lunes, 24 de noviembre de 2008

ABORTO: OPINIÓN DE UNA LEGISLADORA PERONISTA BONAERENSE


En la foto: Manuela y su nieto

Hasta cuando tendremos que soportar que se manipule con nuestros valores más sagrados, ¡La Vida de nuestros niños!
Escribe Manuela Lastra
Mucho se viene hablando de los proyectos que vienen caminando despacio pero sin pausa, sobre la despenalización del aborto, despenalización que trae encubierta la firme decisión, cobarde y asesina, de mentes enfermas que determinan la pena de muerte en el seno materno de un ser inocente, por supuesto que... para ciertos casos muy particulares y selectivos desde el juicio del humano... ¿Humano....????
La voz de muchos se hace oír en contra de la legalización del aborto. Pero el eco de esas voces no es lo suficientemente dura y fuerte como para que se escuche en todo el territorio argentino. Seguramente si un legislador propusiera imponer la pena de muerte para delincuentes asesinos y violadores, los "hipócritas derechos humanos que son bien retorcidos" estarían reclamando por esos "seres humanos".
Estas mentes enfermas y diabólicas prefieren condenar un ser inocente, pequeñito, con brazos, piernas, ojos, corazón, manitas, y todo lo que amamos y acariciamos en nuestros niños, antes que eliminar un ser degenerado, implacable, asesino, y todo calificativo que encierra su conducta.
¿Qué mueve a seres humanos con un cierto intelecto capaz de entender esta diferencia a no ver los derechos humanos de un ser a imagen y semejanza de Dios en su estado más indefenso? Solo se me ocurre decir ¡cobardía y maldad! dos calificativos que hoy abundan en las manos de quienes tienen poder de decisión legislativa.
No menos cierto es que un porcentaje importante, (anestesiando su conciencia), de la ciudadanía admite estas prácticas aberrantes. Yo puedo entender cualquier error humano, puedo justificar conductas que se generan en un límite o crisis personal. Lo que condeno y repudio es la frialdad con que nuestros representantes se prestan a tratar la legalización de semejante tortura seguida de muerte.
Ya lo dijo Teresa de Calcuta... "la sola mención de tratar el tema en un país, nos habla de una sociedad enferma". Creo que esta frase debería ocupar el tiempo de los legisladores argentinos, primero sanar nuestro espíritu y luego repudiar desde los diputados y senadores de cualquier credo religioso, la sola presentación de estos proyectos.
No me pidan que suavice los términos, solo me produce asco y repulsión que, en una fría ley, se pueda disponer de los seres inocentes que Dios pone en nuestras manos para que los amemos y cuidemos. Pero mucho peor me siento cuando se positivamente de que, practicantes de la Fe en la Legislatura Argentina, no levanten la voz jugándose por el Derecho a la Vida.
Pido a Dios Nuestro Padre les inunde de sabiduría para que no se continúe con la cultura de la muerte en manos de legisladores mantenidos con nuestro dinero, esfuerzo y sudor.
¡Dios los perdone!
A mi me cuesta.
Manuela Lastra
Concejal PJ - Henderson - Pcia. Bs As

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SOBRE LA "INQUISICIÓN QUE ATIENDE EN SANTA FE" – UNA BURRADA QUE FUE TAPA



“El matrimonio es la unión estable entre un hombre y una mujer” sostuvo el Arzobispo de Santa Fe Mons. José María Arancedo.
¿Es inquisitivo defender la naturaleza humana, la normalidad?


Por Juan Carlos Sánchez

“Si me preguntan a mí, tengo todo el derecho como argentino, antes que como obispo, de opinar que para mí el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer (…) ordenada a la vida. (...) Yo nunca me he sentido un inquisidor como actitud de vida, ni tampoco la Arquidiócesis santafesina ha tenido esta postura. (...) Defender eso no se puede llamar inquisición” aclaró Arancedo.“Si existe vida, tiene derecho y hay que respetarla”. Dijo poco antes.

El ataque al Nº 3 de la Conferencia Episcopal Argentina y Ordinario de Santa Fe de la Vera Cruz no es casual. Se enmarca dentro de una fuerte avanzada que anticipa un Marzo 2009 duro en materia antropológica y religiosa, preparatoria a la visible derrota electoral del colectivo social piloteado por el kirchnerismo y que agrupa todas las anormalidades conocidas más los defensores del crimen del aborto y los neuro progresistas vernáculos.

Alguna prensa tituló y otra repitió que “la Inquisición atiende en Santa Fe” y aunque el título es bueno por lo llamativo, por lo inapropiado y amarillo pierde entidad periodística.

Admito que a estos títulos -admirables por la imaginación- estoy acostumbrado. Empeorarán en breve, serán cada vez más virulentos, la caída anunciada para el 2009 del modelo socio cultural propuesto por el kirchnerismo provocará el aceleramiento del intento de forzar legislación e instalación de conceptos negativos en el cuerpo social, porque luego retornarán parámetros de normalidad más digeribles a las mayorías y todo será más difícil para el circo nacional.

La defensa antropológica del derecho a la vida, la religiosa de la ley natural y divina, la política de los valores cívicos y la social que no es más que “anticuerpos” generados por una comunidad atacada y traicionada por sus coyunturales líderes, puede observarse en las páginas de este diario y en muchos otros, creciendo exponencialmente y cada vez con mayor vigor y valentía.

Como la valentía -cuestionada por cierta prensa y periodistas- del Arzobispo de Santa Fe de exhibirse como “políticamente incorrecto” haciendo propio no solamente el criterio eclesial sino de esa gran mayoría normal de la sociedad atacada.

También como la de los firmantes de los correos-e, documentos o cartas enviadas a los legisladores santafesinos y a los nacionales en casos similares cuando la naturaleza del hombre se intentaba lesionar atendiendo reclamos minoritarios, sin medir las consecuencias a futuro, el daño a los niños y jóvenes y a la sociedad toda y solamente procurando el beneficio de algunos votos marginales. Esto expresa la degradación a la que ha llegado la praxis política durante esta crisis (de los últimos seis años).

Con claridad lo dice la Federación de Asociaciones y Uniones de Padres de Familia de Colegios Católicos de la Arquidiócesis de Santa Fe de la Vera Cruz que sostuvo que 
legalizar las uniones homosexuales agravia a los padres de familia santafesinos” es un acto de discriminación y perjuicio a los padres de familia” que “menoscaba y condiciona la educación de sus hijos”.
También La Junta Arquidiocesana de Educación que escribió a la vicegobernadora y a los senadores, advirtiéndoles que “desde un punto de vista biológico-natural” sólo puede reconocerse como unión estable la de un varón con una mujer y que “el bien común debe estar por encima de los intereses particulares y este proyecto atiende a un sector minoritario sin considerar la idea de familia generadora y contenedora de hijos”.

La Universidad Católica de Santa Fe, que en una carta firmada por su rector, Pbro. Dr. Gerardo Galetto pide a los senadores que no aprueben la ley porque “la pareja homosexual, es obvio que biológica y antropológicamente no es, la suya, la situación de la pareja heterosexual. No es posible entre ellos la complementariedad a que se encuentra dispuesto cada sexo y la procreación abierta a perpetuar la especie. Los heterosexuales son diferentes a los homosexuales por lo que no existe discriminación cuando se prohíbe a éstos el acceso a una institución que por el orden de la naturaleza se encuentra dispuesta a la pareja de doble género, hombre y mujer”.

O la Pastoral Social de la Arquidiócesis de Santa Fe que en su carta a los senadores sostiene que el proyecto es “notoriamente inconstitucional, antisocial, contrario a la moral media de nuestro pueblo e inaceptablemente inoportuno”, constituyendo una “cuña confrontativa” y está “directamente encaminado a socavar la institución familiar”.
Y esta última frase que destaco adquiere singular relevancia a la luz del modelo del kirchnerismo que promueve la degradación de todo lo institucional, formal e histórico para fortalecerse desde la nadería de sus propuestas y del caos, en el vacío conceptual desde una sociedad de slogans.

Vale entonces preguntarse: ¿Los legisladores, sean santafesinos en este caso o de cualquier otra provincia o nacionales, también apuestan a su supervivencia a costo del bien común?

¿Son racionales y justos o solamente adminículos electoralistas programados para adquirir votos a cualquier precio?

¿Están capacitados para su función?

No hay que olvidar que el actual Gobernador santafesino cuando era candidato y con oportunismo electoral, firmó una declaración nacional a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo y se comprometió a que una vez electo, promovería una legislación local que garantizara a las parejas santafesinas todos los derechos que dependiesen del Estado provincial.

Eso “puso locas” -vulgos dixit- a cuantos andan por la calle con aritos o minifaldas exhibiendo las siliconas y apretando el pene con la tanga, tan naturales ellos. O a las que reclaman que el Estado les pague el aborto seguro y defienda su derecho a decidir sobre su propio cuerpo desinteresadas del cuerpo de su hijo a quien no les importa masacrar. Y Binner cosechó algunos votos más.

Por eso no coincido plenamente con Mons. Arancedo cuando dice en una de las declaraciones públicas que el conflicto “no generará fricción” con el gobierno provincial pues “tenemos un diálogo muy franco y de mucho respeto”. Y no coincido porque si un médico, Binner, que sabe como nace y se desarrolla una vida y conoce en profundidad la crueldad del aborto fue capaz por unos pocos votos más de firmar una declaración como la arriba relatada, ¿de qué no será capaz para mantenerse en el poder? Cuidado con estas trampitas políticas, prometen cualquier cosa, mienten, miman y al final... empoman.

Claro que no pueden ignorarse las nuevas tendencias. Existen, están aquí conviviendo con nosotros el grupo Socialistas LGBT (organizaciones de base de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans) y los Putos Peronistas. Una mimosada. Tan tiernos ellos/as. El proyecto de ley de Unión Estable de Parejas fue incluido en la plataforma electoral socialista. La esperanza es Reutemann y sus seguidores en el Senado.

El activismo católico como bien lo denomina la prensa juega fuerte sus fichas en esta oportunidad. El laico comprometido santafesino viene entrenado desde la gestión arzobispal anterior, tanto por la firmeza de su titular como la de los vicarios y por la formación lograda en institutos singulares como el IACS (Instituto Arquidiocesano de Ciencias Sagradas) u otros ad intra eclesiales.

Observarlo (al laicado) estimula la esperanza de que conductas supervivientes se consoliden y reformulen para sí mismos la elaboración de nuevos cuadros eficaces capaces de enfrentar el oportunismo político.

Entre otros beneficios destaco el de generar un colchón amortiguador previo al Arzobispo quien, como gran y casi único comunicador, está siempre demasiado expuesto y no cuenta con capacidad operativa notable por debajo de sí mismo. Esta no es una diócesis pequeña ni pacífica ni nueva que pueda administrarse sin sólidos cuadros intermedios.

