martes, 23 de noviembre de 2010

LA CRISTIANA ASIA BIBI, INDULTADA POR EL PRESIDENTE PAQUISTANÍ

Condenada a muerte por blasfemia sin haber sido procesada, deja atrás la cárcel al alcanzar la gracia de Asif Ali Zardari. Benedicto XVI y parte de la comunidad internacional se habían movilizado para salvarla

La cristiana paquistaní Asia Bibi, condenada a muerte por blasfemia, ha sido indultada por el presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari, y ha abandonado la cárcel donde permanecía encerrada sin haber sido procesada.

Según ha confirmado a la agencia Zenit International Christian Concern (ICC), así como la agencia de Kuwait Kuna y otras instituciones de defensa de la libertad religiosa, Bibi, de 37 años, fue declarada "inocente" este lunes, 22 de noviembre, por el ministro de las Minorías de Pakistán, Shahbaz Bhatti, que también es cristiano.

Bhatti había pedido al presidente Zardari que la mujer, madre de cuatro hijos, fuera liberada por "no haber cometido actos blasfemos".

El pasado sábado, Bibi había firmado un llamamiento para pedir la gracia al presidente, que fue entregado a Zardari por el gobernador de Punja, Salman Taseer.

Benedicto XVI pidió la liberación

Para salvar a la mujer paquistaní y cristiana, se movilizó buena parte de la comunidad internacional y el Papa Benedicto XVI pidió su liberación, condenando al mismo tiempo la “violenta” situación en que viven los cristianos en el país islámico.

Bibi había sido condenada a muerte por un juez del distrito paquistaní de Nankana, en la provincia central de Punjab. La condena fue dictada por hechos que se remontan a junio de 2009, cuando la mujer había sido denunciada bajo acusación de haber ofendido al profeta Mahoma durante una discusión con unas musulmanas.

Según fuentes locales, Asia Bibi ha sido trasladada a una localidad no revelada por su seguridad, pues en el pasado personas que han sido declaradas inocentes de acusaciones de blasfemia han sido asesinadas por la población.

La mujer vivía con su esposo, Ashiq Masih, con sus tres hijas y un niño, en el barrio ‘Chak 3’ en el pueblo de Ittanwali, no muy lejos de la ciudad de Nankhana Sahib, al este de Lahore, provincia de Punjab. En el asentamiento Chak 3 sólo viven tres familias cristianas, en medio de una población musulmana.

Cabe recordar que el diario The Daily Telegraph denunció el caso de Bibi a principios de este mes de noviembre, tras los hechos en que la paquistaní cristiana fue atacada por una turba. Después de denunciar el caso a la policía, fue llevada a una comisaría por su seguridad. Una fuente citada por el diario inglés explicó que la policía recibió presiones "de la mafia musulmana, incluidos los clérigos, que pidieron para Asia la muerte porque (supuestamente) había hablado mal del profeta Mahoma".

Su esposo Ashiq Masih había pedido ayuda para Asia y sus cinco hijos. "No he informado a dos de mis hijas más jóvenes sobre la decisión del tribunal. Me han preguntado muchas veces sobre su madre, pero no tengo el valor de decirles que el juez la ha condenado a la pena capital por un crimen que nunca cometió", explicó.

¿Qué es la Ley de Blasfemia?

La Ley de Blasfemia agrupa varias normas contenidas en el Código Penal de Pakistán para sancionar cualquier ofensa de palabra u obra contra Alá, Mahoma o el Corán, que sea denunciada por un musulmán sin necesidad de testigos o pruebas adicionales. Su aplicación puede suponer el juicio inmediato y la posterior condena a prisión de cualquier persona.

Según la asociación católica Ayuda a la Iglesia que Sufre, cada año la ley se aplica en más de 80 casos, "la mayor parte de los cuales sin fundamento jurídico, provoca graves injusticias, coarta la libertad de ciudadanos inocentes e incluso genera apedreamientos, incendios de casas y asesinatos de cristianos, cuyo único delito es querer vivir su fe en libertad".

Los católicos en Pakistán apenas representan el 0,7% del total de la población, estimada en 160 millones de habitantes. Los cristianos y católicos constituyen la clase social más baja en un país con el 98% de población islámica.

Los cristianos deben ganarse la vida con los trabajos más penosos, mayoritariamente en el entorno rural, sufren explotación laboral y se les discrimina incluso en el acceso a la educación superior


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