones, incluso en su Magisterio ordinario, por la asistencia especial del Espíritu Santo, se muestre ahora vacilante en su dogma, inestable en su moral, fragmentada por opiniones contrastantes?"

Pablo VI decidió acabar 
con el carácter militante de la Iglesia

Las omisiones más destacadas también conducen a concepciones ambiguas de ciertas doctrinas. Los conservadores deseaban que “el Concilio” afirmara claramente que María era virgen antes del parto, en el parto y después del parto. En cambio, el Concilio eligió la fórmula de que Nuestro Señor "...no disminuyó la integridad virginal de su madre, sino que la santificó (Lumen gentium, 57). Otro concepto al que se restó importancia es la doctrina del pecado original. Aunque se mencionó explícitamente, se dejó una puerta abierta al concepto progresista de que "Adán" se refería a la especie humana, y que era el pecado de la humanidad y no el de un individuo. No se mencionó específicamente el infierno, lo que permitió al peritus del Concilio Hans Kung referirse a él como "una cuestión no resuelta". Se restó importancia al carácter "romano" de la Iglesia, con el fin de fomentar el ecumenismo, lo que provocó ambigüedad en cuanto a lo que es la Iglesia de Cristo. El concepto de Iglesia Militante, o Iglesia Misionera, fue desestimado, ya que esto interferiría con los acercamientos a otras religiones. El Concilio también se negó a discutir la disciplina del psicoanálisis, dejando un espacio a las doctrinas de Freud. El peritus conciliar Yves Congar, que ayudó a redactar algunos de los textos finales del Concilio, es citado en uno de sus libros diciendo que "el hombre de hoy busca una cultura diferente cuyos Padres no serán ni Atanasio ni Agustín, sino Marx, Freud y la tecnología moderna". La Iglesia católica estaba abandonando su antigua cultura, que ha sido la suya desde Constantino hasta el Vaticano II".

El Concilio hizo serias concesiones a otras religiones y al mundo moderno. Hubo una tendencia a "acomodar el rito de la misa a los deseos doctrinales y litúrgicos de los protestantes". Se produjo una confusión en cuanto a los distintos tipos de presencia del Señor en la Misa: su presencia en el ministro, en el pueblo de Dios, en los Sacramentos, en la Eucaristía, en la Palabra, en la oración y el canto de la liturgia. El sacerdocio de los fieles y el del sacerdote se confunden. La misa se desacraliza y se democratiza. En el ofertorio de la misa: "Sólo se produce una alusión a la Transubstanciación del pan, es decir: 'Para que este pan se convierta para nosotros en pan de vida'. Aquí también se nota la presencia de la ambigüedad, ya que la palabra de Dios es también el pan de vida". Además, la supresión de las palabras "el Misterio de la Fe (Mysterium Fidei) en la consagración del vino contradice los Concilios anteriores y los pronunciamientos de los papas, y "podría parecer un intento deliberado de eliminar la naturaleza sacrificial de la Misa. Esto facilita la aceptación del Novus Ordo por parte de los protestantes y pone graves dudas sobre la Transubstanciación en la mente del clero y los fieles católicos."

Joseph Ratzinger e Yves Congar 
impulsaron con fuerza el progresismo en el Concilio

Otro término ambiguo en los documentos del Concilio es "el mundo". La enseñanza católica tradicional se basa en la premisa de que el mundo está bajo el pecado original, y sólo es bueno en la medida en que ha sido redimido. El mandato de Cristo fue venir al mundo y predicar el Evangelio, enseñando a todas las naciones a observar sus mandamientos. En la doctrina tradicional, la Iglesia formaba el mundo, y su éxito era la cristiandad. Pero en los documentos del Vaticano II, el mundo puede significar muchas cosas, incluyendo un grupo de hombres establecido como sociedad, o un orden temporal como la estructura política de una nación, o a veces puede significar simplemente la civilización moderna. Este debilitamiento y ambigüedad del término mundo, se refleja en el enfoque conciliar del mismo, que permite a la Iglesia avanzar en la dirección de adaptarse y dialogar con el mundo como algo igual, en lugar de enseñarlo y convertirlo. "En la adaptación de la Iglesia al mundo, el Concilio parece negar implícitamente el mandato divino de Nuestro Señor a la Iglesia y aceptar, también implícitamente, los errores del mundo moderno". Las consecuencias son la virtual destrucción de la cristiandad y la predicación de un socialismo mesiánico-religioso.

El décimo y último capítulo del libro trata de "otras consecuencias" de la ambigüedad conciliar. El miembro de la Academia Francesa Maurice Druon escribió un cuadro muy claro de estas consecuencias, tal y como afectan al católico de a pie, que se cita ampliamente en este capítulo. Antes del Vaticano II, "nunca la Iglesia, desde el simple párroco de pueblo hasta el Papa... se había beneficiado de una situación más segura, de un respeto más generalizado y de un prestigio tal. De repente, se resquebraja, se deteriora, pierde sus raíces y -se diría- está a punto de venirse abajo. Los sacerdotes dan vuelta los altares, venden los ornamentos de la iglesia, se llevan a los santos; los prelados cambian su lenguaje, apagan los órganos, dan la bienvenida a las guitarras y bendicen a los demoledores. Ningún rito se mantiene, ninguna regla se salva. El arco gótico de los dogmas se resquebraja. La casa del Buen Dios se abre a todas las tormentas. Desconcertados, asistimos a este temblor interno...". Esta descripción demasiado familiar de Druon se prolonga durante casi otra página.

Hay otras consecuencias aún más graves. Hay una crisis de la fe y del respeto a la autoridad. Los teólogos disidentes escuchan al Papa con respeto, pero siguen haciendo lo que quieren, una posible consecuencia de la nueva Iglesia centrada en el pueblo de Dios, al que el Papa debe servir. Pero aún más importante es la crisis de las órdenes religiosas y del clero. Además de la evidente escasez de vocaciones religiosas, hay problemas más ominosos. Miles de sacerdotes están dejando el sacerdocio en favor del matrimonio, con o sin permiso de Roma. En 1988 se informó que había 80.000 sacerdotes casados en todo el mundo, ¡con 17.000 en los Estados Unidos! Aún más inquietantes son los estudios que muestran un gran número de sacerdotes que viven en concubinato o que sucumben al alcoholismo. El problema de la homosexualidad en el sacerdocio se trata por separado en un apéndice de 60 páginas, incluyendo el vicio de la pedofilia (1).

En conclusión, el autor invita al lector a seguir en la búsqueda de la verdad sobre el Vaticano II leyendo los otros 10 volúmenes de la serie. En este momento (mayo de 2002) sólo está disponible otro volumen en inglés (2). "Por tanto, adoptando una postura de decidida vigilancia ante los enemigos de la Iglesia, de compasión ante sus sufrimientos y de paz interior en la certeza de la victoria, invitamos al lector a acompañarnos en el análisis del “espíritu del Vaticano II”, del pensamiento que lo inspiró y de los frutos que generó". En la página anterior, el autor planta la semilla, tal vez a la desesperada, de que la única salida podría ser declarar nulo el Concilio.