Los políticos de la alianza progresista que lidera el Gobernador Binner repiten como aprendido de memoria el mismo libreto. El senador Juan Carlos Zabalza, presidente del bloque Encuentro Progresista, adelantó su voto afirmativo sosteniendo que la ley “será un paso positivo hacia la construcción de una sociedad más inclusiva, con igualdad de oportunidades ante la ley. Se trata de reconocer la realidad que presentan estas uniones, que son el libre resultado de la autodeterminación de las personas y merecen ser reconocidas por el derecho”.

Mi apreciado tocayo a quien conozco desde hace muchos años olvida –artificialmente- que la ley permite muchos de los reclamos que hoy intentan justificar esta nueva y que otros son y deben seguir siendo exclusivos de institutos naturales -como la familia normalmente constituida- en pro de la salud social. Nunca la inclusión ha de ser contra natura si no “lo que sale es mula” como decía mi abuelo Juan, amante de los buenos caballos y que aprendió de un peón santiagueño como hacer chorizos de burro.

A su vez el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Di Pollina, orgulloso por el voto de la media sanción casi por unanimidad (nueve legisladores justicialistas se abstuvieron) argumentó: “Hemos conformado una nueva mayoría parlamentaria con el objetivo de construir un nuevo estado, más cercano, más humano, que reconozca a todas y todos sus integrantes por igual”.

Fantasea el buen sociolisto, no se construye un nuevo estado más humano y cercano agrediendo la norma moral, la tradición y las costumbres del resto de la sociedad. La humanidad no es susceptible de modificaciones forzadas de su naturaleza sino que por el contrario, surge, madura y se consolida en lo personal y en lo comunitario desde el conocimiento y aceptación de su esencia.

Silvina Sierra, integrante de la ONG Las Diversas, en paralelo con la opinión del oficialismo y en lo que pareció un acto fallido, puso en claro la cuestión al decir “en estos temas tienen que priorizar la necesidad de estos ciudadanos que también votan…” ¿Serán muchos/as?

Estos cambios de paradigmas que se intentan con cierto éxito apuntan mucho más allá de los supuestos derechos de las minorías anormales. La despenalización del aborto y el aborto libre y gratuito (que no será libre para el niño ni gratuito pues lo pagaremos entre todos, para algunos el orgasmo y para otros la factura) serán las metas siguientes y la sociedad, aturdida por tanta basura publicada e impensada de la dirigencia (?) política, quizá no acuse el golpe y no sepa defenderse a sí misma en la persona de sus hijos no nacidos.

Mons. Arancedo el mes pasado y refiriéndose a las últimas declaraciones sobre la despenalización de aborto del ministro de Salud de la provincia Miguel Angel Capiello, habló fuerte y claro: “Me preocupa que venga de una autoridad que tiene la responsabilidad del bien común. Yo creo que el aborto hay que verlo como lo que es. No hay que darle muchas vueltas. El acto del aborto se impone a la libertad de una persona. Donde hay vida ya existe derecho. El fetito que se está engendrando en el vientre de su madre tenga 20 días, tenga un mes, ya es sujeto de derecho, y por lo tanto la ley debe tutelar esos derechos.” Y agregó: “espero que los médicos no se dejen llevar por esas medidas ¿Cómo no va a denuncia a alguien que se practicó un aborto? La postura de la Iglesia es el respeto por la vida y ¿quién dice que hay vida? Lo dice la ciencia”.

Anteriormente y denunciando doctrinas liberales (las llama neo liberales, la corrección es mía, no creo en la existencia de los “neo”, se es o no) contrarias a la solidaridad por su individualismo, el Arzobispo Arancedo definió: "La igualdad no se opone a las cualidades que distinguen a los hombres. Desde esta diversidad vemos como la justicia no es dar a todos lo mismo, sino dar a cada uno lo que le conviene o corresponde".

Si por analogía aplicamos este concepto al tema de marras convengamos que no corresponde otorgar similitudes artificiales a quienes son diferentes y así lo expresan con orgullo. Esto aunque más no sea por respeto hacia ellos y para que, ya que están orgullosos de su anormalidad, no intenten equipararse o parecerse a sus opuestos. Aclaro el concepto -por si hace falta- con una anécdota.

Con dolor, una vieja y querida amiga vino a contarme de la ruptura de su matrimonio y su causa. “Él -comenzó diciendo- siempre hizo gala de haberme sacado de la calle, de ser una putita. Se enorgullecía ante mí de eso, de ser más hombre que los muchos otros y de realizar una buena obra... Al final me di cuenta que estaba orgulloso de él y no de mi, enamorado de él y no de mi...


La miré sin comprender muy bien y se lo dije. Siguió explicando:

- Fue cuando me enteré de un comentario hecho a un común amigo, ‘ahora la puedo mostrar como una buena mina...’ le dijo. ¿Entendés ahora? Nunca me aceptó tal cual fui, quiere su obra, su creación, no a mi”

No respondí. Ella se aceptaba tal cual, él ya modificada, incorporada a su mundo, aceptable...

Si ser anormal enorgullece al punto de mostrarlo con descaro, de proponerlo como segmento de los derechos humanos, como merecedor de derechos especiales pero a la vez induce a forzar a la comunidad a la aceptación y a la legislación a asimilarla a la normalidad, es porque ellos mismos no se aceptan. A más de saberse o sentirse fuera de los marcos -y por eso desean construirse otros apropiados- quieren vivir la normalidad desde una farsa.

De allí la fuerza de la frase de Mons. Arancedo: “dar a cada uno lo que le conviene o corresponde".

Y esto sin olvidar la conveniencia de la sociedad, porque mucho mal hará el legislador que por consentir la exigencia de minorías ruidosas deteriore los valores que la sustentan. No “corresponde”, no pertenece, no es propio de la especie humana disfrazar el sexo tras modalidades de género. Tampoco proponer que aquello con lo que nacimos en la entrepierna y que nos define puede ser producto de elección posterior alguna.

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URUGUAY: DISCURSO DEL PRESIDENTE VÁZQUEZ




Texto del discurso del Presidente de Uruguay, Dr. Tabaré Vázquez, a la Asamblea General del país para explicar el veto presidencial a la ley abortista.




Montevideo, 14 de noviembre de 2008

Señor Presidente de la Asamblea General:

El Poder Ejecutivo se dirige a ese Cuerpo en ejercicio de las facultades que le confiere el artículo 137 y siguientes de la Constitución de la República a los efectos de observar los Capítulos II, III y IV, artículos 7 a 20, del proyecto de ley por el que se establecen normas relacionadas con la salud sexual y reproductiva sancionado por el Poder Legislativo.Se observan en forma total por razones de constitucionalidad y conveniencia las citadas disposiciones por los fundamentos que se exponen a continuación.

Hay consenso en que el aborto es un mal social que hay que evitar. Sin embargo, en los países en que se ha liberalizado el aborto, éstos han aumentado. En los Estados Unidos, en los primeros diez años, se triplicó, y la cifra se mantiene: la costumbre se instaló. Lo mismo sucedió en España.La legislación no puede desconocer la realidad de la existencia de vida humana en su etapa de gestación, tal como de manera evidente lo revela la ciencia. La biología ha evolucionado mucho.

Descubrimientos revolucionarios, como la fecundación in vitro y el ADN con la secuenciación del genoma humano, dejan en evidencia que desde el momento de la concepción hay allí una vida humana nueva, un nuevo ser. Tanto es así que en los modernos sistemas jurídicos -incluido el nuestro- el ADN se ha transformado en la “prueba reina” para determinar la identidad de las personas, independientemente de su edad, incluso en hipótesis de devastación, o sea cuando prácticamente ya no queda nada del ser humano, aun luego de mucho tiempo.

El verdadero grado de civilización de una nación se mide por cómo se protege a los más necesitados. Por eso se debe proteger más a los más débiles. Porque el criterio no es ya el valor del sujeto en función de los afectos que suscita en los demás, o de la utilidad que presta, sino el valor que resulta de su mera existencia.

Esta ley afecta el orden constitucional (artículos 7º, 8º, 36º, 40º, 41º, 42º, 44º, 72º y 332º) y compromisos asumidos por nuestro país en tratados internacionales, entre otros el Pacto de San José de Costa Rica, aprobado por la Ley Nº 15.737 del 8 de marzo de 1985 y la Convención Sobre los Derechos del Niño aprobada por la Ley Nº 16.137 del 28/09/1990.En efecto, disposiciones como el artículo 42 de nuestra Carta, que obliga expresamente a proteger a la maternidad, y el Pacto de San José de Costa Rica -convertido además en ley interna como manera de reafirmar su adhesión a la protección y vigencia de los derechos humanos- contiene disposiciones expresas, como su artículo 2º y su artículo 4º, que obligan a nuestro país a proteger la vida del ser humano desde su concepción.

Además, le otorgan el estatus de persona.

Si bien una ley puede ser derogada por otra ley, no sucede lo mismo con los tratados internacionales, que no pueden ser derogados por una ley interna posterior. Si Uruguay quiere seguir una línea jurídico-política diferente a la que establece la Convención Americana de Derechos Humanos, debería denunciar la mencionada Convención (Art. 78 de la referida Convención).Por otra parte, al regular la objeción de conciencia de manera deficiente, el proyecto aprobado genera una fuente de discriminación injusta hacia aquellos médicos que entienden que su conciencia les impide realizar abortos, y tampoco permite ejercer la libertad de conciencia de quien cambia de opinión y decide no realizarlos más.Nuestra Constitución sólo reconoce desigualdades ante la ley cuando se fundan en los talentos y virtudes de las personas. Aquí, además, no se respeta la libertad de pensamiento de un ámbito por demás profundo e íntimo.

Este texto también afecta la libertad de empresa y de asociación, cuando impone a instituciones médicas con estatutos aprobados según nuestra legislación, y que vienen funcionando desde hace más de cien años en algún caso, a realizar abortos, contrariando expresamente sus principios fundacionales.El proyecto, además, califica erróneamente y de manera forzada, contra el sentido común, el aborto como acto médico, desconociendo declaraciones internacionales como las de Helsinki y Tokyo, que han sido asumidas en el ámbito del Mercosur, que vienen siendo objeto de internalización expresa en nuestro país desde 1996 y que son reflejo de los principios de la medicina hipocrática que caracterizan al médico por actuar a favor de la vida y de la integridad física.

De acuerdo a la idiosincrasia de nuestro pueblo, es más adecuado buscar una solución basada en la solidaridad que permita promocionar a la mujer y a su criatura, otorgándole la libertad de poder optar por otras vías y, de esta forma, salvar a los dos.Es menester atacar las verdaderas causas del aborto en nuestro país y que surgen de nuestra realidad socio-económica. Existe un gran número de mujeres, particularmente de los sectores más carenciados, que soportan la carga del hogar, solas.

Para ello, hay que rodear a la mujer desamparada de la indispensable protección solidaria, en vez de facilitarle el aborto.

El Poder Ejecutivo saluda a ese Cuerpo con su mayor consideración,

Dr. Tabaré Vázquez
Presidente de la República

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miércoles, 19 de noviembre de 2008

EL SUTIL Y CONSTANTE DEBILITAMIENTO DE LA ECONOMÍA ARGENTINA

La economía en la República Argentina cada día se vuelve más débil mientas sigue la fiesta pingüina.
La economía en la República Argentina cada día se vuelve más débil, y las medidas ejecutadas por el gobierno, en vez de mejorar, lo único que hacen es empeorar la situación. Por qué los números macro y microeconómicos son cada vez más negativos para la Argentina, y la forma en la que el gobierno tratará de detener la sangría y el estancamiento que está debilitando al país.
El mundo se encuentra viviendo la peor crisis financiera desde la Gran Depresión de la década de 1930, y nuestro país no ha quedado al margen de los efectos negativos y nocivos de la misma. Día a día asistimos perplejos a como los indicadores económicos muestran la caída en la producción y la brutal desaceleración económica que está sufriendo la Argentina.
El gobierno nacional, en vez de atacar las causas por las que se ha llegado a esta situación, se dedica a buscar culpables donde no los hay. Primero, como siempre, los responsables fueron los medios, a quienes acusó de inventar la realidad y de atacar al gobierno democráticamente elegido en las elecciones del año pasado. Cuando esta excusa se cayó al suelo por el gran peso de su inconsistencia, la culpa recayó en aquellos que quieren hacer un golpe financiero al "gobierno nacional y popular", y utilizan la economía para hacerle daño. Como esta explicación era tan inconsistente como la anterior, se lanzaron en un ir y venir de excusas, hasta llegar a la situación de absoluta inactividad que vive el gobierno hoy en día en materia económica.
El kirchnerismo, en vez de actuar y prevenir que se sucedan hechos perjudiciales para la vida de los argentinos, se dedica a negar la situación y a decir que la Argentina es inmune a las consecuencias del descalabro financiero internacional, cuando a todas luces denota lo contrario. Bastan ver los datos de la realidad, para darnos cuenta que no todo está bien, si no miremos como en los últimos quince meses se han fugado del país 25.070 millones de dólares, 4.300 millones sólo en el pasado mes de octubre.
Se oculta la inflación, con números totalmente "dibujados" y en manos de un Instituto de Estadísticas y Censos (Indec), que hasta el año 2006 era muy confiable, pero desde que el kirchnerismo lo intervino, lo único que se hace es "patotear" a los miembros que se oponen a dicha intervención y que denuncian las constantes y flagrantes irregularidades que se cometen a diario en el organismo público. No se cambian este tipo de actitudes, sino que se las incentiva, y es por eso que los hechos de violencia son cotidianos en el Indec, un organismo que era un orgullo para los argentinos, que creían firmemente en sus cifras por la seriedad de los técnicos que trabajaban en el mismo.
Vemos como la reducción que han realizado los bancos en los márgenes de descubierto de sus clientes está generando un enorme default en cadena de segmento de muchas empresas. Las tasas de este mercado rondan hoy el 8% pero se mantiene extremadamente ilíquido, lo que complica aún más al panorama. El derrumbe de los valores accionarios llevó al Banco Nación a intervenir en ese mercado para intentar detener las caídas, porque de seguir así iban a provocar una hecatombe en el sistema.
El país no cuenta con crédito internacional y debe acudir a medidas extremas, como la estatización de las AFJP para contar con dinero contante y sonante para poder hacer frente a sus deudas, más allá que desde el Ejecutivo se niegue una y otra vez que el dinero de "nuestros queridos viejos" vaya a ser utilizado para pagar los intereses de deuda que vencen el año que viene y que superan ampliamente los 15.000 millones de dólares. Es que la medida fue tan intempestiva y yendo a contramano de lo que venía diciendo el gobierno anteriormente, que la gente ya no cree más en pececitos de colores y desconfía de todo lo que se diga.
Las ventas de automóviles nuevos cayeron 10,5 % mensual en octubre y se ubicaron apenas 1,5 % por encima de una año antes. Crece la mora en las tarjetas de crédito y desciende el consumo. En octubre las compras con tarjetas cayeron más de 25 % pese a ser uno de los dos meses de mayor estacionalidad. Se registraron fuertes caídas en los consumos en restaurantes, hipermercados y casas de electrodomésticos. Luis Barrionuevo habla de más de un 30% menos de consumo en el ramo gastronomito. La facturación del transporte de cargas ha caído más de 30 % respecto a 2007. Se estima que en el cuarto trimestre la economía se contraerá 2 % y al menos otro 1 % en 2009.
A pesar de todas estas cifras que dan muestra de un gran deterioro en el andamiaje económico de nuestro país, el gobierno sigue sin dar respuestas claras a los pedidos de la gente de darle soluciones rápidas y efectivas a sus problemas. La gente la está pasando mal en su vida diaria, no pudiendo llegar a fin de mes con sus sueldos, y ven como las cosas aumentan de precio semana a semana sin que se vea una esperanza en un futuro cercano de que la situación va a cambiar.
Si la Argentina tiene a un ministro de Economía al cual no se le conoce la voz, y todo el mundo comenta que el verdadero hombre que lleva las riendas de la economía nacional es el ex presidente Néstor Kirchner, en vez de despertar ilusión en el resto del mundo, se muestra una imagen tan de despendimiento de una persona, de liderazgo unipersonalista, que es difícil de levantar. El ex presidente debería entender de una buena vez que quien gobierna es su esposa, que fue ella la que votó mayoritariamente la gente en las elecciones de octubre del año pasado, y que su entrometimiento en todas las decisiones del Ejecutivo, en vez de ayudar, estorba y complica la gestión de su esposa.
El argentino medio dejó de tener confianza en un gobierno en el cual había confiado mucho allá por sus inicios en el año 2003. Ahora la confianza está por el suelo, y la credibilidad del Ejecutivo apenas supera el 20 por ciento, cifra que lo acerca más a Fernando de la Rúa que a otro presidente. El gobierno de la Alianza comenzó negando los inconvenientes, con Domingo Cavallo a la cabeza, y después la situación terminó en lo que ya todos conocemos, crisis financiera, económica y social, y De la Rúa huyendo en helicóptero de la Casa Rosada.
La sociedad en su conjunto, espera que el gobierno nacional comprenda que la situación así como está no puede seguir y que se necesitan cambios urgentes en el modelo económico. No quieren que se vuelva a repetir los tristes sucesos del año 2001, porque saben que eso le hace mucho daño al país, y por eso esperan con todo ahínco que el gobierno entienda que ya no se aguanta más en esta posición y que el cambio es impostergable. De no ser así, la situación para el gobierno será insostenible y la vida para más de 40 millones de argentinos se hará cada vez más complicada.
Fuente http://www.agenciacna.com.ar/

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miércoles, 12 de noviembre de 2008

CARDENAL MARTINI: “DIOS NO ES CATÓLICO”

Carlo Maria Martini publicó un libro “sobre el riesgo de la fe” e invita a desconfiar de las definiciones doctrinales, porque “Dios está más allá de eso”. Pero de ese modo el riesgo consiste en que desaparezcan los artículos del Credo, objeta el profesor Pietro De Marco. Y explica por qué.

Por Sandro Magister


El último libro del cardenal Carlo Maria Martini que ha salido a la venta en Italia, como hace algunos meses en Alemania y ahora también en España, inmediatamente ha conquistado el calificativo de “los más vendidos”. Se titula “Coloquios nocturnos en Jerusalén”, y está en forma de entrevista, con el jesuita alemán Georg Sporschill.

Las veces en que Benedicto XVI ha hablado en público del cardenal Martini – famoso biblista y arzobispo de Milán del 1980 al 2002 – siempre lo ha elogiado como “un verdadero maestro de la 'lectio divina', que ayuda a entrar en lo vivo de la Sagrada Escritura”.

Pero en este libro el cardenal no parece igualmente “magnánimo” al juzgar los actos de gobierno y de magisterio de los últimos papas, desde Pablo VI en adelante.

En el libro hay una recurrente acusación a la Iglesia de “involución” y reclama una Iglesia “valiente” y “abierta”, como dicen los títulos de dos capítulos del libro.

Sobre todo hay una descripción de Jesús ligada a un ideal de justicia muy terreno. La distancia entre este Jesús y el “Jesús de Nazaret” del libro de Benedicto XVI es impresionante.

El diario de la conferencia episcopal italiana, “Avvenire”, al dar la noticia del libro de Martini con ocasión de su lanzamiento en la Feria del Libro de Frankfurt, el 17 de octubre, escribió que “muchas de las consideraciones que allí se expresan, comprensiblemente, generarán discusión”.

Pero no ha agregado nada más. “Avvenire” hasta ahora no ha reseñado el libro y nadie espera que lo haga más adelante. Silencio absoluto también en L'Osservatore Romano.

En privado, en las altas esferas de la jerarquía, las críticas al autor del libro son severas y preocupadas. Pero en público la regla es callar. El temor es que al contestar públicamente las tesis de este libro se agregue daño sobre daño.

¿Pero cuál es, más analíticamente, el “riesgo de la fe” que el cardenal Martini evoca?

Pietro De Marco, profesor en la Universidad de Florencia y en la Facultad Teológica de Italia Central, lo saca a la luz y lo somete a crítica en el comentario que sigue.

Para De Marco el mensaje del cardenal “parece reticente en cuanto a la totalidad de la confesión de fe”. Hay en este muchas referencias a las Sagradas Escrituras, pero “los artículos del Credo están escondidos como si fuese superfluo mencionarlos”.

Una evanescencia de los fundamentos de la Doctrina que ha distinguido no sólo el recorrido de un gran líder de la Iglesia como Martini, sino una amplia parte de la Iglesia católica de los últimos decenios.


Observaciones sobre “coloquios nocturnos” de Carlo Maria Martini y Georg Sporschill

Por Pietro De Marco

La forma de este libro, una bien construida entrevista acompasada en capítulos introducidos por textos breves, frecuentemente “preguntas de jóvenes”, constituye un testimonio importante de la mente del cardenal Carlo Maria Martini. Y de cuantos lo siguen dentro y fuera de los confines eclesiales.

Del libro subrayaré lo que no me parece que deba aprobar y especialmente lo que me parece ser la íntima contradicción, una contradicción que marca quizá el entero recorrido público del jesuita, ex arzobispo de Milán. Pero rindo homenaje, también filial, a la personalidad grande que se revela, una vez más, en estas páginas, escritas junto con Georg Sporschill, también él un religioso de la Compañía de Jesús.