Notas:

1. Este apéndice de “En las aguas turbias del Vaticano II” se actualizó para cubrir el escándalo homosexual y de pederastia que salió a la luz después. Se convirtió en el libro “Vatican II, Homosexulaity & Pedophilia” (Los Ángeles: TIA, 2004, 316 pp.) disponible en inglés para su compra aquí.

2. Hoy en día se publican los siguientes volúmenes y están disponibles para su compra:
vol. 2- Animus Injuriandi I, 392 pp.;
vol. 4 - Animus Delendi I, 502 págs.;
vol. 5 - Animus Delendi II, 384 págs.;
vol. 6 - Will He Find Faith?
, 384 págs.;
vol. 11 - Ecclesia, 320 págs.


Tradition in Action


domingo, 26 de junio de 2011

CÓRDOBA: INVITACIÓN MARCHA DE LOS ESCARPINES

Desde UNIVERSITARIOS POR LA VIDA hacemos nuestra 4º invitación en el año 2011 (Año de la Vida) a todas aquellas personas de buena voluntad que quieran dar testimonio de vida frente a la Legislatura Provincial en el rezo del rosario “Marcha de los Escarpines” el miércoles 29 de junio a las 18:30hs (nuevo horario que mantendremos hasta el mes de septiembre)

Éste es un llamado a todos jóvenes, niños y adultos, estudiantes y profesores, sacerdotes, familias, trabajadores… como cristianos tenemos el deber de manifestarnos en defensa de la vida y velar por la vida naciente.

Sin lugar a dudas, en este horizonte de luces y sombras debe hacernos a todos plenamente conscientes de que estamos ante un enorme y dramático choque entre el bien y el mal, la muerte y la vida, la “cultura de la muerte” y la “cultura de la vida”. Estamos no sólo ante, sino necesariamente en medio de este conflicto: todos nos vemos implicados y obligados a participar, con la responsabilidad ineludible de elegir incondicionalmente en favor de la vida.

La Vida está amenazada por las fuerzas del mal.

La lucha entablada por la “cultura de la muerte” contra la “cultura de la vida” es algo que atraviesa toda la historia...

Sin embargo… también la ESPERANZA atraviesa la historia humana, y esa esperanza está centrada en la IGLESIA y en aquella que es su figura primordial: MARÍA SANTÍSIMA...

ELLA es Madre de la Vida.

ELLA ha conocido lo que es esa lucha, pues también Ella ha conocido el sufrimiento y el dolor.

ELLA es quién nos hace entender que la vida está siempre amenazada por el Maligno y la que nos hace comprender que “el rechazo de la vida del hombre, en sus diversas formas, es realmente, rechazo de Cristo”

Que María Santísima nos ayude a convertirnos en hijos de la luz: verdaderos hacedores de la cultura de la vida y sea ella quién nos guíe y nos acompañe para decir: SI A LA VIDA, la del BEBE, la de la MAMÁ, la de TODOS

¡VIVA CRISTO REY! ¡VIVA LA VIRGEN MARÍA! ¡VIVA LA VIDA!

Los invitamos a la Marcha de los Escarpines – junio de 2011

MIÉRCOLES 29/06 Frente a la Legislatura Provincial (Obispo Trejo y Deán Funes) - PROV. DE CÓRDOBA a las 18:30 hs (hasta el mes de septiembre mantendremos este nuevo horario)

ROSARIO POR LA VIDA
"tan solo una hora de tu mes, puede salvar un bebé para toda la vida”

…Digámosle SÍ a la vida, desde la concepción.
La Vida del bebé,
La vida de la mamá,
La vida de todos!!!


Seamos la voz de aquellos que no la tienen.
Seamos los defensores armados, de la Verdad desarmada…

Organizan y adhieren:
Red de Universitarios por la Vida-Córdoba.
Agrupación universitaria católica “Padre Leonardo Castellani”
Fundación 25 de marzo
Grupo Universitario Dominico “Beato Pier Giorgio Frassati”
Jóvenes de la Legión de Cristo Rey
Grupo Juvenil de los Padres Carmelitas
Jóvenes Autoconvocados por la VIDA
Diario 7

Provincias en donde se realiza la "Marcha de los Escarpines":
Buenos Aires - Frente al Congreso Nacional
San Luis, Neuquén, San Juan y Córdoba - Frente a sus respectivas legislaturas

Participe de la marcha concurriendo y/o adhiriéndose:
marchadelosescarpinescordoba@gmail.com
universitariosporlavidacba@gmail.com



¿QUÉ HARÍA SI ME QUEDARAN CINCO MINUTOS DE VIDA?


Es una buena pregunta hacérsela estando consciente. Es cierto que llegado el momento no sabría en realidad lo que en estos momentos pienso, sería lo que ocurriría. Serían los momentos más importantes de la vida terrenal.

Por el Dr. Francisco Bénard


Habría que pensar que como la vida continuará, de otra forma, quizás lo mejor sería una buena despedida rodeado de mis seres más queridos y seguramente rezando y pidiéndole a Dios que se apiade de mí.

Sería el último momento de reflexión muy rápido de todo lo hecho en mi vida. La oración debería acompañarme en esos momentos de manera profunda y muy sentida. Me gustaría que obviamente estén a mi lado mi mujer, mis hijos, mis yernos y mis nietos. Cinco minutos no es nada. Los recuerdos de toda mi vida pasarían seguro por mi mente como un rayo y quizás en ese instante tome conciencia de si fui bueno o malo. Nadie es ni lo uno ni lo otro, porque por momentos somos buenos y por momentos somos malos, lo que no debería ocurrir, pero ocurre.

Cinco minutos para la reflexión de una vida en la que pasaron cosas buenas y malas. Cinco minutos para ir entregándome a los brazos de Dios y para pedirle que se compadezca de mi, que no me deje solo y me acoja en su seno. Cinco minutos para pedirle que sea lo suficientemente benevolente para dejarme ir al cielo y poder visitar a mi padre que se lo ganó por esfuerzo propio.

Los cinco minutos de vida de mi padre serían quizás los mismos cinco minutos que quisiera tener. Rodeado de todos sus seres queridos, llamando a Dios y al Espíritu Santo. ¿Qué más podemos aspirar en los últimos cinco minutos finales de nuestra vida terrenal?



¿QUÉ ES EL PECADO?


El mal no es requisito para que exista el bien. Pero las acciones del hombre, al ser libres, corren el riesgo de no ser dirigidas al bien, es decir, pueden ser desordenadas.