Parto de la respuesta del cardenal a la pregunta: “¿cómo debería ser hoy la educación religiosa?” (p.19), que equivale a cómo enseñar a alguien a ser un “buen cristiano”. Poco antes el cardenal había dicho: “un buen cristiano se distingue porque cree en Dios, tiene confianza, conoce a Cristo, aprende a conocerlo siempre mejor y lo escucha”.

En el estilo del libro que parece resolver todo en la dimensión cotidiana, en la verdad de los “mundos vitales”, Martini inicia evocando escenas familiares y “usanzas sencillas”. Entre estas últimas impresiona ver señalada también la Navidad y la Pascua. Volveré sobre este punto. La educación religiosa propuesta por el cardenal es la de “escuchar las preguntas y los descubrimientos de los jóvenes y aceptarlos, para llegar a su fundamento, la Biblia: “No pensar en modo bíblico nos hace limitados, nos impone anteojeras, no nos permite captar la amplitud de la visión de Dios” (p. 20).

Ciertamente se debe apreciar ese confiado y razonado primado que se le da a la Escritura, en años en los que hay quien propone en el cristianismo una “religión de la razón”, o sea una búsqueda de Dios que elimina la Biblia como coacervo de falsedad. Pero cuando el cardenal explica en qué se expresa la “amplitud de la visión de Dios” revelada por la Escritura, la señala en Jesús que se maravilla de la fe de los paganos y acoge en el cielo al ladrón, o en Dios que protege Caín que ha asesinado a su hermano. “En la Biblia Dios ama a los extranjeros, ayuda a los débiles”, prosigue el cardenal. Y con ello se desliza a hablar demasiado, en el sermón, que prosigue en la respuesta a la pregunta que sigue: “Debemos aprender a vivir la amplitud del ser católico. Y debemos aprender a conocer a los otros. […] Para proteger esta inmensidad no conozco mejor modo que seguir leyendo la Biblia siempre. […] Dios nos conduce fuera, en la inmensidad. Nos enseña a pensar en modo abierto. Se capta aquí un compendio de pensamiento que amerita un comentario.

Mientras tanto, si la fe/confianza en Dios y el conocimiento/escucha de Cristo son la esencia de la condición cristiana, esta bella fórmula no puede ser usada como suficiente en sí misma. Remitir únicamente a un leer/pensar bíblico y a una “apertura” de corazón permanece del todo indeterminado. La única, mínima determinación en las palabras del cardenal es la que procede de la “apertura a los otros” a la Escritura, para volver a encontrar en esta la misma apertura. Una dinámica circular así, en cuanto importante, es verdaderamente poco respecto a la inmensidad del tesoro escriturístico. ¿Qué hay del conocimiento de las cosas divinas? ¿Del temor y del amor de Dios? ¿De la economía trinitaria? Si la Revelación nos transforma es porque ella implica “infinitamente” más que un “pensar en modo abierto” a la manera de los modernistas; un “modo abierto” que Sporschill liquida como “mentalidad estrecha”.

Este horizonte, que tanto gusta a la intelectualidad laica y católica, explica también la reducción que Martini hace de las grandes festividades del año litúrgico a “simples usanzas”. Reducción quizá involuntaria, pero que sin embargo, es reveladora. ¿Cuándo en el pensado y frecuentemente profundo razonar del cardenal se entrevén la lex orandi y la plenitud del misterio litúrgico? Se le escapa el vínculo entre la inmensidad del “pensar en modo bíblico” y la inmensidad del culto cristiano que de verdad nos abre a una liturgia cósmica, aunque por esto no seamos ni nos volvamos unos “espíritus abiertos” a la manera modernista. No es una cuestión de hace poco ni reciente. En esto los católicos y más todavía los ortodoxos están en la orilla opuesta respecto a las comunidades protestantes, a las cuales no les ha bastado, para hacer frente a la modernidad, frecuentar la Escritura y “pensar en modo bíblico”.

“Vivir la amplitud del ser católico” no se cumple ni en mirar “los pobres, los oprimidos, los enfermos”. Lo que el cardenal llama el “riesgo” de la Iglesia de ponerse como un absoluto no me parece evocado en modo pertinente. Lo absoluto de la encarnación del Logos en el cosmos y en la historia no es un “riesgo” sino que es el fundamento de aquella “amplitud”, es lo que verdaderamente nos hace “abiertos”.

Sin minusvalorar los “mundos vitales” que el cardenal resalta, es en lo absoluto que se radican desde siempre la universalidad y la responsabilidad cristianas. Sólo uno que otro pensador católico insiste todavía, especialmente en Italia, en la ecuación entre “pretensión de verdad” y “cerrazón” intelectual y moral. Me preocupa el pasaje en el que Martini dice: “Los hombres se alejan de los […] diez mandamientos y se construyen una propia religión; este riesgo existe también para nosotros. No hacer a Dios católico. Dios está más allá de los límites y de las definiciones que nosotros establecemos. En la vida tenemos necesidad, es obvio, pero no debemos confundir eso con Dios”. Me preocupa porque es altamente riesgosa la idea de que una religión positiva sea en sí misma un alejamiento de un fundamento indeterminado que la precede y le es superior. También desde el punto de vista de la ciencia de las religiones no subsiste per se un religioso indeterminado, común y primario. Sólo las religiones son religiones.

También encuentro infeliz la fórmula del “Dios católico”, como que casi las teologías sobre Dios de la “Catholica Ecclesia” representen una indebida apropiación y pérdida del divino, en vez de representar la amorosa y celosa solicitud espiritual y jerárquica por todo lo que ha sido revelado en Cristo. Ciertamente Dios está más allá de nuestras definiciones; pero no es “para la vida” o sea, por motivos de practicidad, que nosotros establecemos “definiciones”; en efecto, es mucho más práctico no definir, como prefieren tantos modernistas y postmodernistas. La admirable teología trinitaria de los concilios y las summae teológicas son algo diferente y más que simples contingencias. Son monumentos de alabanza al Dios de Jesucristo erigidos por la razón cristiana. Quizá es difícil para el exegeta moderno - incluso católico y de la generación de Martini - entenderlo.

Todo el recorrido de estos “Coloquios nocturnos” esconde muchos pasajes riesgosos. Quizá la antigua pericia de escalador de Martini los prefiere, los busca. Para quedarnos en el capítulo primero, en la p. 18 el cardenal dice: “Jesús se batió en nombre de Dios para que vivamos según la justicia”. Y en la p. 24: 
“Jesús osó intervenir y mostrar que el amor de Dios debe cambiar el mundo y sus conflictos. Por esto arriesgó la vida, sacrificándola finalmente en la cruz.

Pero su abnegación, ya la vemos antes. […] Creo que esto es su amor, que siento en la comunión, en la oración, con los amigos, en mi misión”
No tengo ningún temor de impopularidad al decir que esta cristología de corte liberacionista será también pastoralmente inútil con algunos jóvenes abiertos al progresismo, pero me parece seriamente lagunosa. Es inútil que yo recuerde a un gran conocedor de los textos del Nuevo Testamento cuánto es críticamente infundado, además de profundamente reductivo en cuanto al significado de la Revelación, afirmar que Jesús “se batió en nombre de Dios” como uno de los tantos rebeldes religiosos, y que murió en la cruz para cambiar el mundo según las contingentes instancias del mundo (¿paz y justicia según quien y para quién?). Admitamos que la lectura que Martini hace de Jesús implica un antagonismo más espiritual y menos “político”; igual no distingo casi nada de la tradición trinitaria y cristológica. Tradición que inerva en cambio profundamente el “Jesús de Nazaret” de Joseph Ratzinger, sobre el que el padre Sporschill ironiza (“el buen Jesús de Ratzinger”) con escasa inteligencia.

Inapropiados sobre el terreno eclesiológico son también diferentes pasajes del capítulo quinto dedicado a la encíclica de Pablo VI Humanae vitae, que naturalmente han causado escándalo. También el sincero disgusto que el cardenal muestra por la que él considera “una desventura en el pontificado del papa Montini” termina con una cola polémica. El papa publicó la encíclica “con un solitario sentido del deber y movido por una profunda convicción personal”, dice Martini, haciendo hincapié fuertemente sobre su aislamiento voluntario. Pero se nos pregunta: ¿De quién se podía fiar Pablo VI, aparte de Roma, en 1968? ¿De episcopados revueltos por las crisis del postconcilio? ¿O de teólogos transformados en intelectualidad rebelde? Parece poco atento dejar escribir de manera provocadora al padre Sporschill: “Suponemos que Benedicto XVI va a pedir perdón y retirar la encíclica Humanae vitae” Se equivoca Martini en cubrir con su autoridad la propensión de corrientes eclesiales a “pedir perdón”, naturalmente no de los propios errores sino de los de la jerarquía: un deporte irresponsable y sin discernimiento.

También la metáfora de los cuarenta años trascurridos después de la Humanae vitae, que se toma como los cuarenta años de Israel en el desierto (p. 93), es ambigua. ¿Quién habría guiado a quién, en esta travesía salpicada de infidelidad? ¿El cardenal Martini piensa, como se piensa en los diseminados nidos de los contestatarios, que es el pueblo de Dios el que guía a la Tierra Prometida a una jerarquía resistente al reclamo del Espíritu? ¿O reconoce que ha ocurrido lo contrario: la profunda confirmación de la condición de insustituible de la Iglesia “madre y maestra”? El valor de Pablo VI, fundado en su conciencia del rol de Pedro, fue enorme y en la larga duración de la solicitud de la Iglesia por el hombre, saludable, como se puede valorar hoy, después de décadas de desorientación y presunción modernista.

En suma, también apreciando en estas páginas tantas observaciones medidas y de gran delicadeza pastoral, encuentro en el cardenal un conocimiento demasiado débil de lo que es un juego en el actual pasaje de la civilización. Prevalece en él la escucha de las opiniones, de las preocupaciones y de las protestas, internas y externas a la Iglesia, y una programática sintonía con ellas, típica del intelectual. Valga la consideración, de verdad excesiva, que reserva a las tesis del filósofo alemán Herbert Schnädelbach en un ensayo del 2000 sobre  “las culpas del cristianismo”.

Encuentro reveladora también la respuesta de Martini a las preguntas si nunca tuvo miedo de tomar decisiones equivocadas (p. 64): 
“por miedo a las decisiones se puede dejar escapar la vida. Quien ha decidido las cosas de manera demasiado aventada o incauta será ayudado por Dios a corregirse. […]

No me asustan tanto las defecciones de la Iglesia. Me angustian en cambio, las personas que no piensan. […] Quisiera individuos pensantes. […] Solamente entonces se pondrá la cuestión de si son creyentes o no creyentes. Quien reflexiona será guiado en su camino. Tengo confianza en esto”.
Entreveo en estas fórmulas un método a veces adoptado por hombres de Iglesia y en particular por la Compañía de Jesús: atraer a las personas que piensan, no importa si son creyentes; no desviarse por las pasadas o presentes defecciones de la institución; tener confianza en la guía y en la corrección de Dios en este tipo de empresa. Esta valentía frecuentemente se presenta como eficaz, si bien no sabemos qué cosa saldrá de más profundo y decisivo para la formación en la fe y para la misma Iglesia. Pero hay algo esencial que se escapa: ¿Quién juzga las “personas pensantes”? ¿Y pensantes en qué? ¿Qué quiere exactamente el cardenal, si vamos más allá de las generales y generosas fórmulas educativas y entramos en el corazón de la instrucción cristiana?

Es evidente que la que expresa el cardenal ha sido también la apuesta por parte de la Iglesia en la larga crisis de hombres y de fe del postconcilio. Es evidente también el optimismo que rige una tal pedagogía de la providencial realización de sí en la libertad. Pero así se ha minusvalorado y al final, favorecido la reducción notable de los hombres de la institución, del clero. No era difícil, en años todavía cercanos a nosotros, escuchar decir a los pastoralistas que la falta de clero es un falso problema y es más bien, una oportunidad para la renovación de la transmisión de la fe y para su purificación, naturalmente en sentido “no clerical”.

El optimismo que acompaña los “coloquios nocturnos” del cardenal Martini no puede ser, pues, propuesto a experimentación futura tan simplemente. Ya ha marcado prácticas pasadas. Y los resultados de este optimismo están bajo el juicio de todos. Se puede sospechar que, tras la fascinación de las fórmulas y el consenso de tantos amigos no creyentes, tal optimismo haya alimentado la íntima contradicción que el cardenal parece traer: por un lado, una visibilidad cristiana dotada de un perfil “abierto”, por el otro, un mensaje reticente en cuanto a la confesión de fe completa. En su modelo pedagógico, entre recurrir a la Biblia y la familiaridad con los artículos del credo, el desequilibrio es notorio: un desequilibrio en el que la Tradición y el Credo viven escondidos como si fuese superfluo mencionarlos.

Una contradicción así marca paradójicamente también las páginas de Carlo Maria Martini sobre los ejercicios espirituales de san Ignacio. Ellos son para el cardenal 
“ejercicios prácticos y simples que mantienen vivo el amor. Es un poco como en la vida familiar […]. También el amor a Jesús y la intimidad con Dios viven de una conducta cotidiana. No llego a imaginar mi vida sin el agua bendita, etc. 
Acojo estas fórmulas delicadas, y en la base de ellas la distinción entre los ejercicios en su forma completa, sólo para pocos, y los numerosos ejercicios fáciles para todos (p. 88). 
¿Pero para qué reservar a los simples la primera semana, dedicada (digo por simplicidad) al examen de conciencia, y no permitirles acceder al menos a la segunda? En el texto en italiano del 1555, que traduce la llamada “vulgata”, se lee: “La segunda semana es contemplar el reino de Jesucristo como uno terreno que llama sus soldados a la guerra”. La redacción de Ignacio es más seca: “El llamamiento del rey temporal ayuda a contemplar la vida del rey eternal”, pero no cambia la sustancia. ¿La realeza de Cristo y su llamada son quizá irrelevantes para el “buen cristiano” y para su vida de fe?

Evidentemente para el cardenal Martini no es esencial, más aún, es embarazoso “considerar Christum vocantem omnes suos sub vexillum suum”, salvo quizá en una versión toda espiritual. Pero creo que también parte de la Iglesia ha ofuscado demasiado los propios “vexilla” y se ha autolimitado a lo doméstico, sea familiar o comunitario. Lo han sufrido sus necesarios perfiles universales y públicos. Lo ha sufrido su misma dedicación y llamada a la Verdad; ya que si a una familia pueden bastar la costumbre privada del Pater Noster y la lectura de los Evangelios o de los Salmos, esto no basta para la fe y para la misión. Ni puede bastar, pienso, a la Compañía de Jesús, a sus hombres, a su razón de vida.

Ha sido necesario que fuese la cátedra de Pedro la que haga activa y autorizada memoria de todo esto, en las últimas décadas.



FÁTIMA: PRIMERA PIEDRA, DONADA POR JUAN PABLO II, QUEDARÁ FRENTE AL ALTAR

Dado que el Santuario de Fátima pensó que la Primera Piedra de la Iglesia de la Santísima Trinidad, donada por el Santo Padre Juan Pablo II, cumpliría mejor su misión si pudiera ser vista por todos los que vendrán a visitar la Iglesia, decidió colocarla, una vez concluidas las obras, en un lugar que haga más patente su agradecimiento al Santo Padre.


Se eligió el lugar y, por lo tanto, la piedra quedará frente al altar de la nueva iglesia del Santuario.

La colocación se hará durante la dedicación, en la tarde del 12 de octubre.

Permítannos recordarles que en marzo de 2004, un mes después del inicio de las obras de construcción de la Iglesia de la Santísima Trinidad, durante su visita a Roma, el Rector del Santuario de Fátima recibió, de manos de Juan Pablo II, la Primera Piedra de la Iglesia de la Santísima Trinidad, un fragmento de la tumba del Apóstol San Pedro.

La ceremonia de bendición y colocación de la Primera Piedra de la Iglesia Santísima Trinidad se llevó a cabo el 6 de junio de 2004, precisamente el día en que la Iglesia Universal celebraba, ese año, la Solemnidad de la Santísima Trinidad.

Como el Santuario de Fátima pensó que la piedra donada por el Santo Padre Juan Pablo II cumpliría mejor su misión si pudiera ser vista por todos los que vendrán a visitar la Iglesia, colocó, en cambio, sobre los cimientos del edificio, otra piedra, ésta extraída del macizo rocoso encontrado al excavar la cimentación.


Santuario-Fatima


lunes, 10 de noviembre de 2008

UN DÍA TRISTE EN LA VIDA INSTITUCIONAL



Por Enrique Szewach

Mientras escribo estas líneas la mayoría de los legisladores de la Nación se aprestan a terminar con el régimen de capitalización de los ahorros previsionales en la Argentina.

Cuando la historia se escriba, en serio, este día será recordado como uno de los días más tristes de la vida institucional y económica de nuestro país, en la era moderna.

Institucional, porque luego de, apenas, quince días de debate, el Poder Ejecutivo y la Cámara de Diputados, han decidido ignorar una decisión ejercida de manera libre, voluntaria, democrática por muchos ciudadanos argentinos. Y violar su derecho a elegir bajo qué sistema prefieren recibir su jubilación futura.

Un país, en dónde dos de los poderes del Estado ignoran sistemáticamente derechos individuales, bajo el pretexto del “bien común” y dónde una mayoría silenciosa de la sociedad, con la complicidad casi generalizada de los medios de comunicación, permite impávida que esto suceda, mientras admira paradójicamente, “la movilización institucional del pueblo norteamericano”, es un país condenado y no precisamente al éxito.

Económicamente, porque como muestra hoy Santiago Gallichio, en un brillante trabajo publicado en Ámbito Financiero, lo que se está votando en estos momentos es un incremento de la deuda bruta pública a valor presente de ¡726.000 millones de dólares! Y una deuda neta, a valor presente de ¡426.000 millones de dólares!. Kirchner tomó esa deuda en 40% del PBI y la está llevando, con la complicidad, insisto, de los diputados a 150% del PBI, niveles parecidos a los que presentan hoy, en materia de deuda previsional acumulada, los países de la Europa occidental.

Más grave aún, este paso se da después de que los argentinos, en términos generacionales y en términos de nivel de actividad y crisis fiscal, hayamos pagado casi todos los costos de transición del sistema de reparto puro, al sistema mixto hasta hoy vigente.

El grado de desatino de nuestros legisladores, que no vieron ni un solo número actuarial, ni formaron ninguna comisión técnica, ni evaluaron los costos de largo plazo de la medida, no encuentra comparación, ni siquiera en el default del 2001, o en el festival de bonos de la pesificación asimétrica.

Ni siquiera toman en cuenta que el dinero es “fungible” y han armado comisiones para “controlar” que los fondos del ANSES no se destinen a otros fines que no sean para financiar las jubilaciones. (En realidad, como se menciona más arriba, simplemente, para que el déficit del ANSES de los próximos años sea algo menor).

Y digo esto, porque si, realmente quisieran que los fondos del ANSES no tuvieran otro destino en el presupuesto público, la única manera de evitarlo hubiera sido prohibirle al ANSES comprar deuda pública con ese dinero.

De lo contrario, con los fondos de esa emisión de deuda el Estado puede hacer lo que se le da la gana, presupuestariamente, desde pagar la campaña del 2009, hasta construir el Tren Bala.

Dicho sea de paso, eliminar el régimen de capitalización, después de habernos hecho pagar todos los costos de transición en estos 14 años y cuando venía el momento de “disfrutar”, para conseguir apenas un “ahorro fiscal” de 6000 a 7000 millones de dólares en el 2009 no tiene justificativo alguno para los diputados que no son del FPV, a menos que detrás de su voto haya otra cosa que, dada la calidad moral de algunos de ellos, me niego a aceptar.

Pasar de un sistema de reparto a un sistema mixto con capitalización, tiene, en efecto, enormes costos de transición, ¡pero ya se pagaron!. Los argumentos que hoy se usan para “desarmar” el error, resultan equivalentes a justificar volar las autopistas urbanas porque fueron construidas por un gobierno militar, o destruir Yaciretá, porque fue el monumento a la corrupción. O, dentro de veinte años, eliminar el servicio del Tren Bala, porque resultó carísimo, se pagaron sobreprecios, o comisiones especiales, y no era una prioridad.

Es cierto, como argumenté en estas semanas, que el sistema de capitalización es sólo para los que pueden ahorrar, por edad y trabajo formal pero, como dijo en IDEA Ricardo Lagos, si podemos reducir un problema de 100 a un problema de 40, mejor tener un problema menor a tener un problema mayor.

La colección de daños a la tasa de crecimiento de corto y largo plazo de la Argentina y al bienestar de sus ciudadanos, que pueden mostrar los tres poderes del Estado en los últimos siete años, con la pasividad y complicidad del resto de los ciudadanos “pensantes” superan a los que se pueden rastrear en un período tan corto, en el pasado reciente de la Argentina. Default de la deuda pública. Pesificación asimétrica. Fallos de la Corte en torno al corralito y al corralón. “Eliminación” de la deuda de los holdouts. No renegociación plena de los contratos de privatizadas. Desconocimiento de las deudas en el CIADI. Puente internacional cerrado por decisión de vecinos, en un conflicto que se está tratando de resolver en un tribunal internacional. Destrucción de la credibilidad del INDEC y, con ello, de la posibilidad de colocar deuda de largo plazo en pesos indexados. Apropiación de las reservas del Banco Central. Intervención directa en gran parte de los mercados de bienes y servicios. Y, ahora, confiscación de los ahorros individuales en los Fondos de Pensión y expropiación con pago con títulos públicos a las empresas por el capital en las AFJP (según el proyecto de ley que se está votando).