Por el Pbro. José Martínez Colín


1) Para saber

Cuando alguien tiene un dolor corporal, es síntoma de que algo no va bien: un golpe sufrido, una enfermedad, un desorden para el organismo. Aunque nadie desea el dolor, no podemos olvidar que es muy necesario para detectar el origen del mal. Ese dolor nos avisa y nos dirige a la causa que hay que combatir. En el plano moral sucede algo parecido, donde ese dolor equivaldría al remordimiento o el sentimiento de culpa.
Cuando una persona dice que siente algún remordimiento, la solución no está en que lo ignore. Así como no basta eliminar con una pastilla un dolor, sino que hay que extirpar la causa, así sucede con el sentimiento de culpa, se precisa saber qué la ocasiona para no provocarlo.


2) Para pensar

El pensador Alfonso Aguiló comentaba sobre una novela del danés Henrik Stangerup llamada: “El hombre que quería ser culpable”, la cual es una interesante reflexión sobre el sentido de culpa.
Se trata de un hombre llamado Torben que comete un asesinato al matar a su esposa. Reconociendo su culpa pretende en vano que los responsables de la justicia lo reconozcan como culpable. Sin embargo, le dicen que su acto no fue un crimen, sino un lamentable accidente provocado por las circunstancias. Incluso le aseguran que se vio forzado por la sociedad, que es la única verdaderamente culpable. Enseguida le dejan en libertad e intentan hacerle olvidar todo recuerdo de su mujer para que no sufra de ese “complejo de culpabilidad”.
Sin embargo, él sabe que ha matado a su mujer en un acceso de cólera y embriaguez, es culpable y quiere pagar por ello. A lo largo de la novela, el protagonista irá enloqueciendo de verdad, pues aunque intenta sin éxito probar que es culpable de esa muerte, se siente abrumado porque le han quitado los fundamentos de su responsabilidad personal. Paradójicamente, al exculparlo, le han quitado su libertad, pues le argumentan que no obra por sí mismo.
Para Torben, el único modo de resolver su problema es logrando ser perdonado y, como la fallecida ya no puede hacerlo, busca algo que repare su culpa: mientras no lo consiga, se siente anulado como persona. Y es que ahogando la culpabilidad de la persona se llega a ahogar a la persona misma.
El mensaje del libro es claro: el hombre no puede perder el sentido de culpa o la noción del mal, pues acabaría también por no poder hablar ya del bien y de libertad.


3) Para vivir

El mal no es requisito para que exista el bien. Pero las acciones del hombre, al ser libres, corren el riesgo de no ser dirigidas al bien, es decir, pueden ser desordenadas. En términos religiosos, eso es el pecado. San Agustín nos dice que el pecado consiste en alejarnos de Dios para dirigirnos a las criaturas. Ahí está el desorden: hemos sido creados para el bien, para Dios que es el Sumo Bien, y nos apartamos de Él para preferir un bien mucho menor.
Es un peligro, pues, dejar de calificar a las acciones como malas o pecaminosas, pues entonces, como un tumor, el mal irá creciendo sin ponerle remedio.
San Basilio Magno nos da una acertada definición: “En esto consiste precisamente el pecado, en el uso desviado y contrario a la voluntad de Dios de las facultades que él nos ha dado para practicar el bien” (Regla monástica, respuesta 2, 1).
Afortunadamente la culpa tiene un remedio: ser perdonados por el prójimo y por Dios en la confesión.



PAGANISMO DESCENDENTE

El Nuevo Orden Mundial, para lograr sus objetivos necesita producir en los países que tiene por blanco de sus ataques la debilitación de sus fuerzas políticas, económicas, de defensa y, sobre todo, espirituales.


Por Luis Antonio Leyro

Dice Hillaire Belloc en “Las Grandes Herejías”, acerca de la que él denomina herejía moderna: “Con el avance de este nuevo y terrible enemigo contra la Fe y toda esa civilización que la Fe produce, está surgiendo no sólo un desprecio hacia la belleza, sino un odio hacia ella, y a éste sigue inmediatamente un desprecio y un odio hacia la virtud”.

Y dice asimismo que este ataque moderno hacia la Fe “es una vuelta al paganismo”, distinguiendo entre un paganismo que, “saliendo de lo antiguo de Grecia y Roma [llega] hacia la consumación de la Cristiandad”, de otro que “abandona la luz de su religión ancestral y se desliza nuevamente hacia la sombra”.
Y más adelante agrega Belloc: “estamos presenciando una resurrección de la esclavitud, resultado necesario de la negación del libre albedrío”.

El Nuevo Orden Mundial, para lograr sus objetivos necesita producir en los países que tiene por blanco de sus ataques la debilitación de sus fuerzas políticas, económicas, de defensa y, sobre todo, espirituales. 
1) La debilitación de la religión y especialmente de la Católica; de ahí los permanentes ataques que ésta soporta 
2) La debilitación de la cultura nacional
3) La debilitación de las tradiciones

Las tres, interactuando en forma dinámica para acabar con la soberanía espiritual y física de las naciones. No sería erróneo constatar que, entre nosotros, tan siniestro proyecto tomó envergadura y estructura oficial a partir de la derrota de Malvinas.

Ya se mencionó (cfr. el nº 64 de “Cabildo”, correspondiente al mes de abril de 2007) que la misión de la guerra político-cultural es destrozar la cultura secular de un pueblo. Para llevarla a cabo cuenta el Imperio con el Instituto Tavistock, donde funciona el Gabinete de Guerra Psicológica Británica, que se especializa en estudios de la conducta humana y su manipulación individual y colectiva. También en Estados Unidos funciona una red Tavistock, entre cuyos institutos figuran el National Training Laboratory, que controla la Asociación Nacional de Educación, la más grande agrupación de maestros de Estados Unidos, y el Institute for the Future, encargado de promover la legalización del aborto y la homosexualidad, la despenalización de las drogas, etc.

En el recomendable y nunca refutado libro de Carlos Manuel Acuña, “Verbitsky: de La Habana a la Fundación Ford”, se puede leer la siguiente cita de Wright Putnam (“La Agenda Sexual”): “Las familias norteamericanas observan la magnitud del problema en las escuelas públicas, donde los niños están obligados a recibir información sobre sexo explícito y orientación sexual, una cuestión inducida, inimaginable años atrás”.

Por su parte, Alan B. Jones (“Cómo Funciona Realmente el Mundo”) manifiesta que: “En los documentos secretos de la Fundación Carnegie para la Paz Mundial se solicitaba a la Fundación Ford que asumiera la responsabilidad de controlar la educación respecto a los temas nacionales, mientras que la Carnegie haría lo mismo con relación a las internacionales. La educación orientaba a la socialización, lo cual, a su vez, permitiría una fusión cómoda para formar un todo fácilmente controlable por las élites desde la cumbre. Eso requería la previa idiotización de la sociedad norteamericana”.

Y más adelante agrega que “en los últimos años hemos establecido tres importantes industrias que han sido contraproducentes en ese aspecto, a saber: la asistencia social, la droga y la educación pública”.