Con un explosivo incremento de la deuda pública. Y una segura estafa, por lo impagable de una jubilación digna, a los actuales y futuros jubilados. (¡Desendeudar! Decían los K.).

Todavía nos queda la vaga esperanza de que el Poder Judicial reaccione y nos salve.

Pase lo que pase, y aunque sea para los libros de historia, sería bueno que la lista de los “votos a favor” de esta noche, quede bien explícita y detallada en un cuadro enorme para el futuro. Parafraseando a Serrat “entre esos tipos y nosotros, debería haber algo personal.

Se adjunta el estudio realizado por el Lic. Santiago Gallichio

* * *

AFJPs: un suicidio fiscal colectivo que costará el 64% del PIB

Por Santiago Gallichio

El plan de desactivar el subsistema de capitalización previsional es la historia de un verdadero “suicidio fiscal colectivo”. A 14 años de su nacimiento y habiéndose pagado ya los altísimos costos que implica crear este tipo de regímenes, destruirlo sólo puede ser obra de una profunda ignorancia, más allá de las vivezas y oportunismos que se hacen evidentes en algunos de sus promotores.

Los sistemas de capitalización son poco frecuentes, como sostiene el gobierno, pero no por su inconveniencia, sino por el enorme costo que conlleva imponerlos. Esto se debe a que, durante algunas décadas, los trabajadores tienen que solventar las jubilaciones vigentes a la vez que ahorran en sus cuentas individuales. La generación nacida entre 1940 y 1970 ha pagado 2 veces sus aportes previsionales durante los últimos 14 años, pero su esfuerzo no habrá servido de nada.

Peor aun: la continua penuria fiscal que vivió la Argentina entre 1995 y 2002, y que llevó a una crisis sin precedentes, tuvo en aquella reforma previsional su causa más destacada. Y es justamente por ese motivo que el régimen de capitalización, lejos de ser derrumbado, debe ser valorado y protegido, en honor del esfuerzo que insumió, el que ya se pagó plenamente. La crítica retroactiva, que encarna gran parte de la dirigencia política hoy, es la peor inspiración que se puede encontrar. ¿Justo ahora, que es tiempo de disfrutar de los numerosos beneficios de un sistema de capitalización que ya pagamos entre todos, lo vamos a destruir? Es un suicidio fiscal colectivo, sólo comprensible en el absoluto desconcierto en el que vive nuestra sociedad, liderada por una dirigencia desnortada.

Costos fiscales

Para tener idea de los costos, en grandes números se puede afirmar que mientras fueron “desviados” del Estado a las AFJPs, entre 1994 y 2008, unos US$39 mil millones (MM) corrientes, los recursos que aportaron las Provincias de sus impuestos, “pre-coparticipados” con el exclusivo fin de financiar aquella transición previsional, ascienden a US$79 MM: ¡el doble! Y, a pesar de ello, todavía hoy las Provincias siguen drenando US$7 MM anuales a la Nación, a través de la ANSeS, que hace un mero pasamanos para que el gobierno los gaste en otras finalidades, mientras puede exhibir superávit primario de su Tesoro.

En estos años, también fueron a la ANSeS otros US$60 MM de impuestos nacionales. En consecuencia, lejos de quedar desfinanciada, la ANSeS obtuvo US$100 MM más de lo que “derivó” a las AFJPs. Con todos esos recursos tributarios, la ANSeS pudo pagar el 44% de las jubilaciones y pensiones del sistema de reparto en estos años (usó el 66% de esos recursos: US$92 MM), financiar el déficit transitorio que significaban las AFJPs (28%: US$39 MM) y también acumular un superávit (6%: US$8 MM).

Si se aprobara la reforma actual, la ANSeS, además de haber acumulado sin ningún justificativo los recursos de las Provincias, se habrá apropiado de US$28 MM de los afiliados a las AFJPs. A cambio, contraerá nuevos pasivos previsionales que no han sido siquiera contabilizados por el Gobierno para fundamentar su propuesta, ni se ha analizado su sustentabilidad futura.

Déficit previsional

Este cálculo de cuánto “promete graciosamente” pagar la ANSeS a nuestra población, asegurando que el traspaso al sistema de reparto es muy conveniente, lo hemos realizado aplicando las técnicas actuariales vigentes. Sus resultados son lapidarios. La deuda previsional que deja este gobierno gracias a la moratoria, los pasajes a reparto y la propuesta de rediseño actual, asciende, a valor presente, a US$726 MM (247% del PIB). Para atender esa deuda, contamos con aportes y contribuciones previsionales futuros por sólo US$264 MM (90% del PIB).

El resto del pasivo (157% del PIB) deberá ser afrontado con el superávit actual de la ANSeS (unos US$7 MM) más los fondos administrados por las AFJPs (US$28 MM), menos la parte de todos esos fondos que son títulos públicos (US$17 MM). A esto habría que restarle los fondos que la ANSeS usará a gusto del Tesoro nacional, y no de los jubilados, intensivamente durante 2009 y para la campaña electoral. Pero aun sin contabilizar ese desvío de fondos, el déficit previsional, a valor presente, asciende a US$442 MM, es decir, un 150% del PIB.

En 2003, cuando comenzó la gestión Kirchner, ese mismo déficit ascendía a US$60 MM y era equivalente al 40% del PIB. Con las sucesivas ampliaciones de la cobertura de la vejez, cargadas sobre las espaldas de la ANSeS, ese monto ascendió a US$254 MM (86% del PIB). A ello contribuyeron la moratoria previsional (un verdadero subsidio sin aportes), el aumento de la PAP del 0,85% al 1,50% por año de aporte (para tentar los traspasos de las AFJPs a reparto en 2007, lo que igualmente no sucedió), la ampliación de la cobertura por aportes incompletos, las pensiones a ex combatientes, etc.

Esta última reforma que se pretende aprobar ahora, obligará a la ANSeS a un enorme esfuerzo. Esto se debe a que los afiliados a las AFJPs ya pagaban al sistema de reparto la contribución patronal, a cambio de una contraprestación futura mínima (la PBU), con el objeto de redistribuir sus ingresos entre todos. Ahora, recibirán de reparto mucho más de lo que recibían antes. Semejante gentileza representa nada menos que otro 64% del PIB de incremento en el déficit actuarial nacional.La era K, que se concibe a sí misma como fiscalmente responsable y que tiene en el desendeudamiento una de sus principales banderas, ha creado su propio festival de endeudamiento para las próximas generaciones, septuplicando el déficit previsional, el que creció en US$382 MM. Este déficit, que deberá financiarse con el correr de los años, es equivalente a 2 ½ veces la deuda argentina actual en títulos públicos. No ha habido otro festival de semejante magnitud en la historia reciente, ni siquiera en la era Duhalde, cuando se triplicó la deuda en términos del PIB, para compensar la pesificación asimétrica.

Un aporte de Jose M Gonzalez Eiras


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lunes, 3 de noviembre de 2008

SAN MARTÍN DE PORRES, EL EXTRAORDINARIO SANTO DE LAS COSAS EXTRAORDINARIAS


La extraordinaria vida de San Martín de Porres, hecha toda de entrega al prójimo por amor de Dios, es la realización concreta de la promesa de Nuestro Señor de que los últimos en este mundo serán los primeros en el reino de los Cielos. De origen humilde, a su lecho de moribundo acudieron el Virrey, Obispos, eclesiásticos y todo el pueblo que consiguió entrar.
Su funeral fue una glorificación.
Se celebra su fiesta el 3 de Noviembre.


Hijo ilegítimo de Juan de Porres, noble español perteneciente a la Orden de Alcántara y descendiente de cruzados, y de Ana Velásquez, negra liberta, Martín nació a inicios de diciembre de 1579. De temperamento dócil y piadoso, desde pequeño fue conducido por el Espíritu Santo en las vías de la santidad.

En plena infancia, su padre lo legitimó, así como a su pequeña hermana Juana, llevando a ambos a Guayaquil, en donde ocupaba un alto cargo de gobierno. Martín tuvo allí la oportunidad de aprender a leer y escribir. Cuatro años después, nombrado gobernador de Panamá, Juan de Porres devolvió el niño a su madre y dejó a su hija Juana a los cuidados de otros familiares.

De regreso a Lima, Martín entró en calidad de aprendiz en la botica de Mateo Pastor, quien ejercía el oficio de cirujano, dentista y barbero. Allí el joven mulato aprendió los rudimentos de la medicina, que después le serían tan útiles en el convento.

Si Martín progresaba en el aprendizaje del oficio, avanzaba mucho más aún en la ciencia de los santos, el amor divino. Fue lo que lo llevó, a los 15 años, a pensar en servir solamente a Dios, ingresando en un convento.

En aquella feliz época de fervor religioso la santidad florecía en Lima, la capital del Virreinato del Perú, donde a lo largo del siglo XVII vemos a figuras del porte de Santo Toribio de Mogrovejo, San Francisco Solano, Santa Rosa de Lima, San Juan Masías, la Beata Ana de los Ángeles Monteagudo y Ponce de León, el venerable mercedario Fray Pedro Urraca, el venerable Virrey Pedro Antonio Fernández de Castro, Conde de Lemos y el venerable jesuita P. Francisco del Castillo.

El “donado”

Fue en el convento de Nuestra Señora del Rosario donde Martín quiso entrar en calidad de donado, es decir, casi como un esclavo. Se comprometía a servir toda la vida, sin ningún vínculo con la comunidad, y con el único beneficio de vestir el hábito religioso. Ana Velásquez, en un acto de desprendimiento admirable, no sólo le permitió a su hijo dar ese paso, sino que ella misma quiso entregarlo al convento.

Desde el primer día Martín se dedicó de cuerpo y alma a servir a sus hermanos en los oficios más bajos y humillantes. Siempre animado por un profundo espíritu sobrenatural, para él no era sólo una alegría, sino incluso una gracia, hacer eso por amor a Dios.

Después del primer año de prueba, recibió el hábito de donado. Pero aquello no agradó a su orgulloso padre, de quien llevaba el apellido. Don Juan pidió a los superiores dominicos que recibiesen a Martín, de tan ilustre estirpe por el lado paterno, al menos en calidad de hermano lego. Sin embargo, eso estaba en contra de las constituciones de la época, que no permitían recibir en la Orden a personas de color. El Superior quiso que el propio Martín decidiese. “Yo estoy contento en este estado –respondió–; es mi deseo imitar lo más posible a Nuestro Señor, que se hizo siervo por nosotros”. Esto zanjó la cuestión.


Convento de Santo Domingo donde San Martín de Porres fue recibido como hermano lego y en el que practicó una particular caridad con los enfermos abandonados

En la escuela de la humillación

Este acto de humildad fue uno entre los innumerables que distinguieron a nuestro Santo en su tiempo. Encargado de la enfermería del convento, no le faltaban ocasiones para humillarse delante de la impaciencia que muchas veces se apoderaba de los enfermos, más aún en una comunidad numerosa. Él no daba abasto para atender a todos, lo que provocaba crisis de mal humor en los más impacientes. En uno de esos momentos un religioso, que se sentía mal atendido, lo llamó “perro mulato”.

Después del primer choque, Martín se dominó. Arrodillándose junto al lecho del enfermo, dijo llorando: “Sí, es verdad que soy un perro mulato y merezco que me recuerden eso, y merezco mucho más por mis maldades”.

En episodios como esos trasparecía la virtud del donado, que fue siendo reconocida por todos y traspuso los muros del convento. Esto llevó a los superiores a hacer una excepción y recibir a Martín como hermano lego, uniéndose así a la Orden por los tres votos de pobreza, obediencia y castidad.

Virtud heroica

Nunca ocioso y procurando siempre servir a los demás, el tiempo parecía alargarse para Fray Martín. Además de cuidar de la enfermería, barría todo el convento, se encargaba del guardarropa, cortaba el cabello a los doscientos frailes y era el campanero, ocupando en la oración entre seis y ocho horas al día. Llegó a adquirir en algunas ocasiones las cualidades de los cuerpos gloriosos y, atravesando puertas cerradas e incluso paredes, entraba en aposentos donde su presencia era necesaria. Aparecía aquí, allá y acullá repentinamente, para satisfacer su caridad.

Había una huerta en la cual él mismo cultivaba las plantas que utilizaba para sus medicinas. Con ellas operaba verdaderos milagros. Repetía al enfermo: “Yo te medico, Dios te cura”. Y eso ocurría. Pero a veces se valía de las cosas más diversas para comunicar su virtud de cura, como vino tibio, fajas de paño para unir las piernas rotas de un niño, un pedazo de suela para curar la infección que sufría otro donado que era zapatero.

Cierta vez que se enfermó el Obispo de La Paz, de paso por Lima, mandó que llamasen a Fray Martín para que lo curase. El simple contacto de la mano del donado con su pecho lo libró de una grave enfermedad que lo estaba llevando a la tumba.

Entre los innumerables milagros que se le atribuyen a Martín, está el don de la bilocación (fue visto a la misma hora en lugares y hasta en países diferentes) y el de obrar una resurrección. Se cuenta también que estando con otros hermanos lejos del convento, cuando llegó la hora de volver, a fin de no faltar a la virtud de la obediencia, dio la mano a los demás, y todos levantaron vuelo, llegando así al convento en el momento previsto.

La caridad supera a la obediencia

Fray Martín transformó la enfermería en su centro de acción. A ella llevaba todos los enfermos que encontraba en la calle, incluso a aquellos con mayor peligro de contagio. Esto le fue prohibido por sus superiores. Pero la caridad del Santo no tenía límites. Entonces preparó en casa de su hermana, que vivía a dos cuadras del convento, unos aposentos para recibir a esos enfermos, y allá iba a tratarlos con sus manos hasta que sanasen o entregasen el alma a Dios.

Cierto día, sin embargo, sucedió que un indio fue acuchillado en la puerta del convento. Fray Martín no tenía tiempo para llevarlo hasta la casa de su hermana y ante la urgencia del caso, no tuvo dudas y cuidó del indio en la enfermería del convento.

Cuando mejoró lo llevó entonces a casa de su hermana. Esto no agradó al superior y lo reprendió por haber pecado contra la obediencia. “En eso no pequé”, respondió Martín. “¿Cómo que no?”, impugnó el superior. “Así es, Padre, porque creo que contra la caridad no hay precepto, ni siquiera el de la obediencia”, respondió el Santo.

Además de todas estas actividades, Fray Martín salía también del convento a pedir limosnas para sus pobres y para los sacerdotes necesitados.

Conociendo su prudencia y caridad, muchos le encargaban distribuir sus limosnas, incluso el Virrey, que le daba 100 pesos mensuales para ello.

Don de la sabiduría y del consejo

El don de la sabiduría era en él tan grande, que las más altas personalidades de Lima recurrían a su consejo. También poseía el don de predecir acontecimientos futuros antes de que se dieran.

Cierta vez, un hombre que iba a cometer un acto pecaminoso fue retenido por él en la portería del convento, en agradable y edificante conversación, haciéndole olvidar el tiempo. Cuando continuó su camino, supo que la casa a donde iba se había desplomado de repente hiriendo gravemente a la mujer que estaba dentro.

Como fruto de su alto grado de oración, Martín tenía frecuentes éxtasis a la vista de todos. Su unión con Dios era continua. Para dominar sus inclinaciones, se flagelaba hasta sangrar tres veces al día y durante los cuarenta y cinco años que permaneció en el convento ayunó a pan y agua.

Le gustaba ayudar la Santa Misa y era gran devoto de la Eucaristía. Mientras caminaba no cesaba de pasar las cuentas de su Rosario.

Es fácil suponer que el enemigo del género humano no pudiese soportar tanto bien hecho por este humilde dominico. Lo perseguía sin tregua, a veces haciéndole rodar por las escaleras, otras vedándole el camino cuando iba a socorrer a algún necesitado. Fray Martín acostumbraba repelerlo con el símbolo de la Cruz.

Incluso los animales más repugnantes atendían su voz. Cuando los ratones se volvieron un problema en el convento, porque roían todos los productos almacenados con sacrificio, Fray Martín atrapó a uno que cayó en la ratonera y le dijo: “Te voy a soltar; pero anda y dile a tus compañeros que no molesten ni sean nocivos para el convento; que se retiren a la huerta, que yo les llevaré comida todos los días”. Al día siguiente todos los ratones estaban bien quietitos en la huerta, ¡esperando la comida que Fray Martín les llevaba!

Finalmente, Fray Martín, con el cuerpo consumido por el exceso de trabajo, el ayuno continuo y la penitencia, partió de este mundo a los 60 años. A su lecho de moribundo acudieron el Virrey, Obispos, eclesiásticos y todo el pueblo que consiguió entrar. Su funeral fue una glorificación. Todos querían venerar a aquel santo moreno que nunca había buscado su propia gloria, sino solamente la de Dios.


Obras consultadas

Enriqueta Vila, Santos de América, Ediciones Moretón, Bilbao, 1968, pp. 69 a 87.
Les Petits Bollandistes, Vies des Saints, d’après le Père Giry, Bloud et Barral, Libraires-Éditeurs, París, 1882, tomo XIII, pp. 206-208.
R. P. José Leite, S.J., Santos de Cada Día, Editorial A. O., Braga, 1987, tomo III, pp. 259-261.

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EL JESÚS DEL CARDENAL MARTINI NUNCA HABRÍA ESCRITO "HUMANAE VITAE"

Es un Jesús que "lucha contra la injusticia". Así que también se opone a las "mentiras" y al "daño" de la encíclica de Pablo VI que prohíbe la anticoncepción artificial. Así escribe el ex arzobispo de Milán en su último libro. Pero mientras tanto, en otro libro, dos estudiosos adoptan un enfoque diferente del espíritu de ese documento.

Por Sandro Magister

En su última entrevista de libro, publicada por primera vez en Alemania y ahora también en Italia, el cardenal Carlo Maria Martini se llama a sí mismo no un antipapa, como los medios de comunicación lo describen a menudo, pero si, un "antepapa", un "precursor y preparador del Santo Padre".

Pero de acuerdo con el libro, hay muchos puntos en los que el cardenal Martini parece bastante distante del papa reinante y de sus antecesores más recientes.

Si se compara, por ejemplo, "Jesús de Nazaret" de Benedicto XVI y el Jesús descrito por el cardenal Martini en este libro, la distancia es sorprendente. Esto está bien expresado por el entrevistador jesuita alemán, padre Georg Sporschill, quien no oculta de qué lado toma partido:

"El libro del pontífice es una profesión de fe en el buen Jesús. El cardenal Martini nos pone frente a Jesús desde otra perspectiva. Jesús es el amigo del publicano y el pecador. Escucha las preguntas de los jóvenes. Agita las cosas. Lucha con nosotros contra la injusticia".

En palabras del cardenal, "el Sermón del Monte es una carta de derechos para los oprimidos". La justicia es "el atributo fundamental de Dios" y "el criterio de distinción" por el cual Él nos juzga. El infierno "existe, y ya está en la tierra": en la predicación de Jesús, fue "una advertencia" de no producir demasiado infierno aquí. El purgatorio "es una imagen desarrollada por la Iglesia", "una de las representaciones humanas que nos muestra cómo es posible evitar el infierno". La última esperanza es "que Dios nos reciba a todos", cuando la justicia ceda a la misericordia.

Como siempre, el estilo de Martini es sutil y opaco, comenzando con el título de su último libro: "Conversaciones nocturnas en Jerusalén". Sobre el riesgo de la fe, sobre el celibato sacerdotal, por ejemplo, él dice y no dice. Lo mismo de las mujeres sacerdotes. Y sobre la homosexualidad. Y la anticoncepción. Y cuando critica la jerarquía eclesiástica, no da nombres, de personas o cosas.

Pero esta vez, hay una excepción. En un capítulo del libro, el objetivo explícito es la encíclica "Humanae Vitae" de Pablo VI, sobre el matrimonio y la procreación. Martini lo acusa de causar "daños graves" al prohibir la anticoncepción artificial: "muchas personas se han retirado de la Iglesia y la Iglesia de la gente".

Martini acusa a Pablo VI de ocultar deliberadamente la verdad, dejando que los teólogos y pastores arreglen las cosas mediante la adaptación de los preceptos a la práctica:

"Conocía bien a Pablo VI. Con la encíclica, quería expresar consideración por la vida humana. Explicó su intención de algunos de sus amigos. Usan una comparación: aunque uno no debe mentir, a veces no es posible hacer lo contrario, puede ser necesario ocultar la verdad o puede ser inevitable decir una mentira. Depende de los moralistas, explique dónde comienza el pecado, especialmente en los casos en que hay un deber más elevado que la transmisión de la vida".

En efecto, el cardenal continúa: "después de la encíclica Humanae Vitae, los obispos austriacos y alemanes, y muchos otros obispos, con sus declaraciones de preocupación, siguieron un camino por el cual podemos continuar hoy". Es una postura que expresa "una nueva cultura de ternura y un enfoque de la sexualidad que está más libre de prejuicios".

De Pablo VI pasó a Juan Pablo II, quien "siguió el camino de la aplicación rigurosa de las prohibiciones en la encíclica". "No quería que hubiera dudas sobre este punto. Parece que incluso consideró una declaración que disfrutaría del privilegio de la infalibilidad papal".