Propone, al fin, como parte de una solución a sus problemas que “los norteamericanos sospechosos de participar en el sindicato del crimen, ya sean dedicados al negocio bancario clandestino, al gobierno o al crimen local, deberán ser acusados y sometidos a juicio. Sin la figura del escándalo público, es poco probable que la sociedad norteamericana se conmueva lo suficiente”. Sana idea.

Volviendo a lo nuestro, dice Ortega y Gasset: “Ved ahí a vuestros hijos que los entregáis a un educador: ponéis vuestro oro en las manos de un orífice cuyo arte desconocéis”.

Pues bien, al respecto, una Resolución de la Honorable Cámara de Diputados de Mendoza del 10 de julio de 1987, firmada por el Diputado Ariosto Falachi, en Foja 6 dice: “Nuestra oposición a la implantación de un programa que se presenta rodeado de tales características, según nuestro punto de vista, es incompatible con la función educadora de la familia y de los valores éticos y morales que conforma la tradición espiritual argentina […]
El contenido sustantivo que se advierte en este programa, referente a la temática sexual a instrumentar en niños y jóvenes, pertenece a la corriente educativa que podríamos identificar como psicologismo sexual que habría tenido notorios expositores en Europa y modernamente a través de las teorías del brasilero marxista Paulo Freire.
Tales corrientes del pensamiento son contrarias a la tradición cultural y espiritual argentina y, además, habrían fracasado en países que la implementaron como Alemania y España, por el deleznable resultado que en materia de proliferación de la prostitución, homosexualidad, drogadicción, etc, produjeron en dichos países”.

La breva no estaba aún madura cuando de este modo cuerdo habló el señor Falachi. Pero aquellos polvos trajeron estos lodos. Cierto, los programas de entonces pueden no ser exactamente los mismos de ahora. Son peores. Pero además, y teniendo en cuenta todos los antecedentes, creo que los padres tendrían algo que decir.

Konrad Lorenz, Premio Nobel de Medicina, en “Los Ocho Pecados Mortales de la Humanidad Civilizada”, en el capítulo “Muerte en vida del sentimiento”, luego de exponer distintos sistemas de aprendizaje, menciona la función conocida como adaptación o adecuación de los sentidos (o de los receptores).

Más adelante acota: “La elevada intolerancia contra el desagrado, asociada a una atracción decreciente del placer (debida al entumecimiento causado por la habituación) ha hecho perder a los hombres la capacidad para invertir un trabajo penoso en empresas que aportan beneficios lisonjeros mucho más tarde. El desvanecimiento paulatino de la capacidad para saborear los acontecimientos placenteros se origina, en su mayor parte, con la habituación a situaciones cada vez más estimuladoras; no es de extrañar que los hombres indiferentes busquen situaciones excitantes siempre nuevas. Para quien padezca esa enfermedad cultural crónica [las cosas] perderán todo su atractivo cuando hayan disfrutado de ellas un cierto tiempo y lo mismo ocurrirá con la amante, el amigo e incluso el hogar […] Al perderse la capacidad para perseguir objetivos distantes se desvanecen todos los comportamientos diferenciados del galanteo y emparejamiento, tanto los programados en función del instinto como de la cultura”.

Precisamente, uno de los objetivos de la Guerra Política Cultural es la adaptación gradual a las condiciones de deterioro moral progresivo (zonas rojas, por ejemplo), la indiferencia ciudadana ante la inmoralidad, y dañar la capacidad del individuo para formar relaciones estables, dado que una persona sana haría por su familia sacrificios que no realizaría por sí mismo.

Robert Ardrey demostró con sólidos argumentos en “Génesis en África” que los instintos más importantes en el hombre y la mayor parte de los animales son —en ese orden— la territorialidad y la jerarquía. Añade que “si se observa a un animal obsesionado por el sexo, es simplemente porque es el único instinto que tiene una espita de salida en cautividad”. Platón a su turno decía que “la educación es la ciudadela del Estado”. Visto y considerado lo que llevamos dicho, habría que preguntar: ¿de cuál?

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sábado, 25 de junio de 2011

UN MANUAL OFICIAL CON IDEOLOGÍA SEXISTA Y APARTADO DE LA ÉTICA


El doctor Carlos Abel Rey advirtió sobre el contenido de un manual de Educación Sexual que distribuye el Ministerio de Educación de la Nación, para que sea estudiado y discutido “obligatoriamente” en todas las escuelas primarias y secundarias, oficiales y públicas del país.
 
“Es una publicación con una ideología relativista, sexista, apartado de la verdad biológica y ética”, sostuvo.

En declaraciones a AICA, el doctor Ray aseguró que es importante que los padres se preocupen por la educación de los hijos en la casa, pero también que conozcan bien e intervengan activamente en la educación que los hijos reciben en las escuelas y colegios.

“Los maestros se alegran cuando los padres concurren a los colegios a colaborar y preguntar y no solo para quejarse por alguna mala nota que tuvo el alumno. Es necesaria una mayor aproximación de los padres con las maestras y profesores, para que la educación sea armoniosa y coincidan las enseñanzas que en ambos lugares reciben los niños”, destacó.

El especialista reclamó a los padres “estar atentos” al cúmulo de propaganda y publicidad que sus hijos reciben a través de los medios de comunicación, en especial en televisión e Internet, al alertar que estos mensajes “influyen mucho en su educación y en su comportamiento”.

“Tienen que estar muy atentos a que esos contenidos coincidan con lo que ellos viven y enseñan en sus hogares, pues demasiadas veces lo que los niños y jóvenes ven y oyen, no coincide con los principios y valores que los padres desean para sus hijos, subrayó.

El doctor Ray explicó que al educar hay que tener en cuenta cinco principios primarios: rezar, ejemplo, tiempo, autoridad y amor, que sintetizó en las siglas RETAA.

Recomendó que “las familias que creen en Dios –y son la enorme mayoría en el país, entre cristianos, judíos y musulmanes- recen todos juntos en familia. A veces no hay mucho tiempo para eso. Por ello lo más acertado es que antes del almuerzo o cena recen todos juntos una corta oración. Los cristianos un Padrenuestro o un Avemaría, los judíos un salmo, los musulmanes un versículo. La mesa familiar debe ser y es parte fundamental de la vida familiar”.

“Una segunda condición es la del ejemplo. Hay que ser coherente entre lo que se enseña, con lo que se aspira que sean los hijos. Hay que dar ejemplo en casa. Los hijos copian la personalidad femenina o masculina de sus papás. La feminidad que ella les transmita y la masculinidad del padre, con las características propias de cada sexo, serán básicas en la formación y en el equilibrio emocional, tanto de las chicas como de los varones, cuando sean grandes”, agregó.

Luego marcó que “hay que dedicar tiempo para hablar y conversar son los hijos. No basta ‘estar’ en casa. Hay que ‘estar y hablar con los chicos’. El padre llega cansado de su trabajo. La madre también está cansada de sus labores en el hogar y muchas veces de otras tareas, domésticas, en fábricas u oficinas. Pero hay que tener tiempo para hablar, conversar, preguntar, escuchar y educar a sus hijos”.

La cuarta condición es autoridad que, indicó, “no hay que confundirla con otra parecida, que es absolutamente opuesta: el autoritarismo, ni confundirla con la demagogia estudiantil, tan de moda. En casa evitar las respuestas: ‘por que sí’, ‘porque yo lo digo’, ‘eso no te interesa’, ‘no preguntes más’, etc. Siempre explicar con paciencia y prudencia. La autoridad debería estar presente también en la escuela”.

“En muchos colegios -indicó- hay tremenda ausencia de lo que significa autoridad y reina la demagogia: ‘esa maestra no es buena y no la queremos’, ‘ese profesor corrige mal’, los alumnos toman las escuelas, deciden si un profesor debe ser nombrado o no, aprueban o no el nombramiento de un director o de un rector, etc. El remediar estas desviaciones educativas demagógicas, no depende de los padres sino de las autoridades, pero ellos deben estar presentes solidarizándose con los buenos maestros y profesores”.

El quinto principio, según Ray, es el amor. “Amor en el sentido de querer al prójimo y de desear su bien. En el sentido de entregarse para que los que nos rodeen se sientan queridos y estimados. En el sentido de dar y entregarse a los demás”. En este sentido, lamentó que “hoy se ha deformado el concepto de lo que es el amor, y se le da un concepto sexológico en el que falta la total entrega, la fidelidad y la trascendencia”, y consideró que esto “es puro egoísmo y búsqueda de placer. El amor es el de papá y mamá que se quieren, se dan y se reciben mutuamente, con felicidad esperan, crían y educan a sus hijos y con esperanza viven en familia”.


Carlos Abel Ray es doctor en Medicina, médico diplomado en Salud Publica y médico legista de la Universidad de Buenos Aires. Es profesor protitular de Medicina Legal de la Universidad Católica Argentina, y fue profesor adjunto y titular de Pediatría de la Universidad de Buenos Aires.
Fue también vicedecano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y médico forense de la Justicia Nacional.



CIENCIA Y DOGMA: DIOS HA CREADO AL UNIVERSO

Es peligroso -y tonto- hablar de ciertos temas sin precisar el sentido que tienen los términos a emplear. Para referirse a las ciencias y a los dogmas es preciso fijar antes qué son.

Por el Dr. Jorge B Lobo Aragón


La medicina, ¿es ciencia? Se basa en distintas ciencias, como la química, la biología, la psicología. Pero su aplicación, desde tiempos de Galeno, incluye conocimientos que son puramente experimentales, no son conocimientos por sus principios y causas. Por ejemplo, la aspirina mucho tiempo se ha aplicado sin saber cuál era su mecanismo, su modus operandi; la medicina la ha usado sin conocer sus principios. El cirujano, porque conoce la ciencia, sabe que conviene sacar un tumor, y cómo hacerlo sin daño para el organismo. Sabe, pero su saber no es medicina porque no cura. Se necesita la habilidad de sus manos, el proceso quirúrgico, para preservar la salud del enfermo, habilidades y procedimientos imprescindibles para la medicina, y que no son ciencia.

Es peligroso -y tonto- hablar de ciertos temas sin precisar el sentido que tienen los términos a emplear. Para referirse a las ciencias y a los dogmas es preciso fijar antes qué son. Si a las Ciencias las circunscribimos a conocimientos cierto de las cosas por sus causas, y a los Dogmas los ceñimos a revelación divina, es claro que nada tienen que ver entre sí. Difieren más que el aserrín con el pan rallado y la chicha con la limonada. Si a la Ciencia le damos un alcance más amplio, saber o erudición, y al Dogma lo interpretamos como fundamentos o puntos capitales de toda ciencia, definiciones que también son aceptadas por la Academia, entonces no diríamos que los conceptos se rechazan entre sí sino más bien que la ciencia precisa de los dogmas.

Y más aún: la Ciencia es cuerpo de doctrina metódicamente formado y ordenado que constituye un ramo particular del saber humano, dice la Academia. También dice la Academia que teología dogmática es la ciencia que trata de Dios y de sus atributos y perfecciones a la luz de los principios revelados. Ateniéndonos a estas acepciones diremos que los dogmas son fundamentos de las ciencias, o por lo menos de una de ellas.

Un individuo dice: esa es una pared. Otro dice: no, es un muro. Un tercero intercede: es una muralla. Y viene otro más a interpretar que eso de lo que están hablando es una combinación de sílice, carbonato de calcio y arcilla cocida, todo combinado en una forma especial. Entonces un entendido en la materia, una persona de autoridad, define qué elementos comunes tienen paredes, muros y murallas y cuáles son las características que los diferencian; al último lo descarta porque para entendernos conviene que las cosas tengan nombres, no descripciones que son largas e imprecisas. Y gracias al arbitrio de éste que define, que fija un Dogma (dogma es proposición que se asienta por firme y cierta), podemos seguir opinando sobre las paredes y los muros y quizás adelanten las artes albañilearles. ¿Ese entendido ha dado una mala definición, ha creado un dogma que no es adecuado para dilucidar ciertos aspectos? Entonces que otro entendido formule un Dogma mejor. Pero, aunque no sea perfecto, va sirviendo para que aclaremos los pensamientos sobre esa materia. El conocimiento apriorístico, dogmático, de una serie de conceptos, es indispensable para la comunicación que permite afirmar los conocimientos. Y sobre esa base seguir adelante.

Es dogma que nuestro señor Jesucristo se halla íntegro, cuerpo, alma, sangre y divinidad, en la Hostia Consagrada. El Dogma es hermoso porque sirve para conocer, para fijar conceptos con claridad. Y esto se conoce por Revelación Divina. A nadie se la va a ocurrir buscar los principios y causas para que esto sea así, para que este conocimiento sea científico. Buscar explicaciones racionales sería anti dogmático, pues implicaría la pretensión de que Dios acomode su voluntad al razonamiento humano.

La creación del universo está consumada, tiene determinadas características y responde a ciertas leyes. La física averigua esas leyes y con el avance de los estudios, va descubriendo nuevos detalles, diversos vericuetos. Está en un continuo flujo y reflujo de ideas.

La teología es la ciencia que trata de Dios, y se apoya en los principios revelados. Como la revelación está consumada no tiene nuevos conocimientos bajo su análisis, pero el análisis puede llevar a interpretaciones distintas. De hecho, la teología de Santo Tomás difiere de la de San Agustín, y la del modernismo no sólo difiere sino que se opone a la de Santo Tomás. De modo que, en cierta medida, el Dogma, en cuanto es revelación divina, también participa del continuo flujo y reflujo de ideas, que por lo tanto no sería atributo privativo de las ciencias no dogmáticas, sino también de la teología, ciencia dogmática por excelencia.