Y después de Juan Pablo II llegó Benedicto XVI. Martini no lo nombra, y no parece tener mucha confianza en él, pero arriesga esta predicción:

"Probablemente el Papa no revocará la encíclica, pero podría escribir una que sería su continuación. Estoy firmemente convencido de que la iglesia puede señalar una manera mejor que con Humanae Vitae. Ser capaz de admitir los errores y las limitaciones de sus puntos de vista anteriores es un signo de grandeza de alma y confianza. La Iglesia recuperará credibilidad y competencia".

Esa es la opinión de Martini. Pero aquellos que solo lean su último libro no aprenderán nada de la letra, y mucho menos del espíritu, de esa encíclica altamente controvertida.

Mucho más instructivo, desde este punto de vista, es el discurso que el Papa Joseph Ratzinger dedicó a "Humanae Vitae" el 10 de mayo de este año. Al ilustrar sus contenidos, afirmó que "cuarenta años después de su publicación, esta enseñanza no solo expresa su verdad inalterada, sino que también revela la visión de futuro con la que se trata el problema".

Aún más interesante, para comprender el contexto inmediato e histórico en el que "Humanae Vitae" tomó forma, es la lectura de un libro publicado en Italia poco antes que el del cardenal Martini.

El libro se titula: "Due in a meat. Chiesa e sessualità nella storia" [Dos en una carne. Iglesia y sexualidad en la historia]. Las dos autoras fueron feministas militantes durante la década de 1970 y ambas son historiadoras, una de ellas secularista, la otra católica: Margherita Pelaja y Lucetta Scaraffia.

Scaraffia dedica un capítulo completo a "Humanae Vitae", reconstruyendo su origen, contenido y desarrollo. Aquí está la parte final:


Luego vino el método Billings

de Lucetta Scaraffia

Pablo VI fue incapaz de explicarse, de expresarse con los "hombres de nuestro tiempo", porque sus palabras no pudieron superar el muro de decepción y protesta que se levantó inmediatamente contra "Humanae Vitae", incluso entre los católicos. El diálogo entre los innovadores decepcionados y la Iglesia, si uno lo visita hoy, parece ser un diálogo entre los sordos, hasta el punto de que sigue siendo la encíclica menos recordada por la Iglesia entre todas las del siglo XX, casi como un desagradable accidente que hay que olvidar.

Esto no cambia el hecho de que las ideas de la encíclica fueron desarrolladas por el magisterio de la Iglesia en los años siguientes. La condena de la intervención humana en la procreación, que se estableció de manera decisiva en ella, aunque fue anticipada inequívocamente por Juan XXIII en la encíclica "Mater et Magistra" de 1961, constituiría un precedente importante para la moral católica, no solo con respecto al control de la natalidad, sino también sobre las técnicas de fertilización artificial y la manipulación de embriones que se afianzarán a finales del siglo XX; y la comprensión de la ley natural expresada en ella, una comprensión con un carácter personalista pero aún conectada a la idea de una naturaleza humana para ser respetada porque fue creada por Dios a su imagen y semejanza, sería retomada y desarrollada por Juan Pablo II.
Uno de los defensores más entusiastas y valientes de la encíclica fue, de hecho, precisamente el cardenal Karol Wojtyla, que había sido uno de los asesores de Pablo VI. Wojtyla también fue uno de los pocos cardenales que abordaron la moralidad sexual en un libro titulado "Amor y responsabilidad", publicado en polaco en 1960 y luego traducido a otros idiomas europeos. En el libro, Wojtyla aborda temas como "el significado del verbo 'usar', 'la libido y el neo-maltusianismo',"interpretación del impulso sexual" y "castidad y resentimiento", con claridad y franqueza del lenguaje. Eso ciertamente no era habitual en la tradición católica.

Su descripción del impulso sexual se contrasta con "un espíritu hechizado con el orden biológico" y le da un énfasis significativo a la integridad personal: "el hecho de que el impulso sexual es la fuente de lo que sucede en un hombre, de los diversos eventos que ocurren en su vida sensual y emocional independientemente de su voluntad, muestra que este impulso es una propiedad de toda la existencia humana y no solo de una de sus esferas o funciones. Esta propiedad que impregna toda la existencia del hombre es una fuerza que se manifiesta no solo en lo que "sucede" involuntariamente en el cuerpo humano, los sentidos y las emociones, sino también en lo que toma forma con la ayuda de la voluntad".

El futuro Papa critica el concepto freudiano de libido debido a su estricta correlación "con la actitud utilitaria", que confiere un significado exclusivamente egocéntrico al acto sexual: "Esto significa que la sensualidad en sí misma no es amor, y puede convertirse fácilmente en su opuesto".

Pero no condena ni la sexualidad ni el cuerpo por esta razón: "Tal vez vale la pena señalar aquí que existe una diferencia entre el amor carnal y el "amor del cuerpo", ya que el cuerpo como componente de la persona también puede ser un objeto de amor y no simplemente de concupiscencia".

En conclusión, después de denunciar el error de una cultura que "se niega a reconocer el gran valor de la castidad por amor", refuta la idea cada vez más extendida. que "la falta de relaciones sexuales es perjudicial para la salud de los seres humanos en general, y de los hombres en particular". No se conoce ni una sola enfermedad que pueda confirmar la verdad de esta idea, mientras que las neurosis sexuales son sobre todo las consecuencias del exceso en la vida sexual, y se manifiestan cuando el individuo no se ajusta a la naturaleza y sus procesos.

Este libro demuestra que Wojtyla, incluso antes de la encíclica, había visto el peligro, contra el cual "Humanae Vitae" advertiría, de dejar el problema del acto conyugal y la procreación fuera de la esfera ética, eliminando así la responsabilidad del hombre por acciones que están profundamente arraigadas en en el artículo escrito en defensa de la encíclica en "L'Osservatore Romano" el 5 de enero de 1969, retoma la interpretación personalizada del acto conyugal y sostiene que el amor conyugal no es idéntico a su expresión privilegiada, el acto sexual: "Este amor también se expresa en continencia, que puede ser ocasional, porque el amor es capaz de renunciar al acto conyugal, pero no puede renunciar al auténtico don de la persona". 

Diez años después, poco antes de convertirse en papa, Wojtyla escribió nuevamente sobre la encíclica, tratando de explicar "la visión holística del hombre" de la que hablaba Pablo VI, y de mostrar que "la dignidad de la persona" consiste en que el hombre no es un ser dividido, porque "ser y valor deben constituir juntos el principio hermenéutico del hombre". El hombre y la mujer, por lo tanto, deben vivir el acto conyugal en verdad: esta verdad interior del acto que se indica en el texto de la encíclica.

Consciente del descontento que acompañó la publicación de "Humanae Vitae", un descontento que todavía estaba activo diez años después, tan pronto como se convirtió en Papa, Wojtyla implementó el plan de Pablo VI para convocar un sínodo sobre la familia, que se celebró en septiembre de 1980. Durante la asamblea sinodal, tuvo la oportunidad de retomar las tesis de la polémica encíclica, que definió como profética, y de presentar las ideas que estarían contenidas en su exhortación apostólica "Familiaris Consortio", que emitió en 1982. Dio una presentación personalista de las ideas contenidas en la encíclica: el amor involucra al hombre en su totalidad; la sexualidad "no es, de ninguna manera, algo puramente biológico, sino que concierne al ser más interno de la persona humana como tal". El matrimonio es sagrado porque toca la esencia más profunda del hombre, el punto en el que está conectado con Dios. El vocabulario de los fines del matrimonio se dejó definitivamente de lado, mientras que la comprensión de la sexualidad que surge del documento es completamente humana, conectada a la persona, que nunca puede ser utilizada como un objeto. En este contexto, el cuerpo adquiere una completa positividad, conectada con el espíritu de unidad: el principio personalista implica que todas las dimensiones de la persona humana participan en la dignidad personal y, por lo tanto, son dignas de respeto y nunca deben considerarse meros instrumentos. Para Juan Pablo II, la sexualidad, íntimamente conectada con la persona, es el signo corporal de la donación total de la persona en su relación con otra persona.

La atención del Papa a este tema también se demuestra en las catequesis que dio a partir de mayo de 1984, sobre el tema del "amor humano en el plan de Dios", en el cual buscaba establecer la relación entre la verdad y la ética revisando las raíces de la comprensión del cuerpo en la tradición de la Escritura.

Durante el pontificado de Juan Pablo II, también hubo un gran avance en la investigación científica que Pablo VI había deseado en "Humanae Vitae": el descubrimiento de un método de control de la natalidad basado en el período mensual de infertilidad, fácil de aplicar y confiable. Pero la noticia de este avance no se extendió más allá de los círculos católicos en el mundo desarrollado, e incluso allí no se promovió lo suficiente en países occidentales como Italia, mientras que tuvo mucho más éxito en el Tercer Mundo.

En los países occidentales, de hecho, los métodos naturales han seguido siendo considerados no solo completamente ineficaces, sino también inconvenientes y difíciles de aplicar. Y hay otra característica, que nunca se menciona, que ha contribuido a darles un mal nombre: el hecho de que son libres. Ninguna compañía farmacéutica tenía interés en financiar investigaciones sobre esta forma de control de la natalidad. En su lugar, fue una ventaja para ellos ridiculizarlo y desacreditarlo.

Pero dos médicos australianos casados ​​de Melbourne, Evelyn y John Billings, él de ascendencia católica irlandesa, ella se convirtió al catolicismo en su matrimonio, dedicaron sus vidas a esta investigación, obteniendo resultados significativos a partir de 1964. El nuevo método natural que tomó su nombre no es complicado e ineficaz como los que usan la temperatura y los ciclos menstruales, sino que es simple y confiable. De hecho, es extremadamente simple, no cuesta nada y se basa en el conocimiento de su propio cuerpo que cualquier mujer debe estar preparada para tener. Para aquellos que recuerdan las campañas de las feministas para el descubrimiento del aparato sexual femenino, en la década de 1970, aconsejaron a las mujeres que usen un espejo para examinar sus genitales. El método de Billings parece perfecto: la mujer controla su poder de procreación a través de su propio cuerpo. Conocimiento de sí misma, sin la mediación de los médicos y la medicina, en perfecta autonomía. En realidad, las feministas siempre trataban con desdén.

Pero, mientras tanto, el método Billings se extendió por todo el mundo: la pareja australiana incluso fundó centros en China, donde el gobierno comprendió de inmediato el valor de un método gratuito sin efectos secundarios para la salud de las mujeres, y en India, donde estaba el método. impartido por la madre Teresa de Calcuta y sus hermanas. La falta de entusiasmo por el método en los países occidentales ricos y modernos también podría explicarse observando el modelo de comportamiento sexual considerado ideal: el método de Billings, de hecho, presupone fidelidad sexual, practicada por la pareja y con responsabilidad mutua.