Ciencia, está cargada de prestigio. Quizás lo único que conozcamos de ella sean las “ansias de noble ciencia / nunca saciadas” a las que cantábamos de estudiantes. Estamos a favor de la ciencia. Y la ciencia no es buena ni mala, es instrumento. Ha servido para hacer una bomba atómica matadora de millones de seres indefensos de un solo saque, y con el manejo de los genes se muestra capaz de producir monstruos demoníacos que ni la mitología se animara a imaginar. Pero ciencia se liga a bien, no pensemos más, la ciencia es buena; estamos con la ciencia.

Dogma es un proposición firme y cierta. La palabra tiene un ilustre origen griego, nacida de la idea de parecer, opinión, Doctrina. Se dice doctores a gente supuestamente bien provisto de doctrinas, de pareceres, d de dogmas, y tales doctores se satisfacen de serlo. La religión se basa en una revelación que es un cúmulo de enunciados firmes y ciertos, tan ciertos como que son anunciados por Dios y tienen la firmeza de la tradición que los acerca hasta nosotros. Entonces dogma se le dice también a la revelación en conjunto. Y los que no creen en esa revelación, y sobre todo los enemigos de la religión surgida de ella, califican de malo, de absurdo, de caprichoso, de supersticioso, a todo lo relacionado con los Dogmas, lo han convertido en mala palabra. Caramba, ¿A los Doctores habrá que cambiarles el título para no vincularlos con algo tan desprestigiado?

A una planta se le corta un gajo y espontáneamente nace otro que cumple perfectamente sus mismas funciones. A un hombre se le corta un brazo y la ciencia conoce, verdad absoluta, que espontáneamente no le brotará otro brazo capaz de cumplir con idénticas funciones. ¿Que han de mejorarse las técnicas de las prótesis? es de suponer, pero que espontáneamente nazca el brazo, no. ¿Que en el futuro podrían generarse medicamentos que lo logren? Perfecto; entonces será posible de acuerdo a una ciencia futura; la ciencia actual conoce, como verdad absoluta, que eso es imposible. Negar esta verdad, por la previsión de que en el futuro se cambie, equivaldría a negar la ciencia: la ciencia no existe ahora porque la ciencia del futuro va a desmentirla. No: la ciencia, ahora, conoce verdades absolutas; la ciencia del futuro dará mayores precisiones, distintas explicaciones, nuevos aspectos, pero no negará que el conocimiento de las cosas por sus causas, en la actualidad, alcanza ciertas verdades.

Puedo estar acertado o no en mis malos presagios. Pero aunque me equivoque, es muy posible que la Ética se modifique, cambie sus valoraciones; es decir que los valores morales sean tan subjetivos como los económicos. No son valores permanentes, absolutos. A pesar de eso, bien puede conocerse que la ciencia ética, en los siglos pasados, en los siglos de la Cristiandad, ha tenido tales y cuales conceptos sobre las obligaciones del hombre, y ha exaltado la generosidad, la maternidad y otros valores. La ciencia ética de los siglos por venir tendrá otra forma de considerar esas obligaciones. Las obligaciones varían al variar las preferencias; la ciencia conoce perfectamente, con verdad absoluta, los vaivenes de la apreciación de las obligaciones. ¿Me dirá que eso no es ética sino historia de la ética? Bien, ¿y acaso la historia no es ciencia también?

La política es esencialmente dogmática. Se ha difundido en el mundo e dogma de la democracia, dogma que la supone único sistema válido, aceptable, razonable. Un dogma casi universal. Los criterios distintos, mejores o peores, son también dogmáticos, propuestos como principios innegables a los que se debe adherir. Y a pesar de este dogmatismo, hay quienes la estiman a la política como ciencia del Estado o del Bien Común.

Euclides construye la geometría sobre la base del rigor lógico aristotélico y unos cuantos postulados dogmáticos, postulados que son aceptados y que no son científicos por cuanto son ciertos pero no tienen un razonamiento que justifique esa certeza. Hace una geometría que es una ciencia y que sostiene verdades absolutas. Uno de esos dogmas, famoso, es que en el plano, por un punto exterior a una recta, puede pasar una normal a esa recta y solamente una.

Ese dogma ha sido negado. Se lo ha reemplazado por dos dogmas contrarios, que por dicho punto pueden pasar infinitas normales a la recta, y que no puede pasar ninguna. Y de aquí, “de la investigación de áreas desconocidas en el campo del conocimiento científico”, han surgido dos ciencias nuevas, las geometrías no Euclídeas. Ciencias, las tres con verdades absolutas, y las tres basadas sobre dogmas que no tienen ninguna apoyatura científica.

Otro caso tenemos en Santo Tomás de Aquino. Fue alumno de San Alberto Magno, Doctor Universalis, que dominaba todas las ciencias, incluso la astrología. En cambio San Tomás no acepta la astrología. Basándose en el dogma, el hombre ha sido creado libre, con libre albedrío, pues esa es la razón para merecer premios y castigos, llega a la conclusión de que sí, evidentemente los astros influyen sobre la naturaleza terrestre, como bien lo muestran las mareas (fenómeno explicado por Newton pero conocido desde la antigüedad) pero no le marcan al hombre un destino, ya que eso sería una negación de su libertad. Dejando de lado la objetividad de la ciencia, y apoyándose en un dogma religioso, llega al resultado correcto.


lunes, 20 de junio de 2011

¿POR QUÉ LOS CRISTIANOS CREEN EN LA TRINIDAD?

¿Por qué los cristianos creen en la Trinidad? ¿No es ya bastante difícil creer que existe Dios como para añadirnos el enigma de que es «uno y trino»?
 
Por Raniero Cantalamessa, OFM Cap.
 
A diario aparece quien no estaría a disgusto con dejar aparte la Trinidad, también para poder así dialogar mejor con judíos y musulmanes que profesan la fe en un Dios rígidamente único.

La respuesta es que los cristianos creen que Dios es trino ¡porque creen que Dios es amor! Si Dios es amor debe amar a alguien. No existe un amor al vacío, sin dirigirlo a nadie. Nos interrogamos: ¿a quién ama Dios para ser definido amor? Una primera respuesta podría ser: ¡ama a los hombres! Pero los hombres existen desde hace algunos millones de años, no más. Entonces, antes, ¿a quién amaba Dios? No puede haber empezado a ser amor desde cierto momento, porque Dios no puede cambiar. Segunda respuesta: antes de entonces amaba el cosmos, el universo. Pero el universo existe desde hace algunos miles de millones de años. Antes de entonces, ¿a quién amaba Dios para poderse definir amor? No podemos decir: se amaba a sí mismo, porque amarse a uno mismo no es amor, sino egoísmo, o como dicen los psicólogos, narcisismo.

He aquí la respuesta de la revelación cristiana. Dios es amor en sí mismo, antes del tiempo, porque desde siempre tiene en sí mismo un Hijo, el Verbo, a quien ama con amor infinito, que es el Espíritu Santo. En todo amor hay siempre tres realidades o sujetos: uno que ama, uno que es amado y el amor que les une. Allí donde Dios es concebido como poder absoluto, no existe necesidad de más personas, porque el poder puede ejercerlo uno solo; no así si Dios es concebido como amor absoluto.

La teología se ha servido del término naturaleza, o sustancia, para indicar en Dios la unidad, y del término persona para indicar la distinción. Por esto decimos que nuestro Dios es un Dios único en tres personas. La doctrina cristiana de la Trinidad no es un retroceso, un pacto entre monoteísmo y politeísmo. Al contrario: es un paso adelante que sólo el propio Dios podía hacer que lo diera la mente humana.

La contemplación de la Trinidad puede tener un precioso impacto en nuestra vida humana. Es un misterio de relación. Las personas divinas son definidas por la teología «relaciones subsistentes». Significa que las personas divinas no tienen relaciones, sino que son relaciones. Los seres humanos tenemos relaciones -entre padre e hijo, entre esposa y esposo, etcétera--, pero no nos agotamos en esas relaciones; existimos también fuera y sin ellas. No así el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

La felicidad y la infelicidad en la tierra dependen en gran medida, lo sabemos, de la calidad de nuestras relaciones. La Trinidad nos revela el secreto para tener relaciones bellas. Lo que hace bella, libre y gratificante una relación es el amor en sus diferentes expresiones. Aquí se ve cuán importante es que se contemple a Dios ante todo como amor, no como poder: el amor dona, el poder domina. Lo que envenena una relación es querer dominar al otro, poseerle, instrumentalizarlo, en vez de acogerle y entregarse.

Debo añadir una observación importante. ¡El Dios cristiano es uno y trino! Ésta es, por lo tanto, asimismo la solemnidad de la unidad de Dios, no sólo de su trinidad. Los cristianos también creemos «en un solo Dios», sólo que la unidad en la que creemos no es una unidad de número, sino de naturaleza. Se parece más a la unidad de la familia que a la del individuo, más a la unidad de la célula que a la del átomo.

La primera lectura de la Solemnidad nos presenta al Dios bíblico como «misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad». Éste es el rasgo que reúne más al Dios de la Biblia, al Dios del Islam y al Dios (mejor dicho, la religión) budista, y que se presta más, por ello, a un diálogo y a una colaboración entre las grandes religiones. Cada sura del Corán empieza con la invocación: «En el nombre de Dios, el Misericordioso, el Compasivo». En el budismo, que desconoce la idea de un Dios personal y creador, el fundamento es antropológico y cósmico: el hombre debe ser misericordioso por la solidaridad y la responsabilidad que le liga a todos los vivientes. Las guerras santas del pasado y el terrorismo religioso del presente son una traición, no una apología, de la propia fe. ¿Cómo se puede matar en nombre de un Dios al que se continúa proclamando «el Misericordioso y el Compasivo»? Es la tarea más urgente del diálogo interreligioso que juntos, los creyentes de todas las religiones, deben perseguir por la paz y el bien de la humanidad.



INVERTIR EN EDUCACIÓN





La cuestión educativa es una de las principales deudas pendientes en América latina y no siempre es de índole económica.





Setenta personalidades políticas, empresariales y académicas de la región participaron recientemente en el 6º Foro Económico Mundial para América Latina, que tuvo lugar en Río de Janeiro y a cuya reunión de clausura concurrió la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff.

Dos cuestiones de interés sobresalieron a través de las exposiciones vertidas. Puede decirse que predominó un optimismo llamativo por el presente y el porvenir de América latina.

Ese estado de ánimo positivo se fundó tanto en los avances de la democracia en los países de la región como en el crecimiento de una clase media con empuje en la mayoría de las naciones. En ese cuadro promisorio se advierte, también, la gravitación de una población juvenil que se moviliza en un clima social libre de conflictos profundos y que cuenta a su favor con el potencial que implica la producción de materias primas en un mundo en desarrollo, que debe dar satisfacción a las demandas de una población cada vez mayor.

Ante ese panorama de posibilidades tan alentadoras, el Foro consideró que merecen prioridad las inversiones en educación, a fin de contar con una fuerza joven bien preparada para la expansión de una economía que se sustenta en servicios y en el contexto de una sociedad dispuesta a la promoción de conocimientos, lo que supone los aportes de la ciencia, la tecnología y la innovación productiva.

Esa propuesta para el sostén educativo se planteó más allá del nivel primario, cuyo crecimiento es reconocido en la región. En el plano de los debates no dejaron de señalarse fallas apreciables en los sistemas educativos, como se advierte en lo que concierne a la calidad de la enseñanza, los desniveles de prestigio en las casas de estudio, las limitaciones de la remuneración a la docencia. En ese sentido, el esfuerzo del continente tiene que procurar la enmienda de las fallas; de lo contrario, América latina quedará rezagada en el concierto mundial.

Otras cuestiones de interés se destacaron, entre ellas, no desperdiciar el excelente momento actual que ofrecen las commodities, combatir la inflación y avanzar en infraestructuras a fin de atraer inversiones.

Puede juzgarse que lo dicho en el Foro no es nuevo, pero es innegable la importancia de que se haya dicho en una reunión de países de América latina, con problemas comunes, y por personalidades de sólida influencia.

Por consiguiente, la cuestión educativa es la primera deuda pendiente a enfrentar con mayores inversiones, aunque el incremento de las finanzas no basta.

En nuestro país creció en los últimos años la financiación del sistema, se dio creación a una nueva ley, se aumentaron los años de obligatoriedad; no obstante, la calidad ha declinado, la brecha de las desigualdades es mayor, y además es notoria la disminución de la motivación por el estudio y la pérdida de las formas de convivencia en las escuelas.

Las inversiones, pues, son necesarias, pero deben ir unidas a un replanteo de cuestiones a fin de que armonice con la promoción de la calidad y el esfuerzo, la justa reducción de las desigualdades, el logro de que el estudio se reafirme como el camino de la inclusión y la movilidad social y se reinstale un régimen de positiva convivencia en las aulas.

Editorial La Nacion



“BAJO LA GUÍA DEL ESPÍRITU DE JESÚS, VIVAMOS COLMADOS POR LA VIDA DIVINA”



El don de la sabiduría nos permite saborear lo que proviene del Señor y nos hace sentir cada vez más unidos a Él, mientras que por el de la piedad crecemos en el fervor por nuestro trato amical con Dios.



Por el Pbro. Ricardo Mazza


Celebramos hoy la fiesta de Pentecostés en la que se actualiza el momento en que es enviado al mundo el Espíritu del Padre y del Hijo, que por ello se llama Santo, y continúa la obra de Jesús en la Iglesia hasta el fin de los tiempos. Es el mismo Espíritu insinuado en la creación del mundo cuando el Génesis (1,2) recuerda que el “espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas” otorgándole así la vitalidad que necesitaba todo lo creado.

Es el espíritu que Dios da al mismo hombre que formó del polvo de la tierra, soplando “en sus narices un aliento de vida, y existió el hombre con aliento y vida” (Gén.2, 7), creándolo a su imagen y semejanza (Gén.1, 27).

Es el espíritu que se manifestó en el monte Sinaí cuando Moisés recibe las tablas de la ley y se concreta la alianza entre Dios y el hombre de manera que se pudiera realizar aquello de “Yo seré el Dios de ustedes y ustedes serán mi pueblo, si escuchan mi palabra y la cumplen”. Encuentra así el hombre la oportunidad de caminar al encuentro de Dios viviendo su ley.

Es el Espíritu que exhala Jesús en el momento de morir, afirmando el evangelio que “dando un gran grito” (Lc.23, 46), “entregó el espíritu” (Jn. 19, 30) a la Iglesia nacida de su costado, para su misión futura.

Entrega a la Iglesia que reafirma el Señor cuando en el mismo día de la Pascua dejando a sus discípulos su Paz, proveniente de su realidad de resucitado, les dice “reciban el Espíritu Santo” (Juan 20,19-23).

Junto a ese don tan grande les encomienda perdonar los pecados a quienes estén arrepentidos de corazón para que puedan ingresar a la vida nueva de la gracia, pero retenerlos a quienes se rehúsan a reconocer sus culpas y deciden permanecer en el apartamiento de su Creador.

Es el mismo Jesús que envía a los discípulos a llevar su mensaje, la buena nueva, e ilumina con el Espíritu sus inteligencias fortaleciéndolos en el ejercicio de su misión, para que se mantengan fieles al Dios de la alianza.

Por otra parte este Espíritu es quien muestra la novedad de la Iglesia como Católica.

En efecto, en el monte Sinaí, en el Pentecostés del Antiguo Testamento, es el pueblo de Israel quien realiza la Alianza con su Dios. En el Pentecostés cristiano se advierte enseguida la universalidad de los destinatarios de la nueva alianza en la persona de los judíos de la diáspora llegados a Jerusalén de todas las naciones conocidas entonces.

De allí se explica que a pesar de que hablan diferentes idiomas comienzan a entender, cada uno en su lengua de origen, la manifestación del Espíritu.

“¿Acaso no son todos estos hombres galileos? ¿Cómo que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua?” (Hechos 2, 1-11). Se trata de la acción del Espíritu por el “don de lenguas”, presente en la Iglesia en un primer momento como una forma concreta de manifestar la universalidad de la Iglesia, que es católica, no atándose a pueblo determinado alguno, sino abierta a todas las culturas, a todos los pueblos, por la acción del Espíritu que trabaja en cada uno para el bien de todos.

Y así este hecho del Pentecostés cristiano marca un nuevo comienzo, un llamado a todos los hombres de buena voluntad.

Nos dice el libro de los Hechos de los Apóstoles que se encontraban en la ciudad de Jerusalén “judíos piadosos venidos de todas las naciones”, judíos que buscaban sinceramente a Dios y que recibieron el Espíritu como primicia del Cristo resucitado para incorporarse con nuevas fuerzas a esta comunidad naciente que es la Iglesia.

Las lenguas de fuego están indicando no sólo la luz que esclarece las inteligencias para comprender el hecho de Pentecostés, sino también la fuerza de la caridad para seguir en la imitación permanente de Cristo bajo la acción de su Espíritu que viene a transformar el corazón humano.

De allí la importancia, queridos hermanos, que nosotros mismos nos dispongamos dócilmente a la acción nueva del Espíritu Santo que nos va modelando según Cristo, suscitando nuestras inspiraciones para el bien, para nuestra amistad con Dios.

El Espíritu muestra su riqueza por medio de la diversidad de dones, dice San Pablo (1 Cor.12, 3-7.12-13). En efecto, en la Iglesia que es Una, existe diversidad de dones, ministerios y actividades, pero es el único Dios el que realiza todo en todos manifestándose el Espíritu en cada uno diversamente.

Cuando en la Iglesia hay enconos, rivalidades o divisiones, no se está viviendo bajo la acción del Espíritu Santo, no se ha comprendido que la diversidad de dones enriquece a la Iglesia. La diversidad de dones, por tanto, no debe ser motivo de envidias, de peleas y recelos, sino que por el contrario hemos de ponernos al servicio de la comunidad toda a través de lo que el espíritu nos va inspirando, nos va mostrando, sabiendo que en la presencia y servicio más simple, hacemos presente al Señor. No es en el bullicio, o en las apariencias donde se manifiesta el Espíritu, sino por medio del silencio, de la sencillez, de todo lo que implique que nosotros desaparecemos para que se haga presente la acción divina.

La secuencia que hemos escuchado recién describe las maravillas que Dios realiza en nosotros por su Espíritu. Descanso en el trabajo, templanza en las pasiones, nos ayuda a vencer lo que nos aparta de Dios, alegría en nuestro llanto, encontrando en Dios el consuelo en medio de nuestras lágrimas y el dolor. El Espíritu nos hace entender que sin la ayuda de Dios, nada podemos hacer, ni cosa alguna es inocente en el hombre. Viene a purificar nuestro interior dándonos el don de la misericordia que Cristo dejó a sus discípulos. El Espíritu suaviza la dureza de nuestro corazón, haciéndonos cada día más permeables a la gracia de Dios. Nos da el calor del amor de Dios para desterrar la frialdad que a veces soportamos en nuestro interior. Corrige nuestros desvíos y nos colma con los siete dones que perfeccionan.

El don de ciencia nos permite descubrir la voluntad de Dios en el caminar por este mundo, mientras que por el don de entendimiento penetramos su misterio en medio de los interrogantes que nos presenta la vida.

El don de la fortaleza dada las dificultades y tentaciones de cada día, nos capacita para dar testimonio de nuestra fe y no ceder ante el maligno.

El consejo versará siempre sobre qué camino tomar para ser santos y evitar el mal, mientras que por el don del temor de Dios movidos por el amor, tememos ofenderlo por nuestras acciones.

El don de la sabiduría nos permite saborear lo que proviene del Señor y nos hace sentir cada vez más unidos a Él, mientras que por el de la piedad crecemos en el fervor por nuestro trato amical con Dios.

Hermanos, impulsados por el Espíritu, llevemos al mundo el mensaje salvador de Jesucristo, prolongando su ministerio entre nosotros. Sintámonos enviados por el Señor para llevar su Buena Nueva, para transmitir al mundo que sin Él nada podemos hacer.


Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en la fiesta de Pentecostés. (Ciclo “A”). 12 de Junio de 2011. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com